Cicatrices Que Nos Unen

Capítulo 24: Secretos y Confesiones.

Ya habían pasado varios días desde el cumpleaños de Miranda, y durante ese tiempo, no había salido mucho. Beca, siempre atenta a los detalles, había citado a Miranda en una heladería del centro comercial, alegando que necesitaban un día de solo chicas. A Miranda le pareció una buena idea y aceptó sin dudarlo.

A la hora acordada, se encontraron en la entrada de la heladería y se saludaron como si no se hubieran visto en años, con abrazos y risas. Después de entrar y pedir sus helados, se sentaron en una mesita apartada para poder hablar tranquilamente. Comían sus helados sin decir mucho, hablando de todo y de nada, cuando de repente, Beca, sin más preámbulos, soltó la bomba.

—Sé que Dereck se te confesó —dijo Beca, mirando a Miranda con una sonrisa pícara.

Miranda se quedó con los ojos como platos, casi atragantándose con su helado. —¿Cómo sabes eso? —preguntó, sorprendida.

Beca se encogió de hombros, como si fuera lo más normal del mundo. —Dereck es un libro abierto para mí. Me di cuenta de sus sentimientos hacia ti antes de que él mismo los admitiera.

Miranda se quedó en silencio, revolviendo su helado con la cuchara. —No sé qué pensar, Beca. Creo que Dereck está confundiendo nuestra amistad con algo más.

Beca negó con la cabeza, mirándola fijamente. —No, no está confundido. Lo conozco bien, y no es así. Él realmente siente algo por ti.

Miranda suspiró, sintiendo que el peso de la confesión de Dereck la abrumaba. —Es que... todavía tengo sentimientos por Gael. Esto me tiene muy confundida.

Beca la miró con curiosidad. —¿En serio? ¿Todavía piensas en Gael después de todo lo que pasó?

—No es fácil olvidar un amor que te hizo feliz unos meses y llorar por años —respondió Miranda, con un tono melancólico. —Gael fue mi primer amor, mi primer beso, mi primer novio. En cambio, Dereck es un amigo que me hace reír, que me ha ayudado en mis momentos más tristes, que me da consejos y me saca de esa tristeza.

Beca la miró con incredulidad. —¿Te estás escuchando? —preguntó, levantando una ceja. —Dereck no es solo un amigo, Miranda. Es alguien que está ahí para ti, que te cuida y que claramente siente algo más.

Miranda no supo qué responder, así que Beca, con su típica forma de ser, cambió abruptamente el tema. —Bueno, vamos a tener que pedir otro helado porque el mío se acabó muy rápido.

Miranda sonrió, agradecida por el cambio de tema, y se levantó para ir por dos helados más. Cuando regresó, Beca retomó la conversación.

—Te lo digo en serio, Miranda. Dereck está enamorado de ti. No está confundido.

Miranda negó con la cabeza. —No lo sé, Beca. A veces pienso que él todavía no ha superado a Mónica. Desde hace tiempo, las letras de sus canciones son tristes y melancólicas.

Beca comenzó a reír a carcajadas, tan fuerte que varios clientes de la heladería voltearon a mirarlas. Ella levantó las manos en señal de disculpa y luego, con una sonrisa traviesa, comenzó a cantar un verso improvisado:

"Estoy enamorado de una chica que ama a otro,
pero cada día me acerco más a su corazón.
Aunque sé que no soy su primer amor,
quiero ser el último, el que la haga brillar con más color."

Miranda se sonrojó, pero Beca no le dio tregua. —¿Ves? Esas canciones son claramente para ti.

Miranda intentó cambiar el tema nuevamente. —También está el hecho de que no lo conozco del todo. Y tengo miedo de esa faceta de él que mostró el día de la fiesta. Nunca lo había visto así. Llegué a pensar que podía malograr a Gael.

Beca la miró con seriedad. —Te voy a contar un secreto, pero no puedes mencionarlo nunca.

Miranda asintió con la cabeza, intrigada.

—Después de que Dereck se fue de su casa, cambió mucho —comenzó Beca, bajando la voz. —Estaba resentido con todo el mundo. Como ya sabes, Dereck fue adoptado, y su padre adoptivo golpeaba a su madre. Esa noche, él quiso protegerla, pero no pudo porque era solo un muchacho. Desde entonces, decidió que se pelearía con todo el que pudiera para descargar su enojo.

Miranda escuchaba en silencio, sorprendida por lo que Beca le estaba contando.

—Yo lo vi caer en un hoyo sin fondo —continuó Beca, con un tono triste. —Fue en ese momento cuando se hizo su primer tatuaje. Pero luego conoció a Walter, y todo cambió.

—¿Walter? ¿El mismo Walter que conocemos? —preguntó Miranda, incrédula.

Beca asintió. —Sí, el mismo. Walter lo ayudó a encaminarse en el mundo de la música. Le dijo que en vez de ir por la vida golpeando gente y autodestruyéndose, canalizara todo ese enojo en algo positivo. Fue entonces cuando Dereck dejó de pelear y comenzó a tocar la batería.

Miranda no podía creer lo que estaba escuchando. Sabía que Dereck había sido adoptado y que llevaba un arete que le había dejado su madre biológica, pero no conocía toda esta historia.

—Walter le ayudó a mejorar sus notas, a graduarse de la escuela, a encontrar algo que lo apasionara —continuó Beca. —Dereck decidió ponerse el arete como un recordatorio de su madre biológica, como una forma de mantenerla cerca, aunque no pudiera estar con ella.

Miranda se quedó en silencio, procesando todo lo que Beca le había contado.

—No estoy segura —añadió Beca—, pero lo más probable es que esa noche, cuando te vio forcejeando con Gael, haya visto en ti a su madre adoptiva. Y quiso protegerte como no pudo hacerlo con ella.

Después de un largo silencio, Beca se levantó. —Vamos, caminemos un poco. Necesito estirar las piernas.

Miranda asintió, y ambas salieron de la heladería para pasear por el centro comercial. Pero mientras caminaban, Miranda no podía dejar de pensar en todo lo que Beca le había contado sobre Dereck.

—Beca —dijo finalmente, rompiendo el silencio—, ¿crees que debería darle una oportunidad a Dereck?

Beca la miró con una sonrisa. —Eso depende de ti, Miranda. Pero te diré una cosa: Dereck es alguien que vale la pena. Y si decides darle una oportunidad, estoy segura de que no te arrepentirás.




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