Observo a Cian hablar con el padre de Tyron mientras me como sándwiches de miga y mini pizzas usando de excusa el embarazo. Lo de esperar a los tres meses para decírselo no funcionó porque todos lo saben y me felicitaron, así que ahora puedo comer sin preocuparme.
No planeo ser una gorda embarazada que se come todo, deseo hacer ejercicio, pero antes debo decidir si me quedo aquí o acepto la oferta de trabajo en Nueva York. La empresa de arquitectura que me quiere dijo que no tienen problemas por mi embarazo y ofrecieron su ayuda para instalarme.
A los dueños los conozco en personas y son hombres serios y responsables. Están ampliándose en el país y en el exterior y quedaron encantados con mis diseños. Lo bueno es que tanto Storm como Rydian son hombres casados y enamorados de sus esposas, pues cuando los conocí solo hablaban de ellas. La esposa de Rydian es una importante publicista en Nueva York y la de Rydian es detective de homicidios. Dejaron claro que me entendería con ambas mujeres, quienes estarían encantadas de ofrecerme su amistad sin condiciones, dado que no tengo amigos en la gran manzana.
Sin embargo, Ushuaia siempre fue mi lugar, mi refugio y me gustaría que mi hijo o hija creciera en un lugar tranquilo como este y no en una gran ciudad.
Y no dejo de pensar en Cian, en su preocupación por mi bebé y en la falta de respuesta a mi pregunta.
No dijo que sentía algo por mí y dudo que sea así. Supongo que estuvo agradecido cuando fuimos interrumpidos en la panadería y al caminar de regreso a la casa de los padres de Tyron, él habló de otra cosa, dejando claro que no siente nada por mí y solo es amable al preocuparse por mí y no sonar mal con su rechazo, o puede sentir algo y está confundido.
Mencionó que ya no le duele pensar en su ex, aun así, piensa en ella y no de buena manera porque su respuesta fue algo distante. Lo que deja claro que no la ha superado y tiene mucho que resolver.
Ya veo que será difícil ser amigos. Por lo menos para mí porque no dejo de sentirme atraída por él y camino por los techos por causa de las hormonas que aumentan mi líbido, o eso leí por ahí.
Termino de comer la mini pizza y le sonrío a la señora que está parada a mi lado observándome. No la conozco, solo sé que es amiga de Marina y la conoció jugando canasta en el centro de jubilados.
—Tienes hambre. —exclama.
—Estoy embarazada, así que como por dos.
Su sonrisa se ensancha.
Al menos el embarazo me sirve para justificar mi exceso de comida, pues como por ansiedad, no por el embarazo.
—Felicidades. Mi marido me controlaba lo que comía para no subir demasiado de peso, después de los treinta es difícil bajar lo ganado.
—Bueno, yo no tengo esposo que me controle y me falta un año para cumplir los treinta.
—Entiendo, no estás con el padre del bebé.
No sé para que mencioné mi embarazo. Tendría que haber dejado que pensara que como mucho y sintiera envidia por ser delgada o que soy bulímica.
Nunca me ha importado la opinión de las personas sobre mí, pero me molesta que me interroguen como en una entrevista de trabajo.
—Aquí tienes tu vaso de fanta. —dice Cian apareciendo a mi lado y extendiendo el vaso.
Frunzo el ceño.
—Gracias.
—Tú debes ser padre del bebé—le dice y pongo los ojos en blanco—. Deberían estar juntos para criar al bebé. Siempre es mejor padres juntos que separados.
—Depende. Mi padre golpeaba a mi madre y ella se quedó con él hasta el día de su muerte. En mi opinión, mis hermanos y yo hubiésemos preferido padres separados.
Escondo una sonrisa bebiendo fanta. La mujer, cuyo nombre no sé, se queda completamente muda y Cian y yo aprovechamos para huir.
—Entre lo que le dije yo y lo que le acabas de decir, debes pensar que seremos malos padres.
—Da igual. No la conozco y, hasta donde sé, Marina dijo que esa mujer se invitó sola.
—Y tú no eres el padre de mi hijo.
Por desgracia, pienso.
Sería muy afortunada por tener a Cian como padre de mi hijo. A pesar de su pasado y sus líos mentales, aunque no sienta nada por mí, sigue siendo una buena opción como padre. Sería amable y se aseguraría de estar siempre para él o para ella. Se esforzaría por no ser como su padre.
Me reprendo mentalmente por pensar en eso.
—La mayoría piensa que sí, hasta el doctor me echó un regaño.
Río.
—Deberías aclararlo.
—No, no me importa. Como dije, no importa lo que opinen los demás. No respiro ni como gracias a ellos.
Asiento intentando no dejarme dominar por las emociones al escucharlo decir que no le importa que lo crean el padre de mi hijo.
—Gracias por rescatarme.
—Puedes devolverme el favor quedándote conmigo para que la hija de la amiga de la amiga de Marina no se me acerque. Está desesperada buscando esposo y le da igual que sea un divorciado con problemas mentales.
—No me gusta deberle nada a nadie, así que te devolveré el favor. Además, no conozco a casi nadie. Me fui hace tanto tiempo que es como si nunca hubiese crecido aquí. Tyron no se separa de Willa y Lola anda pendiente de los niños.