Cicatrices Que Nos Unen

Capítulo 13: El Regreso.

Miranda comenzaba a sanar. Los días grises que habían seguido a su separación de Gael parecían quedar atrás, aunque las cicatrices emocionales aún estaban presentes. Dereck había sido un pilar en su recuperación, un amigo que, aunque mantenía cierta distancia por respeto a su edad, estaba siempre ahí para apoyarla. Miranda había madurado mucho desde que él la conoció, y ahora, a punto de cumplir dieciocho años, estaba a punto de dar un salto hacia la adultez. Dereck lo sabía y tenía una sorpresa preparada para ella.

Hacía unas semanas, durante una salida al centro comercial, Miranda se había detenido frente a la vitrina de una tienda de música. Durante más de diez minutos, sus ojos se habían quedado fijos sin pestañar. Dereck lo notó, pero no dijo nada en ese momento. Después de dejar a Miranda y a Beca en casa, decidió regresar al centro comercial para ver qué había capturado su atención.

—¿Qué tenía esa vitrina que te dejó tan hipnotizada? —preguntó Dereck en voz baja, mientras caminaban de regreso.

Al ver la guitarra, sabía que tenía que conseguirla para ella. Ya había estado ahorrando, y en unos meses, cuando Miranda cumpliera dieciocho, se la regalaría. También tenía que pensar en un regalo de graduación para Beca y Miranda, pues pronto terminarían la escuela y darían el salto a la vida adulta. "Adultas responsables", pensó con una sonrisa irónica.

Mientras tanto, Miranda y Beca paseaban por los pasillos del colegio. Era un día como cualquier otro, pero algo en el aire parecía diferente. Las dos amigas se sentaron frente a la oficina del director, un lugar tranquilo donde pocos se atrevían a hacer ruido. Hablaban de todo y de nada, como solían hacerlo.

—¿Y qué harás cuando terminemos la escuela? —preguntó Beca, recostándose contra la pared.

Miranda suspiró, jugueteando con los cordones de sus zapatos. —No lo sé... quiero estudiar música, pero también arquitectura, necesito trabajar para independizarme. No quiero depender de nadie.

Beca la miró con admiración. —Eres muy fuerte, Miranda. Sé que lo lograrás.

—Gracias, Beca —respondió Miranda, sonriendo—. ¿Y tú? ¿Qué planes tienes?

Beca se encogió de hombros. —Creo que estudiaré diseño gráfico. Aunque mi mamá quiere que sea abogada, como ella.

Miranda rió. —Siempre puedes hacer ambas cosas. Diseñar abogados, tal vez.

Ambas estallaron en risas, pero la conversación se detuvo cuando Miranda levantó la vista: Gael. Él estaba allí, en el colegio, caminando por los pasillos hacia la oficina del director. Llevaba unos papeles en la mano, pero su mirada se clavó en Miranda. Ella se sintió paralizada. Él se veía igual, pero diferente. Más maduro, más distante. Y ella, a sus ojos, también había cambiado. Ya no era la chica que él había dejado atrás.

—Miranda —dijo Gael en voz baja, como si no estuviera seguro de que fuera realmente ella.

Ella levantó la mirada, sintiendo que el tiempo se detenía. —Hola —logró decir, justo antes de que el director llamara a Gael a su oficina.

Miranda se levantó de un salto, agarrando sus cosas con manos temblorosas. Beca la ayudó, notando la palidez en su rostro. Gael intentó detenerla.

—Espera, Miranda —dijo, pero ella ya se alejaba, sintiendo que el pasado la golpeaba con toda su fuerza.

Caminó tan rápido que Beca apenas podía seguirla. Podría decirse que corrió. Cuando finalmente la alcanzó, la tomó por los brazos y la obligó a mirarla.

—¿Estás bien? —preguntó Beca, preocupada.

Miranda negó con la cabeza, pero las lágrimas comenzaron a caer. No eran lágrimas de tristeza, sino de rabia. —¿Por qué vuelve ahora? —preguntó, su voz temblorosa—. Justo cuando empezaba a sentirme mejor...

Beca la abrazó, sintiendo su dolor. —No lo sé, Miranda. Pero no dejes que él te afecte. Tú eres más fuerte que esto.

Miranda se secó las lágrimas con rabia,ella necesitaba estar sola. —Gracias, Beca. Pero necesito un momento para pensar.

Beca asintió, aunque no estaba del todo convencida. —Llámame si necesitas algo, ¿vale?

Miranda asintió y se fue, sabiendo exactamente adónde ir. Su lugar favorito. Aquella playa que Dereck le había mostrado una vez. Era el único lugar donde podía encontrar paz.

Sin previo aviso, Dereck apareció. Se sentó a su lado en silencio, esperando a que ella hablara.

—¿Qué pasó? —preguntó finalmente, su voz calmada pero firme.

—Ya lo sabes —respondió Miranda, secándose las lágrimas. —Beca te habrá contado.

Dereck negó con la cabeza. —Beca me llamó y me pidió que te buscara. No me dijo nada más.

Miranda tomó aire y comenzó a contarle todo. Las lágrimas volvieron a brotar mientras hablaba de Gael, de cómo su regreso había despertado emociones que creía enterradas. Dereck escuchó en silencio, sintiendo una mezcla de rabia y frustración. Quería protegerla, pero sabía que lo que Miranda necesitaba en ese momento no era un amigo con instintos violentos, sino alguien que la ayudara a encontrar su propia fuerza.

—Miranda —dijo Dereck, mirándola a los ojos—, no dejes que el pasado te defina. Gael fue un capítulo en tu vida, pero no es tu historia completa. Tú eres más fuerte de lo que crees. Has superado cosas que muchos no podrían soportar, y estás a punto de comenzar un nuevo capítulo. No dejes que él te quite eso.

Miranda lo miró, sus ojos aún llenos de lágrimas, pero había algo en las palabras de Dereck que la hacía sentir un poco más fuerte.

—Gracias —susurró, sintiendo que el peso en su pecho comenzaba a aliviarse.

Dereck sonrió. —Siempre estaré aquí para ti. Ahora, ¿qué dices si nos vamos de aquí? Hay un helado con nuestro nombre esperándonos.

Miranda rió, un sonido ligero que pareció alejar las sombras de su corazón. Sabía que el camino hacia adelante no sería fácil, pero con amigos como Dereck, Beca y Mateo a su lado, estaba lista para enfrentarlo. El sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo con tonos de naranja y rosa, como si el universo mismo le recordara que, después de cada atardecer, hay un nuevo amanecer esperando ser descubierto.




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