Capítulo 32: Seis meses después.
Seis meses habían pasado desde aquella noche en la que Miranda y Dereck habían compartido su primera cena juntos, y desde entonces, su relación había florecido de una manera que ninguno de los dos había imaginado. Habían pasado por momentos dulces, risas compartidas, noches de películas interminables y conversaciones profundas que los habían acercado aún más. Sin embargo, en el fondo de sus corazones, ambos guardaban secretos y miedos que aún no se atrevían a confrontar por completo.
Uno de los momentos más memorables fue cuando decidieron contarle oficialmente a sus amigos sobre su relación. Fue durante una reunión en casa de Beca, donde todos se habían juntado para celebrar el cumpleaños de Walter. Miranda y Dereck llegaron juntos, tomados de la mano, y aunque Beca y Walter ya lo sospechaban, la confirmación oficial los llenó de alegría.
—¡Finalmente! —exclamó Beca, abrazando a Miranda con fuerza—. Sabía que esto iba a pasar. ¡Te lo dije!
Walter, por su parte, le dio una palmada en la espalda a Dereck con una sonrisa cómplice. —Bien hecho, amigo. No sabía que tenías ese lado romántico.
Sin embargo, el momento más tenso fue cuando Mateo llegó. Todos sabían que él y Gael eran amigos cercanos, y aunque Mateo siempre había sido comprensivo con Miranda, nadie sabía cómo reaccionaría al enterarse de que ella estaba saliendo con Dereck. Mateo nunca había ocultado su desconfianza hacia Dereck, especialmente por su historial de peleas y su temperamento explosivo en el pasado.
—Así que... esto es oficial, ¿eh? —preguntó Mateo, viendo a Miranda y luego a Dereck con una ceja levantada.
—Sí —respondió Miranda, con una sonrisa tímida pero llena de esperanza—. Espero que estés bien con esto. Eres mi amigo, y quiero que compartas conmigo este momento de felicidad.
Mateo se quedó en silencio por un momento, sus ojos estudiando a Dereck con una mezcla de curiosidad y escepticismo. Finalmente, esbozó una sonrisa. —Lo único que importa es que seas feliz, Miranda. Y si Dereck es quien te hace feliz, entonces estoy contento por ti. Pero... —hizo una pausa dramática y se acercó a Dereck—, dame un minuto contigo, amigo.
Dereck asintió, siguiendo a Mateo a un rincón de la sala donde pudieran hablar en privado. Mateo cruzó los brazos y lo miró directamente a los ojos. —Escúchame bien, Dereck. Si haces llorar a Miranda, aunque sea una vez, te las verás conmigo. Con lo de Gael ya fue suficiente, y no pienso permitir que alguien más le haga daño.
Dereck mantuvo la calma, a pesar de la tensión en el aire. Sabía que el pasado violento que había dejado atrás aún pesaba sobre él, pero no permitiría que eso lo definiera. —No tienes que preocuparte por eso, Mateo —respondió con firmeza—. Amo a Miranda, y no tengo intención de lastimarla. Ella es lo más importante para mí.
Mateo lo observó por un momento, como si buscara alguna señal de falsedad en sus palabras. Finalmente, asintió y le extendió la mano. —Está bien. Pero no lo olvides.
Dereck le dio un apretón de manos, agradecido por el apoyo tácito de Mateo. Aunque la relación entre ellos no era cercana, ambos sabían que lo importante era el bienestar de Miranda.
A pesar de lo bien que iba su relación, había algo que inquietaba a Dereck. Seis meses habían pasado, y aunque él no dudaba en decirle a Miranda cuánto la amaba, ella nunca le había respondido con esas mismas palabras.
—Te amo, Miranda —le decía Dereck, mirándola a los ojos con sinceridad.
Miranda siempre respondía con una sonrisa, un abrazo o un beso, pero nunca con un "Yo también te amo". Al principio, Dereck no le dio mucha importancia, pensando que tal vez ella necesitaba más tiempo. Pero a medida que los meses pasaban, esa falta de reciprocidad comenzó a generar una duda en su corazón.
—¿Por qué no me lo dice? —se preguntaba Dereck en silencio, mientras la observaba dormir una noche que se quedo dormida mientras veian una película juntos—. ¿Es que no siente lo mismo por mí?
Esa duda lo atormentaba, pero no quería presionarla. Sabía que Miranda había pasado por mucho en el pasado, y entendía que tal vez necesitaba más tiempo para abrirse completamente. Sin embargo, no podía evitar sentir que algo faltaba.
Una tarde, mientras estaban en el parque, disfrutando de un día soleado, Dereck decidió que era momento de hablar con Miranda sobre lo que sentía. El sol brillaba sobre el lago, y el viento jugueteaba con el cabello de Miranda, pero la tranquilidad del momento contrastaba con la tormenta de emociones que ambos llevaban dentro.
—Miranda —comenzó, tomando su mano con suavidad—, hay algo que necesito preguntarte.
Miranda lo miró, notando la seriedad en su voz. Su corazón se aceleró, y por un momento, temió que Dereck quisiera terminar con ella. —¿Qué pasa, Dereck? —preguntó, tratando de mantener la calma.
—Llevamos seis meses juntos, y estos han sido los mejores meses de mi vida —dijo Dereck, buscando las palabras adecuadas—. Te amo, y no tengo miedo de decírtelo. Pero... nunca me has dicho que tú también me amas.
Miranda bajó la mirada, sintiendo que el peso de esa pregunta la abrumaba. —Dereck, yo... —hizo una pausa, buscando cómo expresar lo que sentía—. No es que no sienta algo por ti. Es solo que... es complicado.
—¿Complicado? —preguntó Dereck, confundido pero tratando de mantener la calma.
—Sí —respondió Miranda, tomando un respiro profundo—. Es que contigo... todo es diferente. Es más tranquilo, más seguro. Pero a veces me pregunto si lo que siento por ti es amor o simplemente... —hizo una pausa, sintiendo un nudo en la garganta—. Después de lo que pasó con Gael, tengo miedo de volver a lastimarme. Y a veces siento que no merezco ser amada de esta manera.
Dereck la escuchó en silencio, sintiendo que cada palabra de Miranda resonaba en su interior. —Miranda —dijo suavemente, apretando su mano—, no tienes que tener miedo conmigo. Sé que el pasado te dejó cicatrices, pero yo no soy Gael. Te amo tal como eres, con todo lo que has vivido. Y mereces ser amada, más que nadie.