La noche aún era joven cuando Akihiro tomó la mano de Ren y lo guió lejos del parque. La tensión del enfrentamiento con Takuma aún pesaba en el ambiente, pero Akihiro no quería que esa horrible experiencia arruinara la velada.
—Vamos a salir a cenar, dijo de repente, sonriendo de lado.
Ren parpadeó, sorprendido.
—¿Eh? ¿Ahora?
—Sí. No quiero que termines la noche recordando a ese imbécil. Quiero que pienses en algo mejor. Y qué mejor que una buena comida y una linda cita.
Ren sintió un leve rubor en sus mejillas. Que Akihiro dijera "cita" con tanta naturalidad lo hizo sentir un extraño cosquilleo en el pecho.
—Supongo que… estaría bien, murmuró, desviando la mirada.
—Genial. Pásame tu dirección, te recogeré en una hora.
Ren dudó un momento, pero al final se la dio. Akihiro sonrió antes de despedirse con un suave beso en la frente.
—
Ren llegó a su departamento y, en cuanto cerró la puerta, se apoyó contra ella con un suspiro profundo.
"Esto es una cita de verdad…" pensó, sintiendo su corazón latir con fuerza.
Caminó hasta su armario y lo abrió, revisando su ropa. No solía arreglarse demasiado, pero esta vez quería hacer algo especial. Akihiro lo había aceptado como era, sin importar su pasado, sin juzgarlo. Lo había protegido, lo había cuidado, y ahora estaba haciendo todo lo posible para que se sintiera mejor.
"Quiero que me vea hermoso."
Sus ojos se posaron en una prenda guardada en la parte más alta del armario: un vestido negro de tirantes finos, ceñido en la cintura y con una falda que llegaba hasta los muslos. Lo había comprado una vez con la idea de usarlo en casa, pero nunca había encontrado el valor para ponérselo en público.
Esta vez, decidió hacerlo.
Después de darse una ducha y arreglarse, se colocó el vestido, se miró en el espejo y se sorprendió con el resultado. Le quedaba perfecto.
Se soltó el cabello, dejando que sus mechones oscuros cayeran sobre sus hombros, y aplicó un poco de brillo en sus labios. Sus mejillas se sonrojaron al imaginar la reacción de Akihiro.
—
Cuando Akihiro llegó a su puerta y tocó, Ren respiró hondo antes de abrir.
Al verlo, Akihiro quedó completamente sin palabras.
—Ren… susurró, con los ojos ligeramente abiertos. Te ves… increíble.
Ren sintió un escalofrío recorrer su espalda al ver la forma en que Akihiro lo miraba. Sus ojos reflejaban admiración, deseo y algo más profundo que no podía describir con palabras.
—G-Gracias… murmuró Ren, sintiéndose un poco nervioso.
Akihiro le ofreció su brazo.
—¿Nos vamos?
Ren asintió y tomó su brazo con suavidad.
—
El restaurante al que Akihiro lo llevó era elegante pero acogedor, con luces cálidas y una atmósfera íntima. Se sentaron en una mesa junto a la ventana, desde donde podían ver las luces de la ciudad.
—No sabía que te gustaba vestirte así, comentó Akihiro con una sonrisa mientras miraba a Ren.
—No suelo hacerlo… pero quería hacerlo para ti, confesó Ren, jugueteando con el borde de su copa de vino.
Akihiro se inclinó un poco más hacia él.
—Me siento muy afortunado, entonces.
Ren sintió su corazón derretirse con esas palabras.
Durante la cena, hablaron de muchas cosas, desde recuerdos de la infancia hasta pequeños detalles de su día a día. Ren se sintió más relajado, disfrutando cada momento. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió querido. Se sintió amado.
Cuando terminaron, Akihiro pagó la cuenta y tomaron un taxi de regreso al departamento de Ren.
Antes de despedirse, Akihiro lo miró fijamente a los ojos.
—Gracias por esta noche, Ren.
Ren sonrió suavemente.
—Yo debería decir lo mismo…
Akihiro acarició su mejilla con ternura antes de inclinarse lentamente. Ren cerró los ojos y sintió los labios de Akihiro contra los suyos en un beso dulce y lleno de sentimientos.
Cuando se separaron, Ren susurró:
—Quédate conmigo esta noche.
Akihiro sonrió y asintió.
Esa noche, por primera vez en mucho tiempo, Ren durmió en paz. En los brazos de la persona que realmente lo amaba.