Nosotros le pedimos a un grupo de lectores que calificará las historias. Uno de ellos nos dijo que al final del ejercicio sus amigos comenzaron a ir a su casa todos los días después del colegio, y que hacían turnos para leerse las historias del libro los unos a los otros.
Tu descubrirás, a medida que avances en la lectura que es imposible no sentir deseos de compartir estos relatos con un amigo. Sabemos de un sinnúmero de adolescentes que se los leen por teléfono entre ellos y que se quedan hasta tarde con sus amigos «Solo una historia más». Alguien nos contó, también, que un grupo de amigas se sentó una vez alrededor de una fogata en una excursión a leer las mejores historias y que, después de hacerlo, se sintieron tan inspiradas (y creativas) que se pusieron a escribir ellas mismas y leyeron de noche siguiente entre todas lo que habían escrito.
Estas historias nos han dicho los adolescentes, son útiles para comunicar esas cosas que a ellos les cuesta trabajo expresar.