Capítulo 3: Los primeros pasos hacia la confianza

El aire dentro del café estaba cálido, pero Ren aún sentía un frío persistente en su interior. Las palabras de Akihiro habían quedado grabadas en su mente: "No tienes que hacerlo solo." No entendía por qué aquel chico, prácticamente un extraño, parecía tan dispuesto a cargar con su oscuridad. Pero, por primera vez en mucho tiempo, Ren sintió la necesidad de intentarlo.

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La tarde siguiente, Akihiro ya estaba sentado en "su" mesa cuando Ren llegó al café. Le hizo un gesto para que se acercara, y aunque Ren dudó por un momento, finalmente caminó hacia él.

—Pensé que no vendrías, dijo Akihiro con una sonrisa ligera.
—No estaba seguro si debía, respondió Ren, dejando su mochila sobre la silla.

—¿Y qué te convenció? preguntó Akihiro, inclinándose ligeramente hacia él.

Ren no respondió de inmediato. Miró por la ventana mientras la nieve comenzaba a caer lentamente.
—Supongo que no quería estar solo hoy, admitió en voz baja.

Akihiro asintió, como si entendiera perfectamente.
—Eso es un buen comienzo.

Ren frunció el ceño, desconcertado.
—¿Un comienzo para qué?

—Para aprender a confiar, dijo Akihiro con naturalidad.

Ren soltó una risa sarcástica.
—No soy bueno en eso. Cada vez que confío en alguien, termino arrepintiéndome.

Akihiro lo observó en silencio por un momento antes de responder.
—Tal vez el problema no sea confiar, sino en quién confías. A veces, simplemente escogemos mal.

Ren lo miró, intentando descifrar si aquellas palabras eran sinceras o solo un intento de consolarlo. Pero los ojos de Akihiro eran claros, como si realmente creyera en lo que decía.

—¿Y cómo sabes que no estoy escogiendo mal ahora? desafió Ren, cruzando los brazos.

Akihiro se encogió de hombros, sonriendo.
—No lo sabes. Pero tampoco lo sabrás si no lo intentas.

Ren no supo qué responder a eso. Había algo en Akihiro que lo hacía bajar la guardia, aunque no quisiera.

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A medida que avanzaba la tarde, la conversación tomó un rumbo más ligero. Akihiro habló de su amor por el dibujo, mostrando algunas ilustraciones rápidas en su cuaderno. Eran caricaturas de los clientes del café, llenas de vida y humor. Ren, a pesar de sí mismo, no pudo evitar reírse al ver un dibujo exagerado del dueño del lugar, con una nariz desproporcionada y un ceño perpetuamente fruncido.

—Eres bueno, dijo Ren, devolviendo el cuaderno.
—Gracias. Es mi forma de desconectar, supongo, respondió Akihiro. ¿Y tú? ¿Tienes algo que te ayude a olvidarte del mundo por un rato?

Ren negó con la cabeza.
—No realmente. Solía leer mucho, pero ahora no puedo concentrarme.

—Quizá deberías intentarlo de nuevo, sugirió Akihiro. Podríamos intercambiar recomendaciones. Yo dibujo y tú lees. Así nos ayudamos a desconectar.

Ren lo miró de reojo, sorprendido por lo fácil que Akihiro hacía que todo pareciera… posible.
—Tal vez, murmuró.

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Cuando llegó la hora de irse, Akihiro lo acompañó hasta la salida del café. La nieve ahora cubría las calles, y Ren se detuvo un momento, mirando hacia el cielo.

—¿Vives lejos? preguntó Akihiro, poniéndose la bufanda.
—A unas calles, respondió Ren.

—Déjame acompañarte.

Ren iba a negarse, pero algo lo detuvo. Por primera vez, la idea de tener compañía no le resultaba desagradable.
—Está bien.

Caminaron en silencio, el crujir de la nieve bajo sus pies siendo el único sonido. Akihiro respetó el espacio de Ren, sin forzar conversación, y eso fue algo que el chico agradeció más de lo que podría expresar.

Al llegar a la puerta del edificio donde vivía Ren, Akihiro se detuvo.
—Bueno, supongo que aquí te dejo.

Ren asintió, pero antes de entrar, se giró hacia él.
—Gracias… por hoy.

Akihiro sonrió, metiendo las manos en los bolsillos.
—Cuando quieras.

Ren subió las escaleras hacia su departamento, sintiendo una extraña calidez en el pecho. Quizá, solo quizá, las cosas podrían empezar a mejorar.