A la mañana siguiente nos levantamos y nos fuimos a tomar algo de desayuno. No había comida en la casa así que Fred me llevó a una pequeña cafetería que conocía y me consiguió un frappe y un bollo de miel hecho en casa. Luego me llevó al mini centro comercial y prácticamente me arrastró por mi brazo hasta la tienda de ropa Old Navy.
-Fred, no. Por favor. Todo lo que tienen aquí dentro son pequeñas bikinis de tiras.
Él sonrió.
-Lo sé.
-Fred - Protesté.
-¿Qué llevabas a la playa antes? ¿Una blusa?
-No, -gemí-. Muy bien, muy bien, pero si no puedo encontrar algo para cubrir por lo menos el tres por ciento de mi piel, nos vamos de aquí.
Se echó a reír detrás de mí mientras me llevó a la parte trasera con las manos en las caderas.
-Hecho. Ve por aquí, -me empujó a la izquierda-, y yo iré por este camino. -Él fue derecho y me llamó por encima del hombro-. Nos encontraremos en la caja registradora en quince minutos. -Se volvió para apuntarme-. Con un traje.
-¡Vale! -Grité alegremente y negué con la cabeza hacia él.
Cuando me di vuelta, sentí su mente derrapar en una parada. Se dio cuenta de que acababa de dejarme sola.
¿Vas a estar bien? ¿Puedo ir contigo?
Nop. Estoy bien. Seré rápida.
Estaré por aquí. Puedo sentirte, no te preocupes por nada.
Sin preocuparse. ¿Recuerdas? Esta es una burbuja libre de estrés.
Sentí su risa en mi mente y me reí en mi mano para que nadie pensara que estaba chiflada.
Eso es correcto. Qué estúpido soy por olvidar.
Cogí cinco trajes para probarme y entré en el vestuario. Intenté con el primero y supe que no había necesidad de ir más lejos. Era un top celeste-sabía que Fred me amaría en azul-y tenía manchas de color café y un algo marrón pequeño y escaso para envolver la parte inferior, pero no tan revelador como otros lo eran. Tenía correas por lo menos. Le sonreí a mi reflejo y traté de no taparme. Estaba sola en el vestuario después de todo. Me mordí el interior de mi mejilla. Lucía diferente a la última vez que había estado en un traje. No tan terrible, pero lo suficiente.
Me pregunté qué habría pensado Fred de él.
Me quité el traje y me puse mi ropa rápidamente. Encontré a Fred en la línea de caja con un par de trajes de baño y chanclas negras.
-Hemos encontrado algo, ¿verdad?, -Gritó y giró sus trajes de baño azul oscuro alrededor de su dedo.
-Sí.
Rápidamente tiré mi traje arrugado sobre el mostrador. El cajero alzó el traje y los ojos de Fred se agrandaron.
Ah demonios, Emma.
Suspiró mi nombre ásperamente en mi mente y vi en la suya que casi lamentó venir aquí. No sabía cómo mantendría su cordura en torno a mí usando eso y pateándose a sí mismo, preguntándose que había estado pensando. Todo el mundo me iba a ver con eso puesto y él quería gruñir ante la idea. Me mordí el labio.
El tipo de caja me sonrió. Que se convirtió en una amplia sonrisa cuando me sonrojé cuando siguió mirando y sosteniendo el traje arriba.
El tipo estaba pensando en mí llevando ese traje y la imagen en su cabeza era cómicamente desproporcionada, la forma de la parte superior demasiado grande y la de abajo demasiado estrecha. Quería reírme de él, pero Fred inclinó la cabeza cuando el tipo rubio decolorado por el sol seguía mirando.
-Amigo, -dijo Fred e hizo un gesto con las manos para ponerse en marcha-. Continuemos con esto.
-Oh, claro.
Cobró nuestras cosas, tirando todo en la bolsa y dijo a Fred el total. Cuando Fred estaba buscando en su cartera el tipo me guiñó un ojo. Lo miré con los ojos entrecerrados y quería preguntarle qué pensaba que estaba haciendo. Mi novio estaba a mi lado.
Fred pasó la tarjeta de crédito y tomó el recibo. Miró al hombre cuando él me saludó mientras salíamos por las grandes puertas ventanas hacia la acera. Me reí de él.
-No es gracioso. El tipo estaba fuera de línea-, refunfuñó.
-Es un idiota pero es inofensivo.
-¿Inofensivo? Vi lo que estaba pensando en su mente. Pajero-, murmuró, y tintinearon las llaves con demasiada fuerza.
Reprimí mi risa y lo seguí hasta el jeep.
-Es tu culpa. Querías que compre un traje.
-Sí, lo hice, -admitió-. ¿En qué estaba pensando? Creo que el tirano tiene que hacer una reaparición.
Negué con la cabeza hacia él.
-Eres muy gracioso, -canturreé dulcemente cuando abrió la puerta para mí-. ¿Y ahora qué?
-¿Qué? ¿Quieres que le enseñe una lección al chico surfista?
-No, -me reí-. Quiero decir ¿que haremos nosotros? ¿No se supone que alguien se reunirá con nosotros en la casa?
-Si. No he oído de mi padre aún sobre eso. Vamos a volver a la casa y cambiar de nuestros trajes. Podemos ir a la playa y luego, si él no ha llamado para esta tarde, le llamaré.
-Ok. ¿Quién piensas que es?
-No lo sé. Papá quiere mantener a los peces gordos allí en caso de un ataque o algo así.
Me puse rígida.
-¿Los Thomson harían eso?
-No lo sé. Antes nunca nos han atacado de esta manera. Papá tiene miedo de lo que van a hacer ahora. Él solo debería... -Suspiró duramente cuando arrancó el jeep y salió de nuestro lugar.
En su mente estaba pensando "matar a Sikes", pero se detuvo porque tampoco podía haberlo terminado.
-Está bien, -le aseguré para tranquilizarlo-. Todo se arreglará. No estoy preocupada.
-Bueno, eso es algo nuevo, -murmuró con una sonrisa-. Ya era hora.
-Sé que entre Peter y tú, estaré segura, y tú estás aquí conmigo, así que estarás a salvo también. No tengo nada de qué preocuparme-, suspiré con facilidad y apoyé la cabeza hacia atrás.
Me agarróla mano mientras nos dirigíamos a la casa y la apretó. Fue prácticamente rebosante de adoración y me calentó todo el cuerpo.
-Te amo, Emma.
-Yo también te amo-. Le sonreí, pero entonces tuve una idea. -¿Cómo es que no me llamas Ems lo que sea como todo el mundo lo hace?
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Editado: 06.07.2025