Chispas

Capítulo 51

Sentí una sacudida a través de mí y mi sangre se tornó fría en mis venas. La piel de Fred se sintió demasiado caliente al tacto pero luego la mía la igualó y estaba ardiendo y congelándome pero en el buen sentido. Su corazón latía a través de mi pecho junto con el mío, haciéndome sobresaltar. Abrí los ojos para mirar a Fred y vi que estaba experimentando lo mismo que yo. Sus ojos estaban muy abiertos y luego se echó a reír lo cual pareció extraño a la vez, pero sabía que no era algo horrible. Se sentía como... como la impronta. Espera... había dicho que estaríamos juntos cuando ocurriera y que se sentaría como improntar cuando ascendiéramos. ¿Podría ser?

―Está bien, Emma. Es de verdad. Está sucediendo.

―¿Cómo? Esto es un sueño.

―No lo sé, pero no me quejo. Esto va a ayudarme a salvarte de alguna manera. Lo sé. ―Me atrajo hacia él de nuevo y me abrazó fuertemente―. Sólo espera, no luches contra ello. Una vez que esté todo hecho, vamos a encontrar una manera de sacarte de allí.

A medida que nos sosteníamos, nuestros cuerpos siguieron pulsando con calor y frío, y parecían respirar por sí mismos.

Es como si nuestras almas se sentaran de nuevo y dejaran que nuestros cuerpos se transformaran y configuraran en otra cosa. Mis extremidades ardían y hormigueaban, mi cabeza se estremeció también y cerré los ojos contra la presión.

Cuando por fin me sentí como si me hubiera acomodado en mí misma, me sentí diferente; más ágil y femenina de lo que había sido en mi anterior cuerpo torpe. Me sentí más correcta y más fuerte, como si finalmente perteneciera y tuviera un fin.

No tenía realmente sentido pero continúe con ello.

―Emma.

Abrí los ojos y miré a Fred a medida que él también se veía un poco diferente. Sus músculos debajo de mis manos en sus brazos eran un poco más definidos y más fuertes. Sus rasgos faciales se veían robustos y crecidos; como si hubiera envejecido, pero no en el mal sentido.

―Fred. Te ves... ―No tenía manera de describirlo para él.

―Lo sé. Estás preciosa. No creía que fuera posible que fueras más hermosa de lo que eras antes, pero, hombre, estaba equivocado.

―Parecía como si estuviera asombrado cuando ahuecó mi mejilla y la acarició suavemente como si fuera algo precioso―. Eres tan hermosa.

Él sonrió y lo sentí todo el camino hasta mis pies. Extendí la mano y tracé un dedo por su frente, por su nariz, los labios mientras él cerraba sus ojos, sus labios entreabiertos.

Todo en él parecía ser diferente. Se sentía diferente. Apoyé mi oreja a su pecho, escuchando y sintiendo los latidos de nuestros corazones bajo su piel, latiendo en sincronía. Recordándome que nada podría literalmente nunca separarme de Fred, o a él de mí. Éramos uno.

Oh Dios... él era mío y era perfecto. No sólo su aspecto, su todo. Pude ver y sentir su alma y la bondad a mi alrededor como si fuera una cosa tangible. Irradiaba amor por mí. Y era mío.

―Sí. Y tú eres mía ―murmuró entre mi cabello, leyendo mis pensamientos―. Para siempre.

Pero entonces algo tiró de mí. Algo que parecía una cuerda o correa a la que estaba conectada. Podía sentir cómo me está tirado hacia la conciencia y me quedé sin aliento cuando me apartó un poco de él.

―Fred. Me está halando. Me está despertando.

―No. Todavía no ―rogó y se pasó los dedos por su cabello, apretando su nariz a la mía.

―Fred, por favor, quédate conmigo ―dije, mi voz quebrándose mientras las lágrimas rodaban por mi cara―. Te amo.

―No es un adiós, Emma. ―Borró mis lágrimas con su pulgar y me besó en la frente―. Te amo tanto. Te voy a encontrar. Estamos ascendidos ahora. Te prome...

Estaba despierta, jadeando y dolorida como nunca antes por Theo arrojando un cubo de agua sobre mí, mi cama y las sábanas.

―Por fin. La almohada no funcionó. Luchabas, no es así. ―Él se rió y se volvió para irse―. Estúpido humano.

Me quedé allí fría, temblando y retorciéndome en la cama en una devastación total, pero en revelación completa también. Ya no era un ser humano. A pesar de que eso era muy claro y el dolor era horrible y volátil, la pérdida de Fred era incomparable.

Una vez más, no tenía sentido del día o tiempo. El dolor simplemente me dominó, por lo que grité y lloré, gritaba por Fred y sentía mi cuerpo tirar y vibrar con un constante latido del corazón lento. Durante todo esto, nadie vino a verme. Nadie abrió la ranura para ver si estaba bien. Nadie me dio agua o trató de calmarme. Sólo me dejaron gritar hasta que de nuevo dormi.

Me desperté confusa, como si estuviera drogada. Pero me había negado a comer su comida o bebida, así que no entiendo cómo siguen metiendo sus drogas en mí para mantener mi ritmo cardíaco bajo. Me limpié la cara de baba, pero me detuve. Olía raro. Olí mi mano y lo probé, escupiendo una vez que me di cuenta que era la medicina. Alguien había estado viniendo, a sabiendas de que me desmayaba por agotamiento de las retracciones, y deslizaba la medicina entonces. Su inteligencia estaba empezando a hacer que mi esperanza fallara. Traté de no gritar de dolor esta vez. Mi garganta estaba en carne viva y áspera de ello y la falta de agua.

Supuse que no tenía sentido en resistirme por más tiempo porque ya me estaban dando la medicina.

Me levanté de la cama, la sábana todavía húmeda alrededor de mí pero me desplomé en el suelo con un gemido y una seca exhalación que dejé escapar una y otra vez. Oh. ¿Cómo? ¿Cómo podría aún estar empeorando? No había manera de que pudiera sobrevivir. Si no salía hasta Fred, me iba a morir. No había otra manera. Y Fred... Él moriría también. Tenía que llegar a él.

Me arrastré y me empujé hacia la puerta donde estaba la bandeja de comida de hoy y encontré una gran botella de Gatorade y un sándwich de pavo y queso. La devoré y estuve sorprendida al sentir todavía mi estómago gruñir después de que todo había desaparecido.

―Voy a que Waliyha te traiga otra de inmediato.




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