Ciclo Sin Fin: Renacimiento.

El Lago

Continúo mi camino, pero esta vez mi padre me lleva en sus hombros. Es increíble la fuerza de mi padre, y ahora entiendo por qué mi madre se fijó en él. Además de ser fuerte, también es una buena persona.

Si todo sale bien, hoy llegaremos a nuestro destino, al menos eso es lo que dice mi padre. Sin embargo, siento que este bosque se vuelve más peligroso a medida que avanzamos, o al menos eso creo yo, ya que mis padres no muestran el más mínimo temor.

"¿Qué te ha parecido este viaje en los hombros de tu padre?", pregunta mi madre.

"Ha sido genial, no sé por qué ayer no le pedí a mi padre que me cargara", respondo emocionado.

"Es genial poder ver todo desde arriba", añado.

"Por supuesto que sí", dice mi padre.

Detrás de mi padre se encuentra mi madre, y al observarla detenidamente, me doy cuenta de que tiene los ojos cerrados. A pesar de eso, puede caminar perfectamente.

"Oye madre, ¿cómo haces eso?", pregunto, curioso por su habilidad.

Parece que la he distraído con mi pregunta.

"¿Hacer qué?", responde mi madre confundida.

Caminar con los ojos cerrados parece ser algo común. Sin embargo, me preocupa que pueda lastimarse si no ve por dónde camina. Aunque, claro está, ella es el soporte del equipo y puede curarse las heridas por sí sola.

"¿Cómo puedes caminar con los ojos cerrados?", insisto.

"Oh, no te preocupes. Solo estaba haciendo un hechizo de rastreo para verificar si no hay nada peligroso", explica mi madre.

¡Un hechizo! ¡Genial! La magia es increíble.

"No te preocupes, si hay algo peligroso, tu padre se encargará de ello rápidamente", agrega mi padre con voz burlona.

El tiempo pasa y sigo encaramado en los hombros de mi padre. Es increíble que no se canse a pesar de haber caminado durante mucho tiempo.

"Tenemos un problema a pocos metros de aquí", anuncia mi madre.

Ya lo sospechaba. Este viaje estaba demasiado tranquilo. Aunque el bosque parezca peligroso, apenas nos hemos encontrado con enemigos.

"Me vendría bien calentar un poco", dice mi padre con confianza.

"Sí, si tú lo dices. Solo ten cuidado y no te confíes demasiado", advierte mi madre.

"Cúbreme la espalda por si acaso, ¿está bien?", pide mi padre.

Se hace el héroe. No me gusta su actitud, pero finjo una sonrisa algo forzada para seguirle la corriente.

"Muy bien, veamos qué nos espera esta vez", dice mi padre.

No veo ningún enemigo al frente, solo veo dos enormes piedras.

"Vaya, son golems de piedra. Tengo que decir que mi magia no es efectiva contra esos monstruos", comenta mi padre.

¡Golems! Es genial ver criaturas fantásticas, aunque no parecen moverse.

"¿Qué tal si te encargas de esto, Ana? Creo que tu magia de agua acabaría con estos golems en cuestión de segundos", dice mi padre, sugiriendo.

Mi madre asiente y responde: "Haré mi mejor esfuerzo".

"Sé que tú puedes, Ana", agrega mi padre con confianza.

Mi madre se coloca delante de nosotros con su báculo en mano, preparándose para enfrentar a los golems. Sin embargo, algo le desconcierta. "No entiendo por qué no se activan si estamos dentro de su rango de activación", comenta.

Tomo la palabra y propongo una idea: "Tal vez ya estén muertos. ¿Qué tal si simplemente los rodeamos?"

Mi madre considera mi sugerencia y le pregunta a mi padre: "¿Tú qué piensas?"

"Hagamos eso, suena lógico", responde.

Sin bajar la guardia, mi madre asiente y comenzamos a caminar lentamente alrededor de los golems. Pronto nos damos cuenta de que efectivamente están muertos.

"¿Roger, sabes lo que esto significa, verdad?", pregunta mi madre a mi padre.

Mi padre adopta una expresión seria y responde: "Si alguien más aparte de nosotros está cerca de aquí. No somos los únicos en esta parte del bosque".

Es evidente que mi padre se ha percatado de algo preocupante. De repente, crea dos espadas de piedra.

"Nos iremos por otra ruta. Tal vez no lleguemos al lugar a tiempo, pero será lo mejor", declara mi padre.

"Claro", accede mi madre.

Siento miedo y la incertidumbre. ¿Quién será ese mago tan poderoso que logró derrotar a los golems? Mis propios padres parecen temerle.

La noche llega y mi padre toma una decisión inesperada: "Hoy no dormiremos".

Me sorprendo y le pregunto: "¿Por qué no, padre?"

"No te preocupes, tú dormirás. Yo te llevaré todo el camino", responde mi madre, tranquilizándome.

Aunque estoy exhausto, me inquieta pensar en la presencia del mago que derrotó a los golems. Sin embargo, mi padre afirma: "Estamos cerca de nuestro destino".

Al despertar, me encuentro acostado junto a un hermoso lago. Observo a mi madre y le pregunto: "¿Dónde estamos?"

"Estamos en el lugar en el que pasaremos tu cumpleaños", responde con una sonrisa.

Contemplo el lago y sus alrededores. Es un lugar mágico, lleno de colores vibrantes y un árbol radiante en su centro. Agradezco a mi padre por elegir este lugar tan especial.

Durante la caminata, me alejo un poco para explorar por mi cuenta. Estoy asombrado por la belleza del lago y la naturaleza que lo rodea.

Al regresar, le comento a mi madre: "Madre, hoy no se supone que es mi cumpleaños".

Ella se sorprende por mi pregunta y responde: "Sí, es hoy, pero faltan tres horas para que nazcas".

Después de dos horas, mi padre regresa y nos anuncia: "Ha llegado la hora".

Mi madre se inquieta y pregunta: "¿Está aquí? ¿Cómo la llamaste?"

Es evidente que mi madre ha comprendido quién será la invitada especial. Entonces, recuerdo que habíamos hablado de Deidra.

Mi curiosidad me lleva a preguntar: "¿Se trata de Deidra?"

Mi padre me tranquiliza: "No te preocupes, William, Deidra solo quiere conocerte. Por cierto, ¿qué le darás de regalo, Ana?"

Mi madre responde con misterio: "Es una sorpresa. No se lo diré hasta que llegue el momento".

Siento nervios y ansiedad. Es mi primera vez enfrentando una situación así. Aunque la precisión del tiempo en este mundo me resulta desconcertante.



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En el texto hay: magia elemental, mundo nuevo, reinos enemigos

Editado: 04.08.2023

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