Chris Pegtom

Prólogo

El taxi llegó a la casa de Lola, miré mi reloj; nueve y media.
Tan puntual como siempre.
Me despedí de mi amiga, después de todo había sido una buena pijamada de dos días.
Subí al carro que conocía perfectamente.
Mi padre tenía como amigo a un taxista, el encargado de llevarme y recogerme a donde sea que yo fuera.
–Buenas noches señorita Peggy - saludó el Señor S, al entrar a su auto. El apellido era Saldaña pero llamarlo por su inicial sonaba más divertido, como en las películas de acción.
–Buenas noches Señor S.

Sin más, condujo hasta casa.
Lola me había enviado un vídeo muy divertido que habíamos hecho horas antes, no esperaba para mostrárselo a papá. Se reiría mucho.

De pronto, ya habíamos llegado.
–Gracias Señor S -dije bajando del taxi.
–Hasta luego señorita. Saludos a su padre –respondió.
Saqué la llave de mi mochila y abrí la puerta.

La casa estaba muy tranquila para ser un domingo por la noche, sobretodo porque papá Siempre veía su programa favorito.
Caminé hasta la sala, no parecía haber indicios de mi padre.
¿Estará jugando?

–Papá, no quieras hacerte el gracioso conmigo otra vez –advertí.
A veces cuando llegaba a casa, él se escondía para asustarme.
La última vez casi me mata cuando me golpeé contra la pared, creyó que lanzarme una enorme araña falsa iba a ser una buena broma.

Oí un ruido en su oficina.
«Te encontré» pensé con una sonrisa en el rostro.

Me acerqué muy lentamente hasta la puerta de su despacho, moví la perilla lentamente, empujé la puerta y quedé horrorizada.

Mi papá no estaba jugando a las escondidas, él se encontraba en el piso desangrándose.
Me congelé, no podía estar pasando.
Me acerqué a él y vi que había sangre en su estómago.
¡Lo habían apuñalado! O disparado, no lo sé. Siempre temí que ese momento llegara, eran los gajes del oficio.

Apreté la herida, así como en las series de televisión.
¿Quién le podía hacer esto a mi padre?

–AYUDA -grité con todas mis fuerzas, como si alguien pudiera oir– ¡POR FAVOR AUXILIO! 
¿Qué hago? Debo llamar a emergencias.
–Peggy –dijo con un hilo de voz.
–No, sh -le decía-. Papá tranquilo, voy a llamar a la pol...
Antes de que tomara mi teléfono, el cogió mi brazo y movió su cabeza lentamente de izquierda a derecha.
No quería ayuda.
Hasta ese momento, no lo había visto a los ojos. Entonces lo hice, su mirada me transmitía dos palabras: Te amo.
Se está despidiendo, no puede hacer eso. No me puede dejar.

Tomé mi celular y marqué al número de emergencias.
Mi padre comenzó a toser sangre y nadie respondía el teléfono.
–¿Cuál es su...? - dijo la operadora luego de unos segundos.
–Ayuda por favor -dije desesperada- mi papá está sangrando... Yo no sé que hacer. Vengan rápido.
–Tranquila ya... - dejé de escucharla cuando él extendió su mano, tenía un papel con algo escrito.
–Lo... Siento -poco a poco sus ojos se fueron cerrando.
–¡PAPÁ! ¡NO! -grité- ¡PAPÁ! 
–Señorita -dijo la operadora- ¿Está ahí? Ya mandé ayuda.

Ni siquiera respondí, no podía articular alguna palabra.

–Papá -susurré y lo abracé, apoyé mi cabeza en su pecho.
Ya no estaba, mi padre ya no estaba, se había ido para siempre. Cerré los ojos y lloré.
No sentí el tiempo pasar,era solo yo, mi padre y la habitación.

Había quedado dormida, un tipo movió mi hombro para  asegurarme que estaba viva. 

–Señorita -me decía el hombre- Somos la policía.
Por un segundo había olvidado qué hacía ahí, y cuando volví a recordar sentí mi corazón encogerse.
–Papá -susurré y levanté la cabeza. Mi padre tendido en el suelo con la mirada en blanco–. No -negué con la cabeza.
–Venga, la ayudo -dijo el oficial apartándome de mi padre.
–¡PAPÁ! ¡DESPIERTA! -gritaba mientras me sacaban de su oficina.
Tenía la esperanza de que los paramédicos dijeran: "Aún respira, llevémoslo de emergencia".
Todo ocurría en cámara lenta; como me apartaban y decían cosas que no lograba oír, se acercaron al cuerpo de mi progenitor y tomaron su pulso.
"Nada" logré leer en sus labios.

Me pasé una mano por el ojo, secándome las lágrimas y me di cuenta que estaba llena de sangre, su sangre.

Con pasos torpes, caminé hasta la cocina, planeaba lavarme las manos pero de un momento a otro todo se volvió borroso y oscuro.

 




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