Cicatrices de regreso

Capítulo 15: Ser en paz también es amar

Elian

La idea de que alcanzar la paz interior es una manifestación del amor, tanto hacia uno mismo como hacia los demás. La paz no es solo la ausencia de conflictos externos, sino un estado de armonía que se cultiva desde adentro. Se discuten los distintos aspectos que contribuyen a esta paz, como la aceptación, el perdón y la empatía.

La aceptación es fundamental en este proceso. Aceptar nuestras circunstancias y a nosotros mismos tal como somos nos permite liberarnos de las ataduras del juicio y la autocrítica. Este acto de amor hacia uno mismo es esencial, ya que establece una base sólida para interactuar con el mundo de manera más compasiva.

El perdón también juega un papel crucial. Perdonar a los demás y, lo más importante, a nosotros mismos, abre la puerta a la sanación emocional. A menudo, el rencor y la ira nos mantienen prisioneros, mientras que el perdón nos libera y nos permite avanzar hacia una vida más plena. Este acto de liberación es, en esencia, un acto de amor.

La empatía, por mi parte, me invita a conectar con los demás desde un lugar de comprensión y compasión. Al ponernos en el lugar del otro, somos capaces de ver más allá de nuestras diferencias y cultivar relaciones más significativas. Esta conexión con los demás no solo nos enriquece a nivel personal, sino que también alimenta nuestro sentido de comunidad y pertenencia.

Termino resaltando que estar en paz es un viaje continuo. Se nos anima a cultivar estos aspectos en nuestra vida diaria, recordando que cada pequeño paso hacia la paz es en sí mismo un acto de amor. Al hacerlo, no solo transformo mi propia existencia, sino que también influimos positivamente en quienes nos rodean, creando un ambiente de amor y armonía que se expande más allá de nosotros.

Estoy sentado en el alféizar de la ventana, observando cómo la luz cálida de la tarde se filtra suavemente a través de las cortinas, proyectando sombras delicadas sobre el suelo de la habitación. Afuera, la vida continúa su curso habitual, pero dentro de mí, algo ha cambiado de manera significativa.

Ya no soy el niño que solía temer hablar, que se refugiaba en los rincones del silencio para no incomodara a nadie. He dejado atrás la carga de fingir que todo está bien cuando en realidad no lo está. Por primera vez en mucho tiempo, he comenzado a escucharte a mí mismo… y he aprendido a creer en mis propias palabras.

Me doy cuenta de que he experimentado un crecimiento sincero. No solo he incrementado mi estatura o añadido años a mi vida, sino que he evolucionado en algo mucho más profundo y significativo. He aprendido a identificar mis emociones, a no avergonzarme de dejar salir mis lágrimas o de reír a carcajadas. He comprendido que amar no siempre es un acto grandioso ni espectacular. A veces, amar implica permitir que el otro se acerque a mí sin temor. Es abrirme a la posibilidad de que me abracen, sin la constante preocupación de que después pueda llegar el rechazo.

Ahora comprendo que estar en paz también es una forma de amar. Amar mis cicatrices, mis momentos de pausa, mis días luminosos y aquellos que resultan difíciles. Mirar a Dante y saber que no tengo nada que ocultar. Ver a Beatriz en la cocina y sentirme verdaderamente en casa, sin la necesidad de ganarme el derecho a pertenecer aquí.

Amar también abarca esto: aceptar que estoy en un proceso de sanación, que no tengo que apresurarme y que puedo permitirme avanzar despacio si así lo necesito. Ya no vivo únicamente para sobrevivir; ahora, vivo para sentir, para compartir, para construir algo nuevo y valioso.

Me recuesto junto a la ventana, dejando que el aire fresco acaricie suavemente mi rostro. Y en medio de esta calma silenciosa, comprendo que la paz que siento en este momento no es simplemente la ausencia de dolor, sino la presencia vibrante del amor.

Por ello, elijo celebrar este sentimiento. No con fuegos artificiales ni con grandes discursos, sino con el acto más valiente que puedo ofrecerme: quedarme. Estar presente en este instante, seguir amando, así, tranquilamente.

Escucho unos suaves golpes en la puerta. Con tranquilidad, me incorporo, respondiendo casi en un susurro, “adelante”. Dante entra en la habitación, mostrando una sonrisa serena y con una manta colgada sobre su brazo.

—¿Te gustaría que viéramos algo juntos? —me pregunta. Asiento con la cabeza, porque realmente me apetece. Me apetece muchísimo.

Nos acomodamos en la cama, él se sienta a un lado y yo al otro, compartiendo la manta que nos sirve como un puente invisible que une nuestros corazones. En la pantalla comienza a reproducirse una película cualquiera, pero no logro concentrarme en la historia. Estoy absorbido por el momento, por la tranquilidad que nos rodea, y poco a poco me permito apoyar mi cabeza en su hombro sin sentir culpa ni vergüenza.

—Hoy te vi diferente —afirma de repente—. Te vi... más libre.

Las palabras me sorprenden y no sé cómo responder. Me quedo en silencio unos instantes, reflexionando, antes de replicar.

—Creo que estoy aprendiendo a quererme un poco más. A no tener miedo de mí mismo.

Dante me sonríe y, con un gesto delicado, me aparta un mechón de cabello detrás de la oreja.

—Siempre supe que eras maravilloso, solo necesitabas recordarlo tú también.

Siento que mi pecho se aprieta, pero no por tristeza. Es una emoción intensa, esa que surge cuando alguien realmente te ve. Giro mi rostro hacia él y lo miro a los ojos.

—Gracias por no rendirte conmigo. Por no soltarme... cuando ni yo sabía cómo pedir ayuda.

Él sacude la cabeza lentamente, con una ternura palpable.

—Nunca estuviste solo, Elian. Solo necesitabas tiempo para darte cuenta.

Sin pensarlo demasiado, me acerco y lo abrazo. No lo hago con miedo ni con distancia. Es un abrazo profundo y sincero, de esos que expresan más que cualquier palabra podría hacerlo.

Y en ese instante, abrazado a él, con la manta cubriéndonos y la película avanzando en un segundo plano, comprendo que no hay un lugar más seguro que este. Aquí, entre los brazos de quienes me salvan... aquí es donde por fin empiezo a vivir de verdad. Estoy atravesando una etapa nueva, llena de emociones, sin miedos, y quiero disfrutar cada momento de este viaje.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.