Cicatrices de regreso

Capítulo 17: Estoy Completamente Sanado

Elian
Han pasado cinco años desde que decidí acudir a un psicólogo, quien me recomendó que continuara escribiendo en una libreta o diario. Tras reflexionar sobre su consejo, he decidido seguir adelante y compartir mi experiencia transformadora, así como la profunda sanación que he logrado experimentar. A lo largo de este relato, me propongo detallar el proceso de sanación en los aspectos tanto físicos como emocionales de mi vida.

Comenzaré reflexionando sobre el instante en que todo dio un giro inesperado. Recordaré las luchas y los obstáculos que enfrenté en mi camino hacia una mejor salud, desde las noches interminables de insomnio que me atormentaban hasta las múltiples visitas al médico que parecían no tener fin. Fue un periodo lleno de incertidumbre y dolor, en el que cada pequeño avance se sentía como una victoria monumental. Sin embargo, a medida que el relato avanza, comienza a emerger una historia de resiliencia y esperanza.

En este camino, es fundamental mencionar las prácticas que se convirtieron en pilares de mi sanación. La meditación, el ejercicio regular y una dieta equilibrada jugaron un papel decisivo en mi recuperación. Todo esto, complementado por el invalorable apoyo de amigos y familiares, quienes se convirtieron en mi red de soporte. Estos seres queridos fueron una fuerza vital en mi proceso, brindándome la motivación y el aliento necesarios para seguir adelante, incluso en los momentos de mayor dificultad.

Finalizo este recorrido con una afirmación poderosa y liberadora: Estoy completamente sanado. Esta declaración no solo simboliza la recuperación física de mis dolencias, sino también un renacer emocional y espiritual. Al pronunciar estas palabras, siento que resuenan en mi interior como un himno de gratitud y liberación, marcando el comienzo de una nueva etapa en mi vida, llena de posibilidades y optimismo.

Ahora, me encanta reflexionar sobre mi propia jornada de sanación, recordando que cada paso, por pequeño que parezca, cuenta en el camino hacia una vida plena y saludable. Cada experiencia vivida me ha fortalecido, y estoy agradecido por la oportunidad de crecer y aprender en este proceso.

Después de plasmar esas palabras en mi libreta, la cierro con delicadeza. La acaricio suavemente con la palma de mi mano, como si se tratara de un objeto sagrado. Dentro de esas páginas se encuentra todo lo que fui… y todo lo que ya no soy.

Me levanto del escritorio y me dirijo hacia la ventana de mi habitación. Al asomarme, veo que el sol comienza a ocultarse tras los árboles del parque que se encuentra frente a mi casa. El cielo se pinta de tonos naranja, rosa y violeta, creando un espectáculo que me cautiva. Disfruto profundamente de los atardeceres, ya que hay algo en ellos que me recuerda que todo está en constante cambio, pero que la belleza siempre tiene una manera de regresar.

Desde la cocina, escucho risas familiares que se entrelazan con el aroma de la comida.

Se trata de Dante, quien ha venido a hacernos una visita y , que está bromeando con Beatriz mientras preparan la cena. Yo, por otro lado, sonrío en silencio, quedándome unos segundos inmóvil, sintiendo lo que hace unos años creí que era solo un sueño: la paz.

Ahora estoy cursando primero de bachillerato. Nunca pensé que llegaría tan lejos. Cada día me esfuerzo, no porque sienta la presión de demostrarle algo a alguien, sino porque quiero hacerlo… porque he descubierto una pasión por lo que estoy aprendiendo y disfruto imaginando un futuro que antes ni siquiera hubiera considerado posible.

—¡Elian, la comida está casi lista! —grita Beatriz desde la cocina.

—¡Ya voy! —respondo con voz clara y segura.

Antes de salir de mi habitación, tomo una hoja en blanco y escribo una sola frase:

Estoy feliz. Y merezco estarlo.

Dejo el papel sobre mi escritorio, como un recordatorio, como una promesa que me hago a mí mismo.

Empiezo a caminar hacia ellos, hacia mi familia. Cada paso que doy me aleja un poco más del oscuro pasado que me acompañaba y me acerca, en cambio, a la vida que he decidido construir. Apenas estoy comenzando a disfrutar plenamente de este regalo llamado vida.

Al entrar a la cocina, lo primero que percibo es el aroma del pan recién horneado y de una salsa casera. Beatriz está sirviendo los platos mientras entona suavemente una canción que no reconozco del todo, pero que me resulta familiar. Dante está sentado, riéndose a carcajadas por algo en su celular.

—Justo a tiempo —comenta Beatriz, mirándome con esa calidez inconfundible

—. Siéntate, tengo una buena noticia para ti.

Me acomodo en la mesa, intrigado.
—¿Qué sucede?

Dante se ríe y le dirige una mirada cómplice.
—No seas impaciente, déjala que lo diga —bromea.

Beatriz se seca las manos con un paño y se apoya en la mesa.
—Dante va a quedarse con nosotros unos días. Tiene libres los días festivos… así que pensé que sería agradable tenerlo en casa, como en los viejos tiempos.

Una ola de emociones me invade: alegría, nostalgia y alivio se entrelazan en mi pecho. Lo miro y él me guiña un ojo.

—¿En serio? —pregunto, esbozando una sonrisa que surge de manera natural.

—Por supuesto —responde Dante—. Ya sabes que no necesito una excusa para volver, pero esta vez… me quedaré más de lo habitual.

No digo nada, solo asiento y bajo la mirada, sintiendo que la felicidad me atrapa como una suave manta. No importa cuánto tiempo pase: cuando estamos juntos, todo se siente en armonía

La cena fue simplemente perfecta. Compartimos momentos entre risas, anécdotas de tiempos pasados y silencios cómodos, esos que no necesitan ser llenados con palabras. Era como si el tiempo no hubiera transcurrido, como si todavía fuéramos los mismos amigos de hace cinco años, pero con una versión mejorada de nosotros mismos. Más fuertes, más auténticos, más nosotros.

Ahora me encuentro en mi habitación, con la lámpara encendida, un libro abierto sobre mis piernas que, sin embargo, no leo. Mis ojos se desplazan sin rumbo por las letras, pero no las procesan. De repente, percibo unos pasos en el pasillo, y me doy cuenta de que, al cabo de unos segundos, Dante asoma la cabeza por la puerta entreabierta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.