Al subir al auto, Dereck intentó romper el silencio incómodo que se había formado a penas arranco el auto. Con una sonrisa amable, le preguntó a Miranda:
—Oye, Miranda, ¿hay alguna banda o grupo que te guste? Puedo ponerla en el auto —dijo, tratando de animarla.
Pero Beca lo interrumpió antes de que Miranda pudiera responder.
—Dereck, Miranda es nueva en esto. No la bombardees con tus bandas raras —dijo Beca, riéndose.
Dereck sonrió, mostrando unos hoyuelos en sus mejillas que Miranda no había notado antes.
—Bueno, entonces estaré encantado de darle una cátedra sobre buena música —dijo, con un tono juguetón—. Aunque no te prometo que no te aburriré con mis historias.
Miranda no pudo evitar sonreír al verlo tan entusiasta. Sin embargo, esa sonrisa fue fugaz, ya que su mente volvió a vagar. Beca, notando que el ambiente se estaba volviendo pesado, decidió cambiar de tema y comenzó a contar cómo había sido su semana en la escuela. Dereck escuchaba atentamente, pero no pudo resistirse a dar su opinión.
—Ya les falta menos para terminar la secundaria —dijo Dereck, tratando de sonar alentador—. Deben disfrutar estos años, porque son los mejores de la vida. En la secundaria conoces a un montón de personas con gustos diferentes, y es ahí donde haces amigos que, aunque no los veas siempre, siempre estarán ahí para ti. Además, es el mejor momento para enamorarse por primera vez.
Beca le lanzó una mirada fulminante, recordando que Miranda no estaba en el mejor momento emocional para escuchar ese tipo de comentarios. Dereck, al darse cuenta de su error, se sintió inmediatamente arrepentido. Miró por el retrovisor y vio a Miranda con la mirada perdida, tratando de contener un llanto silencioso.
Miranda no pudo evitar recordar a Gael mientras Dereck hablaba. Recordó cómo se habían conocido, cómo él se había convertido en su protector, en su amigo, y en alguien a quien quería más de lo que estaba dispuesta a admitir. Recordó los paseos en el parque, las risas compartidas y, finalmente, cómo se había ido sin siquiera despedirse. El dolor en su pecho era tan intenso que apenas podía respirar.
Beca, notando la expresión de Miranda, le susurró a Dereck:
—La cagaste, Dereck.
Él la reprendió por la palabrota, pero Beca no se inmutó.
—Es la verdad. Mejor dedícate a manejar, pero en silencio —dijo, mientras se pasaba al asiento trasero para estar al lado de Miranda.
Dereck, sintiéndose cada vez peor, le preguntó a Miranda si estaba bien. Ella asintió con la cabeza, pero no dijo nada. Beca le dijo a Dereck que se callara y se dedicó a abrazar y consolar a su amiga. El resto del viaje fue en silencio, con Beca y Miranda abrazadas en el asiento trasero, mientras Dereck se sentía culpable por haber metido la pata.
De repente, Dereck detuvo el auto frente a una pastelería que, por suerte, todavía estaba abierta. Sin decir nada, se bajó del auto y entró al local. Beca aprovechó el momento a solas para preguntarle a Miranda si se encontraba bien.
—¿Estás bien, Miranda? Si quieres, podemos golpear a Dereck juntas —dijo Beca, tratando de hacerla reír.
Miranda sonrió débilmente y le dijo que estaba bien, que Dereck no sabía nada de lo que había pasado con Gael. Beca se sintió mal por haberle contado a Dereck sobre la situación de Miranda, pero antes de que pudiera disculparse, Dereck tocó el cristal de la ventana.
Beca abrió la ventana, y Dereck le entregó a Miranda un envase con lo que parecía ser un pedazo de torta de chocolate.
—El chocolate es bueno para combatir la tristeza —dijo Dereck, con una sonrisa tímida—. Aumenta los niveles de serotonina y dopamina en el cerebro.
Miranda tomó el pedazo de torta y sonrió, agradecida por el gesto. Beca, viendo la escena, hizo un puchero y le reclamó a Dereck:
—Oye, yo también quiero un pedazo de torta de chocolate. Aunque no esté llorando, ¿eh?
Dereck rió y sacó otro envase de detrás de él, entregándoselo a Beca. Ella le arrojó besos al aire, agradecida, mientras Dereck se sentaba en el asiento delantero y tomaba una cerveza. Beca lo regañó por beber y conducir, pero él le aseguró que solo sería esa cerveza.
Después de terminar sus respectivos pedazos de torta, Dereck puso el auto en marcha y retomaron el camino a casa de Miranda. Al llegar, ambas chicas se bajaron del auto. Beca se acercó a Dereck y le dio un beso en la mejilla, agradeciéndole por el gesto. Miranda observó la escena y no pudo evitar sonreír. Era evidente que Dereck y Beca se querían como hermanos.
Dereck, al ver que Miranda sonreía, le dijo:
—Así te ves mucho mejor, Miranda.
Ella asintió, sintiendo que, aunque el dolor por Gael no desaparecería tan fácilmente,había un poco de luz al final del túnel
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