Cicatriz

Familia Miller

Me encontraba disfrutando de una gran brisa la cual azotaba mi cara mientras gozaba de un buen libro acostada en la grama.

A veces pensaba que definitivamente necesitaba ayuda de un psiquiatra o algo así. Muchas veces no entendía como podía amar tanto a los malos, a esas relaciones tóxicas, a esos finales desastrosos donde el malo siempre se salía con la suya, ¿Acaso era eso normal?

Puse el libro en la grama y luego miré a mi derecha llevándome a aquel lugar, la noche anterior donde había escuchado ese fuerte ruido. Pensando en todas las veces y todo lo que tuvimos que hacer para convencer a mamá de que no habíamos sido nosotras. Tratamos de decir que fue un gato pero ella decía que era imposible, hasta que al final solo accedió.

Me quedé mirando por largos segundos una nueva flor que jamás había visto, la verdad es que no había visto ninguna flor desde hace mucho tiempo. Hoy es uno de esos pocos días dónde me acuerdo de que mi casa tiene más lugares, que no solo es la habitación y cocina.

Luego de varias horas decidí volver a mi ventana, últimamente me había acostumbrado mucho a ella, tanto así que ya no me sentía incómoda.

No quería admitir pero mi ventana era lo único que me permitía ver la casa de los vecinos ya que mi patio es de muros altos y toda la casa en sí. Tampoco quería admitir que poco a poco me estaba convirtiendo en una acosadora, inconscientemente estaba queriendo medir sus pasos, saber su nombre, hurgar entre sus redes sociales, saber quién es, pero sobre todas las cosas, saber el porqué de su cicatriz.

Ni siquiera había visto bien a aquel chico, no sé bien como es su físico en realidad. No sé absolutamente nada de él. Pero él, terriblemente, despierta curiosidad en mí.

No puedo llamarlo obsesión. Aunque ahora mismo me encuentro como un perro hambriento buscando cualquier mínima información para devorar, no puedo llamarle amor ¿Qué tenía esto que ver con el amor?, No puedo llamarlo de ninguna manera ¿Cicatriz? ¡Vamos! sí yo hubiera nacido con la cara de un color distinto a mi cuerpo de seguro tendría mucha gente preguntona y terriblemente irritante encima de mí y eso sí que odiaría un montón.

No sé cual es su problema, pero de alguna forma luchaba por tratar de entenderlo y de alguna forma controlar esta necesidad inexplicable que siento por querer lanzarme a su mundo, por querer saber su identidad.

Horas más tardes había asistido a la cita con la psicóloga, le conté algo similar y dijo que era bueno, esta nueva "faceta" de mi vida es buena pues estoy superando las cosas que me afectan y estoy enfocándome en algo nuevo.

En ningún momento dijo que esta nueva faceta como le llamó, también podría ser peligrosa. Aunque no era su culpa ya que no le había contado la historia completa.

Yo soy de esas personas que sabían las respuestas pero necesitaba escucharlas de alguien más.

Minutos más tarde logré llegar a casa, apenas son las doce y cuarenta del medio día. Mi abdomen pide a gritos comida, y agradezco de que a esta hora de seguro encuentro comida en casa.

—Hey Malia, ¿cómo estuvo todo?

—Muy bien mamá —respondí para luego observar lo que hace y percatarme de que en sus manos lleva cinco platos—. Mmm, ¿tenemos visita?

—Con tantas cosas en la cabeza se me olvidó mencionar que la familia Miller viene a comer con nosotras.

De repente se acelera mi corazón, las manos me sudan y siento que en este mundo ya no hay suficiente aire para mí.

Entonces escuché el timbre y sentí como un cosquilleo recorrió mi cuerpo junto con una ola de nervios, los cuales amenazan con traicionarme.

—¿Malia puedes abrir la puerta ya que estoy ocupada?

La voz de mamá me sacó de todo pensamiento.

—Claro mamá —después de todo no iba a negarme, así que obligué mis pies a caminar hacia la puerta, los cuales empiezan a tambalear, es como si todo empezara a fallar en un momento tan inoportuno.

Escuché un segundo timbre lo cual me avisó que tenía que apresurar mi paso, si quería librarme de explicaciones.

Ya parada en la puerta deslicé mis dedos por la manija, hasta quedar cara a cara con la familia Miller.

En la puerta me encontré a una mujer de algunos 40, con el pelo negro corto, ojos hundidos y con la cara algo cansada. Por una que otra razón la cual yo desconocía me sentí súper aliviada, relajada y tranquila, la invité a pasar, les enseñe el resto de la casa y la guíe hasta el comedor. Luego de ella afirmar que su hijo posiblemente no iba asistir, todos mis nervios desaparecieron como por arte de magia. Los cuales agradecí, sentirme nerviosa me daba impotencia ya que era algo que no podía controlar y odiaba esa sensación.

Hasta escuchar nuevamente el timbre.

—¿Mamá a quien más has invitado? —Pregunté— sin obtener respuesta alguna.

No supe lo que pasó conmigo en ese momento, no sabía en qué estado me encontraba solo sé que, había quedado totalmente perpleja ante aquella vista de las cuales mis ojos gozaban.

Tenía en frente a un chico de ojos marrones, labios carnosos y totalmente rosados, un pelo perfectamente despeinado, su color de piel le queda jodidamente bien y apenas se dio cuenta de mi reacción dejó salir una pequeña sonrisa lo cual provocó que girara su cara hacia otro lado dejando ver un bendito y profundo hoyuelo marcado en su mejilla. Me fijé tanto en cada detalle en su rostro que ya la intriga de su cicatriz se me había esfumado por completo de la cabeza, o sea, seguía en su cara, pero me encontraba totalmente perpleja por su físico.

¿Era normal tanta belleza en un chico?

Tanta belleza que había quedado anonadada, hasta reaccionar y cambiar las expresiones de mi cara a una seria para luego invitarlo a pasar.

 



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En el texto hay: misterio, romace, accion

Editado: 26.04.2023

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