Cielo Rojo

Capítulo V

 

Sentí la cabeza palpitarme con  mayor fuerza cada segundo que pasaba.

Aunque en realidad no sabía absolutamente nada, ni en donde estaba, ni en que condiciones podía estar y mucho menos del por qué el estado completamente desorientado en el que me encontraba, los recuerdos eran borros en mi memoria, habían lagunas e incluso escenas distorsionadas, sin embargo en mi pecho se alojaba una tranquilidad tan placentera que me reconfortaba como nunca antes pese al dolor que me agobiaba en esos momentos.

— ¿Indra?         

Una voz, llego a lo lejos.

Solté un gemido, solo para hacerles entender que podía escucharles, pero no más responderles. La voz no me salía, sentía mi cuerpo adormecido y de milagro alguno mi mente estaba funcionando.

— ¡Oh, por Dios! ¿Te duele algo?

Sin duda alguna, esa voz era de Lilibeth.

Intente abrir los ojos, el intento fue inútil perqué no pode hacerlo, el cansancio era tanto y solo quería volver a dormir por el sueño tan repentino que me estaba invadiendo.

Sentí como una pequeña respiración invadía mi piel y el corazón empezó a latirme con desenfreno, quise moverme pero no puede. Sin embargo, sí abrí los ojos de golpe, lo cual ocasiono que quedara unos segundos sin poder definir nada por la luz que me había cegado momentáneamente.

Cerré y abrí los ojos con desesperación para poder acostumbrarme a la luz.

—Tranquila, todo estará bien — susurro una voz.

Y le creí, ciegamente le creí, literalmente.

— ¿Por qué esta tan mal?

—Hemos incumplido una ley en el mundo de la magia. Vinculamos a dos brujos, y sus rangos lo complican más.

¿Dos brujos? ¿Incumplimiento de la magia? ¡¿Qué demonios estaban hablando?!

Moví los ojos de un lado a otro, todos estaban a mí alrededor.

El rubio tenía el rostro tenso y lleno de pánico, el pelinegro tendría la mirada distante y me observaba como si quisiera asesinarme en esos instantes, las chicas tenían la mirada pérdida y asustada, solo Eryne tenía un poco de serenidad en su rostro. Pero solamente una mirada hizo que todo mi interior se removiera, como si me hubieran lanzado a mil metros de altura y sin ninguna protección alguna, el pánico me invadió y quise echarme a llorar, su mirada estaba fija en mí. Sus pupilas dilatadas, su rostro demacrado, pero aun así la calidez que desprendía hizo que el corazón me doliera, el chico de los hot cakes se acercó a mí y me sonrió con ternura.

Fue en ese instante donde lo entendí todo.

¡Esté tremendo idiota me había vinculado con él!

Un vínculo entre dos brujos era la mayor potencia de alianza que podía existir, era una maldición como una salvación divina.

Como era de costumbre, uno de los principales pasos para hacerlo era llevando a cabo un beso frente a cierto público, aquel del cual la pareja tuviera más afecto y confianza para darle  más solemnidad y de lealtad al acto, era como cortar tu muñeca y darle de beber tu sangre a la otra persona, aunque claro eso era un acto muy cavernícola y sacado de una historia de vampiros, solo lo decía como referencia, pero el segundo acto era en mi caso el peor de todos, incluso peor al beber sangre. Era un acto íntimo… sexual. Y definitivamente yo no pensaba tener intimidad como ese intento de hombre.

Muchas veces y como era de costumbre, el vínculo se hacía cuando dos brujos estaban enamorados y seguros que eran uno para el otro, era como unir y entrelazar para siempre sus almas, ambos vinculaban sus poderes y podían sentir el estado de ánimo del otro como también otras cosas un tanto más complicadas, era un nivel que muy pocos experimentaban. Y el rango que yo tenía lo complicaba aún más, mi sangre era diferente a la del resto por mi descendencia, mis poderes eran más fuertes y era muy difícil de hacerles compatibles con otros, y ellos podían rechazar el vínculo y asesinar a la otra persona quitándole toda su energía para llenar la que a mí me hiciera falta, o en casos muy extraños asesinarme a mi si la otra persona tenía el aura oscura y manchada con sentimientos negativos que pudieran deteriorar la pureza de mi alma.

—Está asustada y muy enfadada — dijo a los demás sin despegar la mirada de mis ojos.

— ¡Yo también estuviera así! — se burló el rubio pasándose una mano por el cabello en un acto desesperado — El jefe nos va  a matar, lo sabes muy bien, Heller.



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En el texto hay: brujas

Editado: 23.04.2018

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