—Buenas tardes dormilonas ya son las tres de la tarde —dice mamá jalando la poca sábana que había encima de Shelley y yo.
Traté de abrir mis ojos los cuales ardían y era totalmente molesto todo el resplandor del sol gracias a la ventana de cristal, mamá nos estaba torturando de una manera divertida para ella.
—¡Me duele un montón la cabeza! —exclamó Shelley.
Eso debía ser sin duda por los tragos de la fiesta, yo en cambio amanecí con sueño ya que era de las que bebían tres tragos y ya se sentían mareadas y con un vaso de leche se me fue pero Shelley más el mal de amor y con amigas alrededor, da resultado a un caos total.
—Pues vamos a ver si te tiras rápido de la cama porque tu mamá está abajo esperándote —dice mamá con un tono de voz un tanto burlona.
—Mald.... ¿Qué me dices de su estado de ánimo? —pregunta Shelley totalmente preocupada.
—Descuida ella está bien, ella sabe que si estás aquí, estás bien.
Ella solo inhaló y exhaló dramáticamente para luego ir corriendo al baño.
—Buenas tardes mamá —hablé para al fin dar a notar mi existencia.
—Traten de bajar que la comida hace dos horas que está lista.
Me había acordado de que Shelley no quería ir a casa, sus padres habían notado mucha preocupación en ella y ahora no dejaban de preguntarle y eso realmente le ponía nerviosa. A ella no le gustaba que sus padres estuvieran así y menos por ella.
Al menos teníamos algo en común. A veces es mejor mantener a los padres fuera de la preocupación, muchas veces ellos nos pueden ayudar pero también los hundimos junto con nosotros y eso es lo que menos queremos hacer.
De pronto sentí que me estaba olvidando de algo muy importante. Entré al baño pensando en que era lo que tanto me atormentaba y no podía recordar. Abrí el grifo de la ducha dejé caer toda el agua que fuera necesaria para poder dejar de pensar en que debía acordarme de algo, empecé a enjabonar mi cuerpo y fue entonces que me acordé.
—¡Mierda el trabajo! —grité frustrada.
Salí del baño lo más rápido posible, coloqué un pantalón Jeans y la blusa con el logo de la heladería, recogí mi pelo súper rápido y de un momento a otro bajé con solo un par de medias las cuales ni siquiera eran del mismo color y unos vans totalmente desgastados.
Tomé en mis manos algunas frutas de la cocina y me despedí de la mamá de Shelley, mamá y Shelley.
Apenas terminé de ponerme los zapatos salí corriendo de casa, menos mal que solo quedaba a casi dos cuadras de casa.
Buscaba la excusa perfecta por todo el camino, pero adivinen qué. "No la encontré".
Al llegar todo el lugar estaba un poco vacío, Mike estaba casi dormido y Klen cansado.
—Mira quién se acordó del trabajo —dijo Klen al percatarse de mi ausencia.
—Menos mal que hoy es sábado y te toca entrar de las dos de la tarde en adelante, solo estás una hora atrasada, hoy es tu día de suerte, el día está bien lento y la jefa parece que no vendrá.
Dejé salir un suspiro y me dirigí hacia los chicos para regalarles un fuerte abrazo, estaba tan sudada y nerviosa que por un momento creí que iba a tener mi primer reproche por parte de la jefa, lo cual no importaba mucho, pero si realmente quería todo el dinero debía comportarme y respetar las reglas y normas de esta heladería.
—Quiero una malteada de chocolate por favor.
Quedé un poco impactada por ver a la chica que tenía enfrente haciendo un pedido, en ese momento sentí como dejaba de respirar, hasta que volví a la realidad en cosa de segundos.
—Preparé su malteada colocando una pequeña cereza al final para luego dársela y mirar su rostro nuevamente.
—Aquí tienes —dije con un tono de voz un poco calmado y agradable.
Aproveché para preguntar a Mike y Klen desde que vi que la chica salió por la puerta principal de la heladería.
—¿Quién conoce a esa chica?
—No la conozco pero se ve jodidamente sexi y dulce —dijo Mike con una voz realmente perturbadora.
Luego miré a Klen el cual me hizo una seña con su cara dándome a entender que tampoco la había visto.
Era la misma de la fiesta, la misma marca, eran dos veces que la veía, quería preguntarle, quería ir donde ella estaba y preguntar tantas cosas. Lo mismo con aquel chico cuyo nombre desconozco.
Luego recordé lo de anoche y que ese no es mi problema. Que no debía meterme ahí, de seguro las marcas en el rostro tenían una gran historia detrás que aunque me muriera por conocer no era de mi incumbencia, ¿Pues quién va contándole sus dolores y penas a un total desconocido? Aunque debo admitir que hablar con otra persona aunque sea desconocida hace bien, lo malo es que esa persona no soy yo, aunque no saben de mi existencia o tal vez sí, pero eso no me daba puntos extras en sus vidas.
Debía realmente dejar de pensar en esas cosas, no es mi problema, tal vez para esas personas las marcas o cicatriz tampoco era un problema. Debía enfocarme en otras cosas que desviara mi mente de esa necesidad de querer averiguar la vida de gente totalmente desconocida para mí.
—¿Malia? —dijo Klen en forma de pregunta.
—¿Sí? —asentí un poco dudosa.
—¿Ya te enteraste del nuevo tema del que todos hablan?
—¿Qué tema? —pregunto un poco intrigada.
—Dicen que hay un chico nuevo en la ciudad con una enorme cicatriz en el rostro.
—Ni llega bien y ya es tendencia, ya siento que me agrada ese chico —dice Mike con una risa burlona dándole una palmada en el hombro a Klen.
—¿No creen que es un poco intrigante el tema? —al fin me uní a la charla.
—Deberías ver todos los comentarios y suposiciones de las personas, te volverías loca.
—¡Lo único intrigante de lo que se va a hablar aquí es lo que pasará sí no vuelven a sus posiciones!
Todos tratamos de morder nuestros labios para no dejar escapar una gran y fuerte carcajada, para luego volver a nuestros trabajos después de escuchar la inesperada voz y advertencia de la jefa.
Editado: 26.04.2023