Me encuentro sentado afuera de mi casa, en lo profundo de este bosque oscuro.
Los árboles son tan imponentes que casi cubren todo el cielo, apenas unos pocos rayos de luz se abren paso entre las ramas para tocar el suelo. Es un entorno escalofriante y misterioso.
He estado dedicando la mayoría de mis días a practicar mi escritura desde que mi padre me enseñó. Es asombroso lo diferente que es este mundo al que estoy acostumbrado, y aún no logro comprenderlo.
¿En qué tipo de mundo me encuentro ahora? Esta escritura es completamente distinta a lo que conozco. Tal vez ya no estoy en el mismo lugar.
Sin embargo, los animales que veo son los mismos: venados, conejos, pájaros... ¿Por qué la escritura debe ser diferente?
A lo lejos, puedo ver a mi padre regresar. Él salió de casa hace tres días y solo ahora ha vuelto. Me había avisado que iría a un antiguo lugar para celebrar mi quinto cumpleaños.
Nunca antes había tenido una celebración de cumpleaños, lo cual también resulta extraño. Parece ser que solo celebran cada vez que se cumplen cinco años.
"William, ¡ya estoy de regreso!" dice mi padre con alegría.
"¿Estás bien, padre? ¿Cómo te fue?" pregunto.
"Encontré el lugar perfecto para celebrar tu cumpleaños. Está un poco lejos, pero el camino es seguro", responde.
"Es increíble, pero ¿por qué ahora celebran mi cumpleaños?", inquiero.
Mi padre frunce el ceño y responde: "Es porque finalmente podrás tener magia".
¿Qué? ¿De qué está hablando? ¿Es alguna especie de broma?
"¿Magia? ¿Es una broma, padre?", cuestiono.
"No, mira", responde mi padre mientras toma una roca del suelo.
"Mi magia consiste en controlar las rocas y la tierra, podríamos llamarla magia de tierra", explica.
Mi padre realiza un gesto con las manos y convierte la roca en una pequeña navaja.
"Es increíble, ¿cómo lo hiciste?", pregunto sorprendido.
"Magia", responde en tono burlón.
¿En qué clase de mundo me encuentro? ¿Por qué estoy en otro lugar tan diferente? ¿Qué hago aquí con estas personas?
Siento que me falta el aire...
"William, respira. ¡William! ¡Anastasia, ven ahora!", exclama mi padre alarmado.
Mi cabeza se inunda de recuerdos ajenos... Veo imágenes que no me pertenecen, pero poco a poco me doy cuenta de que se tratan de mis propios recuerdos.
Una voz resuena en mi mente: "Acepta la oferta del rey, no se te ocurra rechazarla".
De repente, despierto en la cama de mis padres.
"Gracias a los siete, ¿te sientes mejor, William?", dice mi madre con alivio.
"No sé dónde estoy...", respondo confundido.
"Estás en casa, William", me asegura mi madre con cariño.
Mi madre toma mi mano...
"¡Roger! ¡Ya despertó, ven rápido!", llama mi padre mientras sube a la habitación.
"Ana, lo lograste. ¿Cómo estás, William? ¿Ya te sientes mejor?", pregunta mi padre preocupado.
Mis padres se preocupan por mí, pero yo no sé qué pensar...
"Me siento mejor, pero quisiera estar solo en este momento", expreso.
"Estamos aquí para ti, William", dice mi madre preocupada.
"Lo sé, pero quisiera descansar por ahora", respondo.
"Ana, déjalo un rato, ya está mejor", interviene mi padre con seguridad.
Mi madre acepta y me suelta la mano. Luego, ambos salen de la habitación.
¿Por qué todo lo que estoy viviendo me resulta tan familiar, como si ya lo hubiera experimentado antes?
Solo de pensar en ello, me duele la cabeza. Además, persiste un eco en mi mente... ¿Será Dios advirtiéndome de algo?
No lo sé...
El cansancio se apodera de mí y caigo dormido en la cama de mis padres...