Él movió sus pulgares para barrer las lágrimas y finalmente sentí algo de esa calma filtrarse dentro de mí. Me miró, sus ojos verdes lucían casi bañados, y su expresión era de lamento, preguntándose si debía simplemente callarse o intentar disculparse de nuevo. No podía soportar la idea de haberme lastimado.
-Lo lamento. Bebé, por favor dí algo, -declaró ansiosamente.
-Creo que adoro cuando me dices bebé tanto como cuando me dices cariño.
El me ofreció una risa sorprendida.
-Emma. No tienes que hacer eso. Puedes estar enojada conmigo. Puedes gritarme si eso te hace sentir mejor.
-No lo haría. Además, duele pelear contigo.
-Eso es porque se supone que no deberíamos. Como todo lo demás, será más fácil. Estarás peleando conmigo como un profesional en poco tiempo, -dijo bromeando, pero su expresión era sombría.
-No quiero pelear. No quiero dudar. Mira. Aunque puedo leer lo que sientes por mí, a veces me siento tan... indigna. -Él comenzó a interrumpirme pero presioné sus labios con mis dedos. -Después de todo lo que me ha pasado en este pasado año, no es seguro saber con certeza si todo es tan bueno como parece. Lo siento, también, ¿de acuerdo? ¿Podrías no dudar de lo que siento por ti? Quiero esto, te quiero a ti. No cambiaría nada. Tú dijiste que yo era todo, pero tú eres todo. Prometo no dudar de ti otra vez, ¿está bien? Por favor, ¿lo prometes?
Sonrió sobre mis dedos, y bajó mi mano.
-Lo prometo. Pero lo sabes, ¿no? Lo que siento por ti... Eres tan graciosa, e increíble y dulce y hermosa. Era la mitad de una persona hasta que te conocí. Me haces sentir como si todo en mi vida a sucedido por una razón. Sólo estoy feliz de que... -Lo detuve con un beso porque lo sabía, y no necesitaba escucharlo.
Lo sentí reír debajo de mí mientras me presionaba más cerca, fijándome contra el árbol con mi mano en su pecho entre nosotros.
Sus labios tomaron todo. Cada segundo de dolor o duda de los pasados quince minutos eran un recuerdo distante. Podía sentir a su familia a nuestro alrededor. Era extraño que hubiese olvidado por completo dónde nos encontrábamos, y de que había otras personas, ahora sus voces flotaban de vuelta hacia nosotros.
Apenas me separé de Fred y presioné su frente con la mía para mantener el contacto. Podía sentir que estaba tan dolido como yo con nuestra pelea, con todo lo que había sucedido últimamente, y su necesidad por tocarme.
Así que lo dejé hacerlo.
-Eres tan increíble, -murmuró. -Lo siento. No puedo decir suficientes lo siento.
Asentí y solo nos quedamos allí, compartiendo respiros y dejando nuestro tacto aliviarnos, mientras él seguía susurrándome cosas. Giré mi rostro para mirar a su familia. Nadie parecía estar sumamente preocupado por nosotros, excepto Adam quien estaba ceñudo, pero casi lo esperaba de él.
Entonces Fred atrajo mi rostro de vuelta para mirarlo.
-Tengo una idea. ¿Por qué no vas a la casa de tu amiga ahora?
-Uh, no lo sé. ¿Intentas deshacerte de mí? -bromee.
-Absolutamente, no. Pero de esa forma tu podrás verla y luego regresar a casa para dormir y yo podre estar contigo, sin volverme loco de preocupación.
-Sí. De acuerdo.
-¿Te encuentras bien ahora? ¿De verdad? -preguntó con sinceridad.
-Claro -insistí-. Creo que serías capaz de curar casi cualquier cosa.
Se rió tímidamente, lo cual fue malditamente adorable.
-¿Estás segura que te encuentras bien? -Sus manos se deslizaron por mis brazos-. Todavía te sientes algo caliente.
-Sí. -Me sentía algo caliente, y mi garganta todavía dolía un poco, pero me encontraba lo suficientemente bien-. Estoy bien.
-Hombre, ojalá ya hubiese sido ascendido, entonces podría curarte-dijo suspirando-. De acuerdo. Vamos, despídete de todos y te llevaré a ese lugar.
El sostuvo mi mano fuertemente, incluso mientras saludaba a sus tíos, sus padres. Él ni siquiera estaba ansioso por pasar el día conmigo hoy, y ahora estaba dispuesto a dejarme en la casa de mis amigos. Para que yo pueda verla; por mí. No era para nada algo que él quisiera hacer, pero lo estaba haciendo por mí. Él estaba todavía preocupado por Theo, ellos intentarían incluso más duro para llegar a mí.
Adam me abrazó y me dijo cerca de cuatro veces lo feliz que estaba de que estuviera bien, y que lo llamara si necesitaba algo. Él deseaba que me quedara allí y no fuera a casa, porque no era seguro para mí. Fred hervía a mi lado, miré hacia atrás y no puede evitar querer reírme. En su mente, Adam intentaba tomar su lugar. Él no tenía el derecho de preocuparse por mí, y yo estaba de acuerdo, pero era algo cómico que ambos se estuvieran peleando por mí en silencio.
Nunca, en toda mi vida, imaginé que dos personas pelearían por mí. Y que lo mismo sucediera la otra noche con Daniel... Estaba impresionada. No era tan atractivo como todo el mundo lo hacía sonar.
Fred me llevó al garaje, con el casco puesto y ya sentada detrás de él, encendió el motor y me preguntó el camino. Le expliqué las direcciones y el manejó lentamente a través del pueblo hacia la casa de ella.
Cuando estacionamos, Sammantha estaba bajando de su pequeño Dodge Neon negro.
Colocó su mano sobre sus ojos para bloquear el sol y nos miró con curiosidad. Cuando Fred me ayudó a descender de la moto y me quitó el casco, ella chilló y corrió hacia mí. Su bolso se sacudía en su hombro, golpeando mi espada cuando me abrazó como si no me hubiera visto en un año.
-¡Emma! ¡Viniste! -Me apartó para mirarme, su cara tenía una enorme sonrisa, y cuando miró a Fred esta se volvió pícara-Y has traído el postre.
-¡Ele! -la reprendí pero Fred comenzó a reír detrás de mí.
-¿Desde cuándo montas en motocicletas? -me preguntó.
Le dije lo mismo que le dije a Daniel.
-Desde que Fred conduce una.
-Oh, buena respuesta. Hola, Fred-dijo ella seductoramente y casi quise golpearla.
-Hola-respondió él mientras me separaba del agarre de Sammy para caminar.
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Editado: 25.11.2024