Cicatrices invisibles

Capítulo 11: Fantasmas del pasado

La semana había transcurrido tranquila para Ren, quien comenzaba a encontrar pequeños momentos de alegría en su rutina. Sin embargo, una nube oscura se cernió sobre él una tarde mientras caminaba por las calles del centro.

Estaba comprando pan en una pequeña panadería cuando escuchó una voz que le heló la sangre.

—¿Ren?

Ren se giró lentamente, y ahí estaba. Hiroshi, uno de sus ex, el que más daño le había hecho. El que había roto su confianza con mentiras y traiciones. Su presencia era como un golpe al estómago.

—Hiroshi, murmuró, incapaz de ocultar su incomodidad.

Hiroshi sonrió con esa expresión arrogante que siempre había detestado. Vestía con elegancia, como si quisiera demostrar que su vida estaba perfectamente en orden.

—Vaya, pero si eres tú, dijo Hiroshi con una sonrisa burlona. —No pensé que te atreverías a salir en público después de lo patético que eras cuando terminamos.

Ren sintió cómo la sangre le hervía, pero intentó mantener la calma.
—No tengo nada que decirte, Hiroshi.

—¿De verdad? insistió Hiroshi, dando un paso hacia él. —Porque yo tengo mucho que decir. Como lo decepcionante que fue estar contigo. Siempre tan débil, tan… aburrido. Honestamente, me alegro de haberme deshecho de ti.

Ren apretó los puños, pero antes de que pudiera responder, una voz familiar interrumpió la escena.

—¿Y quién eres tú para hablarle así?

Ren giró la cabeza y vio a Akihiro de pie en la entrada de la panadería. Su expresión era seria, sus ojos llenos de una furia contenida.

—¿Y tú quién eres? preguntó Hiroshi, arqueando una ceja.

Akihiro avanzó, colocándose al lado de Ren.
—Soy alguien que no tolera a imbéciles como tú.

Hiroshi soltó una carcajada burlona.
—Ah, entiendo. ¿Ahora andas con este tipo, Ren? ¿Es esto lo mejor que puedes hacer?

Akihiro no dijo nada más. En lugar de eso, dio un paso adelante y, sin previo aviso, conectó un puñetazo directo al rostro de Hiroshi. El impacto lo hizo tambalearse hacia atrás, tropezando con una silla cercana.

—¿Qué demonios te pasa? gritó Hiroshi, llevándose una mano a la nariz, que comenzaba a sangrar.

—Lo que pasa es que estoy harto de gente como tú, dijo Akihiro, su voz firme pero controlada. —Ren no merece que lo trates así. Nadie lo merece. Y si vuelves a meterte con él, tendrás que lidiar conmigo otra vez.

Ren observaba la escena con una mezcla de asombro y gratitud. Nadie había salido en su defensa de esa manera antes.

Hiroshi se levantó rápidamente, tratando de mantener su orgullo intacto.
—Esto no se queda así, dijo antes de salir corriendo de la panadería.

---

El silencio llenó el lugar una vez que Hiroshi se fue. Ren miró a Akihiro, quien todavía respiraba con fuerza, sus manos apretadas en puños.

—No tenías que hacer eso, dijo Ren finalmente.

Akihiro lo miró, relajando los hombros.
—Lo sé, pero no pude quedarme de brazos cruzados. Nadie tiene derecho a tratarte así, Ren. Nadie.

Ren sintió cómo una oleada de emociones lo inundaba. No sabía si reír, llorar o abrazarlo, así que hizo lo último. Se acercó y rodeó a Akihiro con sus brazos, apoyando la frente en su hombro.

—Gracias, Akihiro. De verdad.

Akihiro respondió al abrazo, pasando una mano por la espalda de Ren con suavidad.
—Siempre estaré aquí para ti, Ren. No importa lo que pase.

---

Esa noche, mientras Ren se sentaba en su cama, reflexionó sobre lo que había pasado. Aunque la aparición de Hiroshi había sido un recordatorio doloroso de su pasado, también le había demostrado algo importante: Akihiro no solo era alguien en quien podía confiar, sino alguien dispuesto a protegerlo, incluso cuando él no podía hacerlo por sí mismo.

Por primera vez en mucho tiempo, Ren se permitió sonreír al pensar en el futuro. Tal vez, solo tal vez, podía permitirse creer en el amor otra vez.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.