Pensaba que la cena sería incómoda, pero Tasha y Lola se roban el momento con sus anécdotas. Tyron se une a ellas cuando lo involucran.
No paso por alto la tensión entre mis hermanos y yo, sobre todo con Rex, a quien no debí reclamarle por la decisión que tomó de irse sin mirar atrás. Yo decidí quedarme un año más por Willa, él no y eso es algo que debo respetar. En su lugar, no me gustaría ser juzgado.
La tía Gertrudis no es tan mala como pensé y mostró interés en la casa no por querer parte de esta, sino para conocer el lugar donde vivió su hermana con la rata de su esposo. Una casa que perteneció a su padre antes y nunca supo de esta.
No creo que le guste mucho cuando vea el sitio lleno de humedad, moho y muebles viejos. Cuando vivíamos en esa época la casa no estaba tan mal como ahora, pero tampoco era un lujo.
—A veces desearía regresar a la secundaria. —musita Lola.
—Fue una buena época. —agrega Tyron.
—Tú te la pasabas entrenando y compitiendo. —le dice Tasha.
—Aun así, en esa época todavía disfrutaba de esquiar.
Los tres asienten.
—Yo quiero pedirles disculpas de nuevo a mis sobrinos—exclama Gertrudis—. Y quiero que sepan que a partir de ahora me gustaría formar parte de su vida. Siempre me arrepentiré de no haber buscado a mi hermana y me duele saber que está muerta y que nunca podré arreglar las cosas con ella; aun así, espero poder tener relación con ustedes. Tienen los ojos de ella, sobre todo tú, Willa.
Mi hermana sonríe y estira la mano hasta tomar la de ella.
—Claro que sí, tía.
—Son bienvenidos a Córdoba cuando lo deseen. Me encantaría presentarles a mi esposo, a nuestros dos hijos y a los nietos. Uno de ellos tiene la edad de Valentina y de Leo. Los otros dos son más pequeños.
—Claro, tía. —dice Rex.
Siento una patada en la rodilla y ahogo un quejido al mismo tiempo que veo a Willa sonriendo.
—Sí, en cuanto termine toda la cuestión de la herencia, iremos. —musito.
La tía queda satisfecha con nuestras respuestas y seguimos comiendo mientras ella nos habla de sus hijos. Uno es un abogado que se llevaría bien con Rex y la hija es enfermera casada con un doctor. Típico.
Al final de la cena estoy más relajado y ya no veo con malos ojos a la tía aparecida.
Tasha se levanta de la mesa, se disculpa con nosotros para usar el baño y sale corriendo.
Lola saca el tema de la boda de Willa y Tyron, la cual será con la primera nevada. El año pasado nevó a finales de abril, así que no se sabe exactamente cuando podría ser, pero de seguro será en junio o julio.
Valentina y Leo interrumpen en la mesa pidiendo el postre que Tyron dijo que trajo.
—Yo lo traigo.
—¿Podemos ir a ver a los perros, papá? —pregunta Leo—. Yo quiero uno.
—Sí, tío. Yo me quedaré con Patitas porque es niña y Leo puede quedarse con Caramelo que es niño. También está Burbuja que es niña.
—Sí, seré muy esponsable.
Tyron rueda los ojos.
—Ya veremos. Y se dice responsable.
—Oh, vamos, cariño. Un lindo perro para completar la familia. Es un labrador, muy inteligente. —anima Willa.
—Mamá tiene razón, papá.
—Si los dos se hacen cargo…
—Sí. —dicen al unísono.
Yo me disculpo para ir por el postre. Estoy seguro de que Tyron cederá como cedió Rex. Tyron es más firme con Leo que Rex con Valentina, pero mi cuñado se debilita con mi hermana y a ella no puede decirle que no. Aunque no viven juntos todavía, en cualquier momento ella se mudará con él. De los siete días de la semana, cuatro ella está allá y tiene algunas cosas.
Si bien no me molesta estar solo y Willa puede ser un grano en el trasero, admito que será raro tener el lugar para mí.
En la cocina saco el pastel que trajo mi cuñado, uno hecho por su madre, así que debe ser delicioso.
En eso entra Rex.
—¿Te ayudo?
—Saca los platos. —exclamo dejando el pastel sobre la mesada.
Él lo busca en la alacena y luego agarra las cucharas.
Rex y yo no hablamos desde que le dije lo que le dije y no me gusta estar en esta situación con él luego de reencontrarnos tras años separados.
—¿Lo cortarás aquí o lo llevamos a la mesa?
—A la mesa—respondo—. Y lo siento.
—¿Por qué lo sientes?
—Por lo que dije antes, ya sabes, por reclamarte, por irte y dejarnos a Willa y a mí. Fue mi decisión quedarme y la tuya irte. No tengo derecho a juzgarte.
Apoya la mano en la mesada y asiente.
—Créeme que me arrepentí, en especial cuando supe por lo que le había pasado Willa, luego entendí que no puedo regresar el tiempo atrás y cambiar lo que ya pasó, así que, decidí perdonarme a mí mismo y compensar eso en el presente, estando para Willa y para ti cuando lo necesites.