Cicatrices Que Nos Unen

Capítulo 25: Una noche inolvidable.

Habían pasado seis meses desde aquella salida solo de chicas en la heladería, y Miranda llevaba meses preparando en secreto una canción con la ayuda de Walter. Esa noche, finalmente, la tocaría en vivo como una sorpresa para Dereck, quien celebraba su cumpleaños número veintitres. La idea había sido de Walter, quien recordó que una vez Miranda había mencionado que le gustaría tocar algo con ellos. Dereck, en ese momento, había dicho que estaría muy feliz si eso sucedía. Así que Walter planeó todo para que, durante la presentación de la banda en "El Cuervo", Miranda entrara sin que Dereck lo supiera.

—¿Estás nerviosa? —le preguntó Walter a Miranda unos minutos antes de que comenzara el show.

—Aterrada —respondió Miranda, ajustándose la guitarra que Dereck le había regalado en su cumpleaños.

—Es normal —dijo Walter con una sonrisa tranquilizadora—. Pero una vez que empieces, los nervios se te pasarán. Todo es cuestión de acostumbrarse.

Mientras tanto, Beca estaba sentada en una mesa cerca del escenario cuando apareció Mateo. Ella lo miró con sorpresa.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Beca, levantando una ceja.

—Miranda me pidió que viniera —respondió Mateo, encogiéndose de hombros—. Insistió tanto que quise complacerla.

—¿Y te dijo para qué? —preguntó Beca, curiosa.

—No —dijo Mateo, sonriendo y cambiando de tema—. Pero es raro que tú no me hayas tratado mal todavía.

Beca se encogió de hombros, riéndose un poco. —No te preocupes, todavía hay tiempo.

En ese momento, las luces del local bajaron y la música comenzó a sonar. La banda tocó una de sus canciones nuevas, y cuando la melodía estaba a la mitad, Miranda apareció en el escenario desde un punto donde Dereck no podía verla. Él, al escuchar la guitarra adicional, miró hacia los lados, confundido, hasta que finalmente la vio. Su rostro se iluminó con una sonrisa enorme, pero siguió tocando, emocionado por la sorpresa.

Mientras tanto, en la mesa, Mateo gritó de emoción al ver a Miranda en el escenario. —¡Nunca la había visto así! —dijo, impresionado.

Beca sonrió, pero su expresión cambió cuando vio a alguien más entrar al local. —¿Qué hace Gael aquí? —preguntó, furiosa.

Mateo se volvió, sorprendido. —No tengo ni idea.

Beca se levantó de la mesa y se acercó a Gael, seguida de cerca por Mateo. —¿Qué haces aquí? ¡No tienes derecho a estar aquí! —le dijo Beca, con los brazos cruzados.

Gael se defendió, manteniendo la calma pero con un tono arrogante. —Pagué por entrar, así que sí tengo derecho.

Mateo intervino, mirando a Gael con curiosidad. —¿Cómo supiste que estaríamos aquí?

—Te escuché hablando con Miranda —respondió Gael, sin rodeos.

Mateo suspiró. —No te dije nada porque Miranda no te invitó, y yo mismo no sabía para qué quería que viniera.

Gael asintió. —Tranquilo, no estoy molesto. Solo vine a verla, no sabia que estaría en el escenario.

Beca no parecía convencida, pero Mateo le puso una mano en el hombro. —Déjalo, Beca. Gael promete comportarse. ¿No es así, Gael? —dijo, mirándolo amenazadoramente.

Gael sonrió, agradecido. —Mejor disfrutemos de lo que queda de la canción.

Al terminar la canción, Dereck se levantó de su asiento en la batería y corrió hacia Miranda, levantándola en un abrazo emocionado. —¡Eso sí que fue una sorpresa! —dijo, riendo.

—Es tu regalo de cumpleaños —respondió Miranda, sonrojada. —Quería comprarte una batería nueva, pero ya sabes que con lo de la mensualidad que me dan mis padres no alcanza —se sonrió, y Dereck no dejó de verla con un brillo especial.

Dereck sonrió, mirándola a los ojos. —Estar contigo aquí es el mejor regalo que podía pedir.

Miranda se perdió un momento en sus ojos y en los hoyuelos que tanto le gustaban, sintiendo que algo entre ellos había cambiado.

Bajaron del escenario y se dirigieron a la mesa donde estaban Beca, Gael y Mateo. Miranda vio a Gael y dudó por un momento, pero él se acercó.

—¿Podemos hablar? —preguntó Gael, con un tono suave.

Miranda pensó en rechazarlo, pero Mateo intervino. —Prometió comportarse.

Miranda asintió, mirando a Dereck, quien no parecía muy convencido. —¿Estás segura? —preguntó Dereck con algo de enfado, pero Walter, que apenas se acercaba, le puso la mano en el hombro.

—Sí —respondió Miranda—. Tengo una conversación pendiente con él desde hace mucho tiempo, y quiero aclarar las cosas de una vez por todas.

Dereck asintió, aunque con cierta reticencia. —Voy a estar cerca por si me necesitas.

Miranda le sonrió con ternura, algo que Gael notó de inmediato.

Se sentaron en una mesa apartada pero bajo la vista de Dereck, y después de unos segundos de silencio incómodo, Gael habló. —Te veías muy bien allá arriba. Nunca pensé que se te diera eso de pararte frente a tanta gente, con lo penosa que eras.

Miranda lo miró fríamente. —Lo era. Tú lo has dicho.

Gael se removió incómodo en su asiento. —Recuerdo cuando te conocí en los pasillos. No queda mucho de esa pequeña.

—Sí, he crecido y madurado —respondió Miranda, con un tono firme—. La vida y las personas me han obligado.

Gael bajó la mirada, sintiendo el peso de sus palabras. —Me siento muy mal por cómo actué la última vez que nos vimos.

Miranda lo miró directamente a los ojos. —¿Qué quieres hablar conmigo, Gael? Sé directo.

Gael respiró profundamente. —Me gustaría que volviéramos a intentarlo. Sé que actué inmaduramente cuando me tuve que mudar por lo de la enfermedad de mi mamá, pero todavía te quiero.

Miranda negó con la cabeza. —Es mejor dejar las cosas como están. Fuiste un buen amigo, pero como novio fuiste... —se detuvo, buscando las palabras adecuadas, no quería perder la serenidad y compostura que tenía en ese momento—. No funcionó. Lo único que puedo ofrecerte es una amistad, y eso por recordar los buenos momentos que, aunque no fueron muchos, son con los que prefiero recordarte.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.