Dereck había comprado los chocolates hacía ya media hora, pero el helado de chocolate que llevaba ahora no era más que un líquido espeso y derretido. Daba vueltas por las calles, tratando de ordenar sus pensamientos. Le había dicho a Miranda que volvería, pero ahora tenía miedo de verla a los ojos. ¿Qué pasaría si ella se daba cuenta de lo que él sentía? No estaba listo para enfrentar esa posibilidad. No sabía cómo explicarle que, en medio de todo el caos, había descubierto algo que lo había tomado por sorpresa: sus sentimientos por ella.
En eso, llegó un mensaje de Miranda: ¿Dónde estás?
Dereck empezó a escribir una respuesta, pero la borró. Lo intentó de nuevo, y otra vez borró el mensaje. Esto se repitió tres veces, hasta que llegó otro mensaje:
¿Vas a no vas a responder? Sigo esperando mis chocolates y mi pendrive que quedó la última vez en la guantera de tu carro.Le escribió Miranda una vez mas.
Dereck no pudo evitar sonreír al leerlo. Miranda siempre tenía una manera de sacarlo de sus pensamientos más profundos. Finalmente, respondió: Sí, ya voy en camino.
Minutos después, estaba en la entrada de la casa de Miranda. Ella abrió la puerta al escuchar el sonido del auto deteniéndose. Dereck entró, sosteniendo la bolsa de chocolates y el helado derretido.
—Lo siento —dijo, disculpándose—. El helado se derritió porque cometí el error de comprarlo primero.
Era una mentira, por supuesto. No podía decirle que había dado vueltas por la ciudad tratando de calmar sus nervios y ordenar sus sentimientos. No era como si pudiera llegar y soltar: "El helado se derritió porque estaba buscando las palabras adecuadas para decirte que acabo de descubrir que me gustas." No, eso no era una opción.
Miranda lo miró con curiosidad, notando que estaba más callado de lo usual. —¿Pasa algo? —preguntó, con una mezcla de preocupación y curiosidad.
Dereck negó rápidamente. —No, no pasa nada. Solo estoy un poco cansado.
Ella asintió, aunque no parecía del todo convencida. Para cambiar de tema, Dereck le propuso ver una película. No quería seguir hablando de Gael ni de Mateo, y necesitaba distraerse de sus propios pensamientos.
—¿Qué tal si vemos una película? —sugirió, tratando de sonar casual.
Miranda sonrió y asintió. —Buena idea. Prende el TV y busca algo que ver mientras yo sirvo esto —dijo, señalando el helado derretido.
Dereck se sentó en el sofá y comenzó a navegar por las opciones de películas, aunque su mente estaba en otra parte. Miranda regresó con dos vasos llenos de lo que alguna vez fue helado de chocolate. Se sentó a su lado en el sofá, entregándole uno de los vasos.
—Gracias —dijo Dereck, tomando el vaso.
—De nada —respondió Miranda, sonriendo.
Comenzaron a ver la película en silencio, aunque ninguno de los dos estaba realmente concentrado en lo que sucedía en la pantalla. Al cabo de un rato, Dereck sintió que Miranda reposaba su cabeza en su hombro. La miró de reojo y notó que sus ojos estaban cerrados. Se había quedado dormida.
Dereck no la separó de él. Aprovechó el momento para observarla detenidamente. Notó lo fina que era su nariz, la definición de sus cejas, el tono suave de su cabello y el dulce aroma de su perfume. Por un momento, sus ojos se detuvieron en sus labios, y un pensamiento fugaz cruzó por su mente. Pero rápidamente sacudió la cabeza, alejando esa idea. No podía permitirse pensar en eso.
—No, no puedes hacerlo —se dijo a sí mismo en silencio—. Ella es tu amiga. Y además, no ha cumplido la mayoría de edad. Aunque falten solo unos meses, la sociedad lo vería con malos ojos. Y eso, solo si ella logra sacar a Gael de su mente y corazón.
Miranda se movió ligeramente y abrió los ojos, despertando. —¿Qué pasó? —preguntó, bostezando—. ¿Me quedé dormida?
Dereck asintió, sonriendo. —Sí, pero no te preocupes. No te perdiste nada interesante. Yo también me distraje un rato.
Ella sonrió, agradecida. —Gracias —dijo, con sinceridad.
Dereck la miró, confundido. —¿Por qué me agradeces?
—Por tu compañía —respondió Miranda, mirándolo a los ojos—. Siempre estás ahí cuando lo necesito.Eres un buen amigo.
Esas palabras resonaron en Dereck como dagas directas al corazón. Hasta ayer, que Miranda lo llamara "amigo" lo hacía feliz. Pero ahora, esa palabra lo lastimaba. No entendía cómo algo que antes lo llenaba de alegría ahora le causaba tanto dolor.
—No hay de qué —dijo Dereck, tratando de sonar natural—. Sabes que siempre estaré aquí para ti.
Miranda lo miró con una sonrisa cálida, pero Dereck no pudo evitar sentir un nudo en el estómago. Sabía que no podía seguir ignorando sus sentimientos, pero tampoco podía actuar sobre ellos. No ahora, no de esta manera.
Llegó la hora de irse. Los padres de Miranda no tardarían en llegar, y Dereck sabía que no era precisamente el santo de la devoción de ellos. Miranda lo acompañó hasta la puerta, y antes de que él se fuera, lo abrazó con fuerza. Dereck se sintió nervioso, algo que no le ocurría con otras chicas. No sabía cómo reaccionar.
—Descansa, bonita —dijo Dereck, dándole un beso en la mejilla antes de irse.
Mientras manejaba de regreso a su casa, Dereck no podía dejar de pensar en lo que había sucedido. ¿Cómo había llegado a sentir algo más que amistad por Miranda? ¿Y qué iba a hacer ahora? Sabía que no podía simplemente ignorar sus sentimientos, pero tampoco quería arruinar la amistad que tenían. Era un conflicto interno que no sabía cómo resolver.
—¿Qué hago? —se preguntó en voz baja, mientras conducía—. No puedo besarla, no puedo decirle lo que siento. No ahora. No cuando todavía está lidiando con Gael. Y aunque lo hiciera, ¿qué pasaría después? La gente lo vería mal, y ella... ella no está lista para algo así.
Por otro lado, Miranda se quedó en la puerta, viendo cómo el auto de Dereck se alejaba. No podía evitar sentir que algo había cambiado entre ellos, aunque no sabía exactamente qué. Lo único que sabía era que, Dereck siempre estaría ahí para ella. Y eso, en medio de todo el caos, era un consuelo que no estaba dispuesta a perder.