Cielo Rojo

Capítulo I

 

 

— ¿Ya has visto quien está en la fila?

Sonrió con picardía mientras enroscaba un mechón de su cabello marrón de forma despistada entre sus dedos largos.

Sabía muy bien a quien se refería y lo que tramaba con esa frasecilla suya.

—No. Pero, puedo hacerme a la idea con esa sonrisita tuya — quite el mechón de sus dedos y seguí batiendo la mezcla. Ese tic de ella, me ponía un tanto nerviosa —. Y no lo hare — puntualice.

— ¡Si aún no te he dicho nada! — Chillo — Solo tienes que ir a la caja, ingresar su pedido, sonreírle y pasarle el número celular ¿tanto te cuesta?

Negué divertida mientras vertía el contenido en la sartén, estaba atareada en pedidos y no pensaba perder mi tiempo siguiendo alguna de esas tantas ideas locas que se cruzaban por la mente de la morena que en esos momentos estaba fulminándome con la mirada.

—Sí, me cuesta exactamente… — mire hacia donde los pedidos estaban colocados uno encima del otro — seis pedidos atrasados, una infinidad de insultos por los clientes sobre su valioso tiempo el cual les hago perder al esperar su comida, y por supuesto una sanción y un descuento del puerco de nuestro jefe. Como te puedes dar cuenta, si me cuesta demasiado — saque la mezcla en el punto perfecto de cocción y la coloque en el plato previamente decorado, se lo coloque en las manos —.Vamos guapa. Agradezco el gesto, pero no pienso hablarle a ese hombre. No pienso cometer uno de mis característico desastres frente a él, sale mejor observarlo entre las sombras.

Le guiñe el ojo, mientras ella torcía los labios en muestra de desaprobación.

Camino indignada hacia las puertas de la cocina.

—Recuérdame no intentar ser tu cupido de nuevo —  empujo las puertas con sus caderas.

— ¡Es la octava vez que me lo dices! — grite divertida.

Quebré de nuevo otro par de huevos para la mezcla.

— ¡Pero esta vez será la definitiva! — grito de vuelta.

Sonreí.

El restaurante en el cual trabajaba aproximadamente desde hace dos años, había aumentado su clientela y todo gracias a mí, se puede decir que mi comida los traía locos y eso que no estudie ninguna carrera culinaria, simplemente era una jovencita de 19 años un tanto normal a la cual la cocina se le da de maravilla. Quien por accidente había entrado a la cocina a cubrir un resfriado de la antigua cocinera. Queme catorce platos ese día. Estaba asustada, en mi vida había tocado una estufa y peor aún preparado algún huevo para mí o alguna otra comida. ¡Pero vamos! Era una niña de papi a la cual no le faltaba nada… pero esa es otra historia. Era una cajera más en ese restaurante, y ese día por tener cara de “inteligente” según mi jefe, me mando a la cocina.

Ese día descubrí el infierno; gritos por aquí, quemadas por acá, insultos en el aire, y humo que me iba a asesinar.

Incluso me había despedido.

— ¡Te me largas, ya! ¡Y ni creas que te pagare el desastre que has hecho! — grito ese día con la cara roja, mi jefe. — ¡Me has hecho perder clientes, niñita inservible! ¿Sabes qué significa eso? ¡¿Lo sabes?!

Me sentía inútil, de verdad.

Estaba llorando cual María magdalena mientras el humo se apoderaba cada vez más de la habitación, pero ¿Quién no lo haría? Al ver a ese hombre; que me saca aproximadamente dos cabezas, de cuerpo realmente gordo y la planta de matón que se carga no deja a la valentía en su mayor esplendor, peor para una flacucha como yo.

Recuerdo que salió hecho una bestia asesina de la cocina, y yo me quede hecha un mar de lágrimas, me habían despedido de mi primer trabajo a las seis semanas de ingresar, se había acabado mi independencia monetaria y tendría que pedirle más dinero a mi padre, de nuevo, lo cual me negaba rotundamente, yo quería hacer las cosas por mi propio esfuerzo.

Pero una idea cruzó por mi mente, la replantee mil veces en ese instante, me parecía una solución magnifica ¡Estupenda! A decir verdad, pero el pánico me invadió « ¿y si me descubren? » 

Fue una batalla, entre la valentía del momento contra el pánico del ¿y si? Pero al final la valentía con un poco de logia lograron ganar, y así fue como por primera vez utilice mis poderes fuera de las clases que se me impartían.

Así fue como realice mi primer hechizo, hice que el ambiente de la cocina poco a poco se fuera purificando para sacar el olor a quemado, y que las cosas se fueran haciendo solitas, fue una escena sacada de Disney, en donde las cosas se movían a un ritmo y daban como resultado lo que yo deseaba, lo único que falto fue la música.

Así fue como mi magia por primera vez piso la tierra humana porque ya muchas otras brujas y brujos lo habían hecho, y así mismo la encanto y me rescato de un despido por  ser inútil en el área culinaria.



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En el texto hay: brujas

Editado: 23.04.2018

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