Capítulo 8: Lazos que se tensan.
Los meses de clases habían pasado, y las vacaciones finalmente llegaron. Miranda había comenzado a salir más seguido con Beca, especialmente a los toques de Dereck. Descubrió que ese estilo de música le gustaba más de lo que esperaba, y Dereck, con su peculiar manera de ser, le había explicado que la música rock, con sus complejas estructuras melódicas y rítmicas, podía ser una herramienta poderosa para el desarrollo cognitivo. Incluso le mencionó que estudios en neurociencia sugerían que escuchar música, en general, podía mejorar habilidades como la memoria, la atención y la capacidad de resolver problemas.
Miranda no entendía a Dereck. Con su apariencia de chico problemático y su actitud despreocupada, parecía todo menos un intelectual. Sin embargo, descubrió que era mucho más de lo que aparentaba. A Dereck le gustaba leer sobre cualquier tema, desde filosofía hasta ciencia, y siempre tenía algo interesante que decir. Un día, mientras salían Beca, Dereck y Miranda decidieron ir al cine. Mientras hacían fila para comprar las entradas, Mateo apareció de la nada y abrazó a Miranda.
—¡Miranda! Hace días que no sé de ti —dijo Mateo, con una sonrisa cálida pero preocupada.
Mateo había empezado un trabajo de medio turno mientras esperaba para comenzar la universidad. Le preguntó a Miranda cómo había estado, y ella, con una sonrisa triste, le respondió:
—Dando un paso al día. No es fácil, Mateo. Saber que Gael me abandonó así… me siento triste, con rabia, con mil cosas.
Mateo sabía que Miranda no estaba bien. Sus ojos habían perdido el brillo que la caracterizaba, y eso lo preocupaba. Aunque hablaba con Gael casi todos los días, este no dejaba de preguntar por Miranda. Mateo le insistía a Gael que debía llamarla y contarle todo, pero Gael seguía reacio. Mientras Miranda y Mateo hablaban, Beca se acercó y saludó a Mateo con desgano. Miranda no entendía por qué Beca era tan fría con él, especialmente cuando con los demás era tan amable.
En eso, Dereck apareció con unos tarros de cotufas (palomitas de maíz) y Mateo frunció el ceño al verlo. Miranda presentó a Mateo y Dereck, y aunque este último lo saludó cordialmente, Mateo no pudo evitar mirarlo con desconfianza.
—Miranda, ¿podemos hablar? A solas —dijo Mateo, acentuando las últimas palabras.
Miranda, aunque confundida, accedió y se alejó un poco con él. Mateo, preocupado por la presencia de Dereck, le preguntó:
—¿Quién es ese tipo? ¿Desde cuándo te rodeas de gente así?
Miranda se enojó un poco y le respondió:
—¿Qué clase de gente, Mateo? Dereck es un amigo.
Mateo, intentando no sonar demasiado protector, le dijo:
—No me malinterpretes, Miranda. Solo que llevo días sin saber de ti, y ahora te veo con un tipo mayor que tú. Tengo derecho a preocuparme.
Miranda, molesta, le respondió:
—Dereck no es tan mayor. Solo tiene dos años más que tú. Y no es lo que piensas, es muy divertido.
Mateo, sorprendido, le preguntó:
—¿Dos años más que yo? ¿Y eso te parece poco?
Miranda le puso la mano en el hombro y le dijo:
—Está bien, Mateo. Es solo un amigo. No te preocupes tanto.
Mateo, aunque no estaba del todo convencido, decidió dejar el tema. Sin embargo, no pudo evitar bromear:
—Está bien, pero voy a estar pendiente de ti. No quiero que aparezcas en los titulares del periódico.
Miranda lo golpeó juguetonamente en el hombro y luego lo abrazó. Al separarse, Mateo la miró fijamente y le preguntó:
—En serio, ¿cómo te has sentido?
Miranda, con los ojos llenos de lágrimas, le respondió:
—Bien, pero podría estar mejor.
Mateo la abrazó de nuevo y le dijo:
—Todo lo que pasa tiene un porqué, una razón.
Ella, entre lágrimas, le preguntó:
—¿Y cuál pudo ser la razón para que él se fuera sin siquiera decirme adiós?
Mateo sintió una presión en el pecho. Sabía que si le decía a Miranda que tenía contacto con Gael, este lo odiaría por romper su promesa de no decir nada. Pero, por otro lado, le dolía ver a su amiga tan triste. Mientras Mateo y Miranda hablaban, Dereck no les quitaba la vista de encima. Beca, fastidiada, le dijo:
—Se te van a salir los ojos si sigues viéndolos así.
Dereck le preguntó:
—¿Estás segura de que ese no es el chico que la hizo llorar tanto?
Beca, exasperada, le respondió:
—Por milésima vez, no. El exnovio de Miranda es Gael. Ese de allá es Mateo.
Beca llamó a Miranda para avisarle que ya iban a entrar a la sala. Mateo le dijo a Miranda que le gustaría verse el próximo fin de semana, y ella aceptó con una sonrisa. Al acercarse a Beca y Dereck, este último le preguntó si todo estaba bien, notando que Miranda había estado llorando.
—¿Estás bien? —preguntó Dereck, con un tono un poco molesto.
Miranda se rió y le dijo:
—Sí, estoy bien. Solo hay cosas que todavía me hacen sentir triste.
Beca intervino con un chiste sobre las tortas de chocolate, lo que hizo reír a todos. Después de ver la película, Dereck llevó a las chicas a sus casas. Primero dejó a Beca, quien aseguraba estar cayéndose de sueño, y luego se dirigió a la casa de Miranda. En el camino, Dereck puso música en el reproductor y ambos comenzaron a cantar al ritmo de Chop Suey! de System of a Down.
—Father, into your hands I commend my spirit. Father, into your hands. Why have you forsaken me? —cantaron juntos, riéndose.
Miranda cambió la canción por algo más fuerte, y Dereck, con una sonrisa, le dijo:
—Creo que he creado un monstruo.
Ella se rió, y él agregó:
—Te ves mejor cuando sonríes.
En eso, el celular de Dereck sonó. Le pidió a Miranda que pusiera el altavoz, y al hacerlo, la voz de Mónica se escuchó, claramente enojada.
—Tengo más de una hora esperándote —dijo Mónica, con un tono cortante.
Dereck se disculpó y le explicó que estaba dejando a Miranda en su casa y que iría enseguida. Esto enfureció aún más a Mónica, quien le dijo: