No aparto la mirada de los labios de Tasha, deseando besarla como en mis sueños. ¿Acaso es lo correcto?
La psicóloga piensa que mi ex debe estará superada cuando pueda hablar de ella; sin embargo, yo pienso que lo está si deseo besar a otra mujer, justo como me sucede en este momento.
Cuando estoy con una mujer, soy fiel y si deseo a una, las demás no me interesan.
¿Acaso ella está preparada para eso? ¿Yo lo estoy?
Alzo la mano, hago a un lado su cabello y me acerco todavía más. Relamo mis labios y bajo la cabeza un poco para acercar mis labios a los de ella. Tasha lo desea, puedo verlo en su mirada. Mi corazón se acelera desbocadamente y antes de decidir que hacer, ella envuelve los brazos en mi cuello y termina por cortar la distancia con un beso pausado, pero firme; sin titubeos.
Voy lento porque temo despertar como ya me pasó y me gusta disfrutar del momento.
—¡Hora del pastel!
El grito ese nos obliga a separarnos. Yo giro hacia la puerta encontrando a Willa de pie ahí con cara de sorpresa.
—Ahí vamos, Willa.
—¿Por qué siento que interrumpí algo?
—No fue nada—exclama y paso la mano por mi cabello—. Solo hablábamos.
Mi hermana enarca una ceja y me echa una mirada de no te creo nada, aun así, da la vuelta y cierra la puerta.
Miro de nuevo a Tasha.
—¿No fue nada? —indaga esta.
Trago con fuerza.
¿Qué puedo decir? ¿Qué me encantó el beso y deseo volver a besarla con más intensidad y cercanía? ¿Qué si hubiese pasado unos minutos más habría deseado hacer mucho más que eso?
—Lo siento. No debí besarte… O tú no debiste. No era…
—Tienes razón—corta—. Fue un error—acomoda su cabello detrás de las orejas—. Vamos a cantar el feliz cumpleaños.
—Tasha…
—Está bien, Cian. Lo entiendo.
Pasa a mi lado y no se detiene hasta ingresar a la casa. ¿Por qué sentí que estaba enojada?
Ella dijo que fue un error y yo no creo que lo haya sido. El beso no lo fue, sino el momento.
Regreso al interior con intención de hablar con Tasha para aclarar las cosas y me detengo al verla hablando con Lola.
Ella fue quien dio el primer paso y no puede considerarlo un erro, o tal vez sí.
Odio tener las emociones revolucionadas y la cabeza hecha un lío. Tal vez lo mejor sea hablar con ella en otro momento, uno donde estemos solos.
Todos cantamos el feliz cumpleaños a Marina, ella se emociona con las felicitaciones y apaga las velas luego de pedir tres deseos.
Mientras algunos se acercan a pedir una porción de pastel, yo decido que es hora de irme.
Willa dice que es momento para bailar un poco y hacer karaoke. No permite que me vaya.
¿Karaoke? Nunca hice karaoke.
Me choco a Rex y este me dice que haga de cuenta que no lo vi.
—¿No quieres hacer karaoke? —le consulto.
—Nunca hice y no tengo intención de hacerlo. Canto horrible, según dijo mi hija de seis años tras escucharme cantar en la cocina.
Suelto una carcajada.
—Huyamos juntos.
—Ustedes no van a ningún lado. Hay que fortalecer el lazo de hermanos y la mejor forma de hacerlo es cantando. —exclama Willa tomándonos de las manos—. Andando. Lo haremos los tres juntos.
Rex y yo compartimos una mirada de pánico. No me gusta llamar la atención y me pongo nervioso en público. Por algo trabajo con una computadora.
Mi hermano dice que no tiene problemas en enfrentarse a jueces y clientes en una corte, pero cantar no es lo suyo.
—No voy a cantar—exclama Rex—. Mi hija dice que canto horrible y ella es sincera—dice en el micrófono.
—Yo tampoco. Somos mellizos, así que ya saben. Sus oídos se los agradecerán.
—Vamos, estamos en familia. Nadie se va a reír. —exclama Tyron.
—Cuñado, será mejor que te calles o no te casarás con mi hermana. —exclamo y todos ríen.
Willa me quita el micrófono.
—Nos casaremos igual, amor, con o sin la aprobación de mis hermanos.
Todos comienzan a animarnos, Willa elige la canción, Rex se queja porque no quiere hacerlo y no sabe la canción. Yo ni sé que canción es, tampoco me interesa. Solo veo a las personas y siento que el pánico va a dominarme.
Mis ojos se encuentran con los de Tasha. Ella sonríe y siento que todos los demás desaparecen.
La canción comienza y escucho las voces de mis hermanos, aunque no distingo la canción. ¿No se supone que debe haber una pantalla con la letra?
Miro a mis hermanos durante un momento sintiendo que el pánico se va dispersando. Ya no solo mis hermanos cantan la canción, sino todos y mi mente se aclara lo suficiente para reconocerla y cantarla, aunque con la voz baja. No como Willa que baila y canta a todo pulmón y Rex que le hace señas a su esposa.