Cicatrices de regreso

Capítulo 14: Hoy me celebro... y celebro que estamos juntos.

Dante
Han transcurrido dos meses desde que mi vida ha recuperado su plenitud y ha vuelto a sentirse completa pero he estado reflexionando y leyendo acerca de la importancia de la celebración y de valorar las relaciones que formamos a lo largo de nuestra vida. Me he sumergido en la idea de que cada uno de nosotros merece ser celebrado, y que esos momentos de alegría cobran aún más significado cuando los compartimos con las personas que amamos.

Permítanme contarles una historia personal que resalta un día especial en el que decidí conmemorar mis logros, sin importar cuán pequeños fueran. Fue un instante de autoconocimiento y reflexión en el que llegué a darme cuenta de que, con frecuencia, somos nuestros críticos más duros y tendemos a olvidar el reconocimiento de nuestros propios esfuerzos. Así que tomé la decisión de dedicar un tiempo a reconocer mis éxitos y ser amable conmigo mismo, celebrando cada paso que había dado en mi trayectoria.

Sin embargo, la celebración no se limita al ámbito personal; también se extiende hacia las personas que nos rodean. En este contexto, es fundamental reconocer el papel crucial que desempeñan nuestros seres queridos en nuestra vida. Juntos hemos enfrentado adversidades, hemos compartido momentos de alegría y hemos construido recuerdos invaluables. Por eso, decidí que, para conmemorar este día, quería celebrar no solo mis logros individuales, sino también la conexión que tengo con ellos.

La experiencia de celebrar de manera conjunta se convierte en una poderosa herramienta para fortalecer los lazos afectivos, recordándonos que no estamos solos en nuestro camino y que siempre hay personas dispuestas a acompañarnos en nuestras victorias y a brindarnos apoyo en los momentos difíciles. Así que invité a mis amigos y familiares a unirse a mí en esta celebración, creando un ambiente lleno de alegría y gratitud. La risa, las historias compartidas y el simple hecho de estar juntos convirtieron ese día en un evento memorable, lleno de amor y camaradería.

A medida que me adentro en esta reflexión, profundizo en la idea de reservar un momento cada día para celebrar la vida, las oportunidades que se nos presentan y las relaciones que hemos cultivado. Nos recordamos a nosotros mismos que cada instante es valioso y que siempre hay algo que merece ser celebrado, tanto a nivel personal como en nuestra comunidad. Esto ofrece una perspectiva optimista sobre la celebración y el valor de la compañía. Nos invita a reconocer y apreciar no solo nuestros logros individuales, sino también el invaluable vínculo con quienes nos rodean, creando así un círculo de apoyo y amor que enriquece nuestras vidas. Hoy, me celebro... y celebro que estamos juntos.

Hoy me he permitido algo que raramente hago: tomarme un momento para celebrar. No solo porque es mi cumpleaños ni por la graduación que simboliza el fin de una etapa significativa. Hoy elijo celebrar mi existencia, mi perseverancia y mi crecimiento.

Me he despertado más temprano de lo habitual, envuelto en una curiosa combinación de emoción y serenidad. En la cocina, Beatriz ya está trabajando, luciendo ese delantal que siempre porta cuando se dispone a cocinar algo especial. El aroma a canela y café inunda el ambiente, creando esa atmósfera hogareña que me reconcilia con la vida.

—Feliz cumpleaños, mi niño -me dice con una sonrisa cálida que me desarma

—. Y felicidades por tu graduación. Hoy no te preocupes por nada, solo permítete ser cuidado.

Sonrío, sintiendo lo extraño que es dejarse cuidar... pero también lo necesario que es.

Un poco más tarde, llegan Angelo y Elian. Angelo, con ternura, me besa en la mejilla y me entrega una pequeña caja envuelta en papel azul. Elian, con sus ojos brillantes de alegría, me abraza en silencio, y yo lo estrecho con fuerza. En ese instante, me doy cuenta de que no me falta nada. Mi mundo se siente completo.

La casa se llena de risas, música y aromas deliciosos. Beatriz cocina como si estuviera preparándose para alimentar a un ejército, mientras que nosotros decoramos el salón con luces suaves y guirnaldas que Elian ha elaborado con dedicación. Me miro en el espejo y reconozco a la persona que veo: no soy el chico roto de antes, sino alguien que ha logrado reconstruirse gracias al amor de quienes han decidido quedarse a mi lado.

Más tarde, por la noche, Angelo hace un pequeño discurso. Sabe cuánto me incomoda ser el centro de atención, pero también entiende cuándo es necesario. Habla de mí, de nosotros, de todo lo que hemos alcanzado juntos como familia. Bajo la mirada, conmovido, mientras Elian me aprieta la mano con cariño.

Y en ese momento, lo comprendo todo.

Este día no me pertenece solo a mí. Es un día para todos. Para Beatriz, que me ha sostenido en mis caídas. Para Angelo, que me ama con paciencia y sin condiciones. Para Elian, que es mi mayor orgullo. Hoy no solo me celebro a mí mismo...
Sino que celebro nuestra unión.

Más tarde, Angelo y yo decidimos salir, pero antes de que partiéramos, su padre me lanza una mirada de advertencia que no pasó desapercibida. Al mismo tiempo, Beatriz y Elian están riendo y bromeando acerca de algo que iba a ocurrir esa noche. La atmósfera esta cargada de anticipación y, aunque la advertencia del padre me inquieta, la diversión y el sentido del humor de Beatriz y Elian crean un contraste leve y divertido en la situación.

Angelo me tira suavemente hacia afuera de mi casa mientras me despido de ellos. Luego, ambos subimos a mi coche. Una vez dentro, comienzo a conducir, prestando atención a las indicaciones que me da Angelo para llegar a nuestro destino.

Tan pronto como llegamos, nos bajamos del coche y nos dirigimos hacia el hotel. Al entrar, nos acercamos al mostrador de recepción, donde una chica nos recibe de inmediato. Angelo, al verla, comienza a hablarle y, tras unos momentos de conversación, finalmente le entrega una llave.
Nos dirigimos hacia el ascensor, manteniendo nuestras miradas fijas en los ojos de esa chica. Cada paso que dábamos estaba impregnado de una mezcla de curiosidad y nerviosismo, mientras que su semblante capturaba nuestra atención de manera inquebrantable. Era como si el mundo a nuestro alrededor se desvaneciera, dejando solo el magnetismo de su mirada en el centro de nuestra atención.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.