Capítulo 29: Un halo de romanticismo.
Al llegar al apartamento de Dereck, Miranda se siente un poco nerviosa. No es la primera vez que está allí, pero esta vez todo parece diferente. Dereck abre la puerta y la invita a pasar.
—¿Quieres algo de beber? —pregunta Dereck, tratando de mantener la calma.
—Agua está bien —responde Miranda, sonriendo—. No creo que mi cuerpo resista más alcohol.
Dereck sonríe y le dice: —Tampoco pensaba darte más.
Le trae un vaso de agua y se sienta a su lado, manteniendo una distancia prudente. Miranda lo mira, sintiendo que el silencio entre ellos es incómodo pero lleno de cosas no dichas.
—Dereck —dice Miranda, rompiendo el silencio—, necesitamos hablar sobre lo que pasó anoche.
Dereck suspira, sintiendo que el momento que tanto temía había llegado. —Sí, lo sé.
Comienza a hablar, casi en un monólogo, mientras Miranda lo escucha atentamente. —Entiendo que no estás acostumbrada a beber, y es normal que hicieras cosas sin pensar. Yo mismo me sentía un poco mareado y debí detenerme, pero... los sentimientos que siento por ti me ganaron.
Miranda intenta hablar, pero Dereck no la deja. —Estoy claro de mis sentimientos hacia ti, Miranda. Y entiendo que tú aún puedas estar confundida. Lo que sentías por Gael fue algo que duró mucho tiempo, y no es fácil olvidar eso.
Dereck continúa, con un tono sincero y vulnerable. —No sé en qué momento mis sentimientos hacia ti cambiaron. Cuando te conocí, eras una chiquilla que estaba pasando por un mal momento, y sentí la necesidad de protegerte, de evitar que alguien te hiciera más daño del que ya te habían hecho. Nunca te vi de otra forma... hasta hace unos meses.
Miranda lo mira, sorprendida por la honestidad de sus palabras.
—La verdad es que tú también has cambiado —continúa Dereck—. Ya no eres aquella niña que conocí hace tres años. Yo trataba de negar lo que sentía, diciéndome que solo eras mi amiga. Pero el día que te encontré tan rota, luego de que te reencontraras con Gael... ese día me di cuenta de que me estaba enamorando de ti.
Dereck hace una pausa, respirando profundamente. —Decidí esperar, esperar a que sanaras tu corazón. Pero el día de la fiesta de tu graduación, decidí confesarte lo que sentía. No espero que te sientas obligada a corresponderme. Si te lo dije, fue porque ya no podía ocultarlo. Hasta Beca y Walter se dieron cuenta de lo que me estaba pasando contigo.
Miranda lo mira directamente a los ojos y le pregunta: —¿Ya terminaste? Porque yo también tengo cosas que decirte.
Dereck asiente, y Miranda comienza a hablar. —No sé si estoy o no enamorada de ti, pero lo que sí sé es que te quiero, y no como un amigo. Me gustas, pero no sabría decir si es amor.
Dereck la escucha en silencio, sintiendo que su corazón late con fuerza.
—El beso no fue producto del alcohol —continúa Miranda—. Lo que dije y lo que hice fue real. No sé si fue rabia o celos lo que sentí aquella noche, cuando te vi llorar por la ruptura con Mónica, pero me dolió verte tan vulnerable por una mujer que no te merecía.
Miranda hace una pausa, buscando las palabras adecuadas. —Aunque me dio miedo verte tan fuera de sí esa noche, cuando te peleaste con Gael, sentí que siempre estaría protegida contigo.
Dereck la mira, sintiendo que cada palabra de Miranda lo acerca más a ella.
—A lo que quiero llegar con todo esto —dice Miranda, sonriendo—, es que yo también siento algo intenso por ti. Y me gustaría descubrir si es amor.
Dereck la mira, sintiendo que una gran carga se ha levantado de sus hombros. —¿Estás segura?
—Totalmente segura —responde Miranda, sonriendo—. Dereck, tú me haces feliz. Y no quiero perder eso. Los mejores recuerdos de estos últimos tres años son gracias a ti.
Dereck sonríe, sintiendo que el mundo parece más brillante en ese momento. —Yo tampoco quiero perderte, Miranda.
Miranda se acerca a Dereck, y él cierra la poca distancia que quedaba entre ellos. La besa suavemente, sintiendo su aroma, su sabor. Después de unos segundos, se separan y se miran fijamente, como si el mundo se hubiera detenido. Luego, Dereck vuelve a besarla, pero esta vez el beso es más intenso, lleno de pasión y de todo lo que habían estado reprimiendo.
En ese momento, suena el timbre. Dereck agradece la interrupción, porque su mente había empezado a volar. Es Beca, que llega con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Interrumpo algo? —pregunta Beca, con un tono juguetón.
—No, para nada —dice Miranda, riendo—. Estábamos hablando.
Beca se sienta junto a ellos, y la conversación fluye naturalmente. Aunque de vez en cuando, Dereck y Miranda se intercambian miradas que hacen sonrojar a Miranda. La tarde transcurre entre risas y bromas, pero hay un halo de romanticismo en el aire que nadie puede ignorar.
Walter se había unido a mitad de la tarde, y mientras Beca contaba una historia divertida sobre algo que le pasó con él, Miranda no podía evitar mirar a Dereck de reojo. Él la miraba de vuelta, y sus sonrisas cómplices no pasaban desapercibidas para Beca ni para Walter. Ambos habían observado lo acontecido entre sus amigos el día anterior, y Beca sabía que esa tarde había pasado algo importante. Sin embargo, decidió esperar a que alguno de los dos hablara.
—Oigan, ¿qué está pasando aquí? —preguntó Beca, levantando una ceja con curiosidad—. Parece que hay algo que no me están contando.
Miranda se sonrojó, pero Dereck respondió con calma: —Nada, Beca. Solo estamos disfrutando de la tarde.
Beca no parecía convencida, pero decidió no presionar. —Bueno, si ustedes lo dicen. Pero si hay algo, ya saben que pueden contarme.
—Claro —dijo Miranda, sonriendo—. Siempre contamos contigo.
Walter, siempre el bromista, intervino: —Yo sí me quiero enterar del chisme.
Beca le dio un codazo en el costado, y Walter se quejó exageradamente. —¡Ay! ¿Qué hice?
Todos se rieron, y la atmósfera se llenó de complicidad y alegría. La tarde continuó con más risas y bromas, pero había un entendimiento tácito entre Dereck y Miranda. Sabían que algo había cambiado entre ellos, y aunque todavía había cosas por descubrir, estaban dispuestos a descubrirlo juntos