Me encontraba en aquella ventana disfrutando de una taza de chocolate caliente, la cual inundaba mis fosas nasales con su rico olor. Con la laptop en mis piernas y mi vista fijada en aquel cristal.
Habían pasado dos días.
Brenda ya estaba en un mejor estado y Shelley, Corey y yo por fin logramos descansar. Mi cabeza siempre vuelve al primer día en que vi a Aidan, en la fiesta en casa de Klen viendo por primera vez a la peli rosa y ahora en el hospital viendo a una chica con las mismas cicatrices.
¿Acaso esto era pura coincidencia?
Mientras meneaba con mi mano la taza de chocolate caliente para luego darle un sorbo, recordé nuevamente la mirada de la peli rosa, mientras pedíamos hamburguesas.
Intentaba mantener la calma con toda esta situación, que tal vez solo estaban en mi cabeza pues seguía tomando en cuenta de que solo fue pura coincidencia, que eran personas normales, ya que la última chica con cicatriz estaba en un hospital y es normal asistir allí, la cicatriz no es reciente pero hay un montón de razones y enfermedades por las cuales ella de seguro se encontraba allí.
Tal vez así era. Puras coincidencias.
Miré el celular, dándome cuenta de que ya se me hacía tarde para llegar al trabajo. Así que caminé hasta quedar de frente a mi clóset quitando la toalla que tenía envuelta en mi pelo y deshaciéndome del pantalón corto que llevaba puesto. Saqué el sueter con el log de la heladería y volví a usar unos jeans un poco ajustados junto con mis desgastados converse de color negro.
Me dirigí a la cocina introduciendo algunas frutas en mi bolso para luego caminar hasta la salida, asegurándome de que todo estuviera cerrado ya que mamá no se encontraba en casa.
—Buenos días —digo con un poco de ánimo.
—Buenos días —dice un Klen todo cansado.
Al parecer la había pasado súper bien anoche, recibí su notificación pero no podía permitirme asistir a una fiesta cuando había durado dos días sin pegar un ojo a la cama, Klen tenía la apariencia de un zombi en estos momentos. Tiene unas ojeras enormes debajo de sus ojos, ojos achinados verdes súper rojos, lleva su pelo castaño todo despeinado, su nariz y orejas están rojas, hace un poco de frío pero a él se le notaba más de lo normal, gracias a su color de piel que no le ayuda para nada, es súper pálido. Y ahí estaba sentado, luchando contra el sueño.
—¿Qué hay de nuevo? —preguntó Mike, quien al contrario de Klen estaba muy activo.
Mike es súper alto, tiene piel morena, ojos grandes color miel, y una actitud positiva, él es de las personas que no te pueden ver triste sin antes saber que hizo todo lo posible por hacerte reír. Algo que compartían Mike y Klen es que ellos siempre eran sinceros sin importar el problema que eso les pudiera causar, aparte de que tenían muchas cosas en común.
No me quejaba de mi grupo de amigos, son pocos pero leales, como dicen por ahí "no es cantidad, es calidad".
—Nada nuevo —comenté.
—¿Malia puedes venir un segundo? —interrumpió nuestra jefa.
—Sí, claro —respondí casi en forma de pregunta, volteé a ver a Klen y a Mike quienes estaban igual de sorprendidos que yo.
—¿Cómo está tu amiga? —dijo lo cual me pareció totalmente extraño. ¿Acaso ella intentaba ser mi amiga?
—Mejor —respondí aún dudosa.
—Bien, me alegro, como has faltado tres día necesito que cubras un puesto en el restaurante, gracias a uno de los chicos que decidió renunciar antes de ayer —dijo muy calmada— por dos semanas.
La jefa es una persona encargada de la mayoría de negocios en la ciudad y estaba un poco atónita por lo que ella acababa de decir, ya que el restaurante queda un poco lejos de mi casa y si trabajo allí tendría que estar hasta horas tardes de la noche acompañada de quién sabe qué personas.
—¿Cuándo empiezo? —pregunté nerviosa.
—Desde hoy, es mejor que vayas ahora así conoces el lugar —comentó—, espero no tengas ningún inconveniente. Por cierto tendrás un aumento en tu sueldo por esas dos semanas.
Quedé ahí meditando unos segundos, por la única razón que no quería hacer esto era porque no siempre esta ciudad solía ser segura y caminar a oscuras a horas tardías de la noche no me inspiraba confianza.
Al entrar me encontré con Klen y Mike los cuales estaban ansiosos por saber lo que había ocurrido.
—¿Y bien? —preguntó Mike
—Tendré que trabajar en el restaurante —respondo un tanto pensativa.
—Me parece bien la idea ¿Cuándo empiezas? —Klen ya empezaba a estresarse, sabía que de algún modo él no quería que me fuera.
—Hoy pero tranquilos, yo no los voy a reemplazar, además volveré en dos semanas.
—¿Crees que podremos sobrevivir Mike?
—No lo sé Klen, esto es muy doloroso para mí.
—¡Dejen el drama, no los voy a dejar para siempre, solo dos semanas!
—Contaré los días amada mía —comentó Klen para luego ir donde Mike a llorar en su hombro, claro, recalcando que es puro drama.
—Es broma —espeta Mike—. Pero si sabes que te vamos a extrañar.
Luego de un gran abrazo, la jefa me hizo señas para que fuera con ella al lugar que iba a ser mi nuevo trabajo.
Al entrar el lugar era súper espacioso, adornado con grandes lámparas de cristal y alfombras rojas.
—La hora de llegada es a las dos de la tarde hasta las siete de la noche, te acomodé un poco el horario ya que va a ser un trabajo temporal y no alcanzas la mayoría de edad —dijo mientras caminaba tras ella—. Este es el bar aquí es donde te mantendrás hasta que llegue el cliente y le atiendas, él es Jason quien junto a mi hija Eliza te van a mostrar todo el lugar.
Mientras ella fue a buscar a Eliza me presenté a Jason extendiendo mi mano.
—Soy Malia —le interrumpí mientras le observaba limpiar unas copas.
—¡Oh! Lo siento, me llamo Jason —dejando las copas atrás y estrechando su mano con la mía, dedicándome una enorme sonrisa, este chico si que es apuesto. Tamaño normal, tés blanca, ojos grandes cafés, labios voluptuosos y una nariz perfilada, cuerpo no identificado, puesto que lleva ropa un poco holgada suponiendo que es el uniforme, pantalones de tela negra, camisa negra y corbatines rojos.
Editado: 26.04.2023