Tasha es lo primero que se viene a mi mente cuando abro los ojos y lo segundo es el instinto de matar a mi hermana por golpear la puerta sin parar.
—¡Cian, no me voy a ir sin ti!
Salgo de la cama y abro la puerta.
—¿En serio?
Mi hermana cruza los brazos sobre el pecho.
—Sí. Me dijiste que irías y debes ir. No me importa que la sesión con la psicóloga te removiera sentimientos que te deprimieron y tampoco que te quedaras trabajando sin parar. Date una ducha, vístete y nos vamos.
—Willa…
—No, dijiste que te esforzarías…
—Lo hago. Ya no estoy encerrado como antes y salgo muy de vez en cuando a tomar algo con Tyron y Rex o solo o… quien sea, pero tengo mis límites.
—Es el cumpleaños de mi suegra y le dijiste que irías cuando te invitó. Si fuera otra persona no me importaría, pero Marina es estupenda y no merece que la plantes, aunque no seas tan cercano a ella.
Odio cuando mi hermana tiene razón.
Ella ama a su suegra y es como la madre que siempre deseó. Yo me alegro porque Willa merece ser amada. Y yo no quiero fallarle a Marina porque siempre ha sido amable conmigo e incluso en un par de ocasiones envió comida para mí con Willa luego de que esta le dijera que estaba muy ocupado cocinando.
—Bien. Dame unos minutos.
Mira la hora en su celular.
—Tienes quince minutos. Para los hombres como tú, sobra.
Paso de ella y voy directo al baño sin querer indagar a que se refiere con hombres como yo. ¿Hombres complicados o heterosexuales?
Mientras me ducho, intento no pensar demasiado en nada porque algunos pensamientos me generan dolor de cabeza, estrés y otras emociones que no siempre logro descifrar.
Hoy pude hablar sobre mi matrimonio con la psicóloga y no me tomé bien lo que ella dijo.
Su sugerencia fue que llamara a mi exesposa y hablara con ella con respecto a lo que pasó en nuestro matrimonio. Dijo que eso tendría que haber hecho en lugar de aceptar el divorcio a la primera oportunidad, al menos si quería arreglar las cosas. Si bien, ella opinó que yo no quería arreglar nada.
No deseo hablar con mi ex, sino dejarla en el pasado.
La psicóloga opina que debería hablar con ella. Con mis padres no puedo hablar porque están muertos, pero puedo hacerlo con mis hermanos y por eso acordé en reunirme con ellos algún día de la semana próxima, luego de mi próxima sesión con la psicóloga.
No ayuda en nada que no deje de pensar en Tasha. En su sentido del humor, su sonrisa y el bebé que lleva en el vientre, un bebé que no es mío y, aun así, no me importa.
Meto la cabeza debajo de la ducha durante un momento para no pensar en cosas que no debo y termino de ducharme antes de que mi hermana entre en el baño y me saque sin problemas. Willa lo haría, de eso no me quedan dudas.
Me envuelvo la cintura con una toalla, salgo del baño y me dirijo a mi habitación con el grito de fondo de Willa.
Tyron le prestó su jeep moderno y anda como ama y señora, presumiéndolo porque ella ama los jeeps.
Me pongo el bóxer, el primer vaquero que encuentro, una camisa azul y paso la mano por mi cabello desordenado. Y ya estoy listo.
Cuando subo al jeep, me arrepiento de inmediato porque Willa no es la mejor conductora.
—¿Debo temer por mi vida?
—No exageres.
Toma un camino diferente al pueblo y frena en una bonita cabaña en medio de la nada. Abro la boca para preguntar si es aquí, al momento que veo a Tasha salir de la cabaña. Ella saluda con una sonrisa.
Y yo que no quería pensar en ella.
—Tyron te ama mucho para que te prestara su jeep—exclama esta subiendo—. Hola, Cian.
—¿Qué tal? Le prestó el auto porque no sabe como conduce.
Willa pone los ojos en blanco y retoma el camino.
—Él conoce mi forma de conducir, pero lo ignora porque me ama—niego con la cabeza—. Tú no sabías como conduzco.
—Lola me dijo y en el corto trayecto hasta la casa de Tasha comprobé que tiene razón—aseguro el cinturón y observo a la mujer que se come mi mente sin proponérselo—. Asegura tu cinturón.
Ella sonríe.
—Estoy bien.
—Ve con cuidado que ella está embarazada—señalo hacia atrás—. No quiero que nada malo le pase al bebé.
Mi hermana me mira y asiente con una sonrisa.
—Es tierno que te preocupes por el bebé de Tasha. ¿No crees, nueva amiga?
—Supongo. Ni al propio padre le importa.
—Ese es un idiota que no vale la pena. Algún día tendrá un buen padre que lo querrá tanto como Rex quiere a Valentina y yo a Leo. La sangre no siempre te hace familia. ¿No lo crees, Cian?
No soy estúpido para no darme cuenta de que mi hermana es porrista de Tasha y quiere que estemos juntos. Ella no entiende como son las cosas entre nosotros. Yo apenas me entiendo a mí mismo.