Mientras más hablo con Tasha, más me gusta. No solo es atractiva, sino inteligente y de carácter. Sabe lo que quiere en la vida, aunque con la llegada del bebé se siente un poco desorientada sin saber que hacer, si quedarse aquí o ir a otra parte.
Yo no puedo aconsejarla porque estoy en la misma situación, aunque al menos no estoy embarazado.
No tengo idea por qué acepté la invitación de Tasha. Tal vez porque me agrada y podemos ser amigos, pues algo más está descartado ya que no me siento listo para tener una relación formal y las relaciones casuales no son mi estilo. Y creo que ella no es muy abierta al compromiso o no hubiese roto dos compromisos.
Me sorprendí cuando Lola contó que Tasha estuvo comprometida dos veces y terminó con ambos unos meses antes de la boda. No dio los motivos, pero dejó claro que no se debía a infidelidad o algo malo que hicieron sus ex, sino que el problema fue ella y su fobia al matrimonio.
Bueno, no puedo culparla, yo estuve casado y fracasé, así que es posible que no esté hecho para eso. Si bien, tengo la esperanza de superar el pasado y algún día tener mi propia familia, tal como mis hermanos que están formando la suya propia.
—¿Y cómo van las cosas con la tía aparecida?
—Bastante bien. Mañana se va. Dice que quiere comprar el terreno con la casa. Le gustaría remodelarla y convertirla en una posada o algo así.
—¿Y ustedes que opinan?
—Que perderíamos dinero porque no puede pagar de contado, sino en cuotas. Gastaría mucho más intentando arreglar la casa. El empresario hotelero nos daría más dinero y de inmediato.
—¿Tus hermanos opinan igual?
—Rex sí, es un hombre práctico. Willa es más sentimental y quiere generar un vínculo—asiente—. Como Rex y yo estamos de acuerdo en venderla al empresario hotelero, así se hará. Él la derrumbará y construirá un hotel desde cero. Willa no quiere discutir por eso, así que quedó como voto unánime.
—Tal vez esa sea la forma de terminar de derrumbar el pasado. Quizás en su casa no se trata de dinero, sino de algo sentimental. Derrumbar la casa del horror de su infancia y adolescencia es una forma de derrumbar el pasado. Si la tía Gertrudis hace la reforma, cambiaría, pero seguiría ahí.
Termino mi café y exhalo un suspiro, sorprendido de que ella lo entienda.
—La psicóloga dijo algo parecido y creo que tiene razón.
—Yo haría lo mismo en su lugar. Cuando mi padre murió y mi madre se fue a vagar por el mundo, quemé y destruí todo lo que ella dejó. Fue mi forma de depurar. Si bien ella está viva y aparece alguna que otra vez cuando necesita algo, ayudó a destruir todo rastro de ella de la cabaña que mi padre me dejó.
Levanto el vaso de jugo.
—Por la depuración.
Ríe y levanta su vaso de jugo.
—Por la depuración parental.
—¿Por qué alguien como tú está soltera?
—¿Alguien como yo?
—Hermosa, inteligente y divertida.
—Vaya, gracias por el cumplido—ríe—. No lo sé. Uno de mis ex prometidos dijo fuera al psicólogo para superar el abandono. Según él, no me quiero casar porque pienso que el matrimonio cambia las cosas y terminará en fracaso.
—Prefieres huir antes que fracasar. Lo entiendo, es lo que yo tendría que haber hecho en lugar de casarme sin estar seguro.
—Yo creo que no he encontrado al hombre ideal, aquel que me complemente y me llene tanto que no sienta miedo aceptarlo como esposo. No lo he encontrado y no quiero conformarme con menos. ¿No estabas seguro de casarte?
—¿Estuviste comprometida más de una ocasión?
—Buen cambio de tema. Te responderé, si tú respondes mi pregunta.
No debí preguntar nada y hablé demás. No suelo hablar sin pensar, pero Tasha duerme mis sentidos y hace que sea imposible.
Su respuesta de no haber encontrado a la persona correcta tiene mucha lógica. Y es algo simple, sin tanto analice como suelen hacerlo los psicólogos.
Rex se casó con Lola sin haber superado el pasado por completo y se dio cuenta después de que estaba enamorado de ella porque no sabía identificar los sentimientos. Su relación funciona porque ella es la mujer ideal para él, al igual que él es el hombre para ella. Se complementan.
Es lo mismo en el caso de Willa y Tyron.
—Tenía dudas si casarme o no. Luego de dos años, creí que lo correcto era dar el siguiente paso y le propuse matrimonio. Ella aceptó y todo fue bien al principio hasta que terminamos divorciados. Algunos amigos en común dijeron que lo veían venir y que nunca debimos casarnos. Amigos de ella me culparon a mí por el fracaso de matrimonio y yo a veces creo que es así y otras veces no.
Y al confesar eso en voz alta, me doy cuenta de que me siento mejor. Tasha es a la primera persona que le confieso esa verdad y lo hago porque pienso que ella me entiende.
—Nunca estuve casada, pero algo que aprendí en mi experiencia es que la relación es de a dos y cuando fracasa ambos tienen la culpa. Por ejemplo, mi novio me engaña, la culpa no es solo de él por engañarme sino mía también porque yo lo permití con alguna actitud como no acostarme con él o no dedicarle tiempo o algo así, al menos que sea un mujeriego infiel y yo sea estúpida para aceptarlo creyendo que conmigo iba a ser diferente. En ese caso sí sería mi culpa… Eso sonó mejor en mi cabeza.