Cien por Cien

Capítulo Seis

—Luego me dijo que papá amaría estar conmigo, algo así y yo de ¿Qué está hablando? Te juro que está loca —exclamé en el oído de Hunter para que pudiera escucharme. No tenía idea de cuánto tiempo habíamos estado en la fiesta, pero lo estaba disfrutando como nunca. En las fiestas del colegio no había tanta gente, ni tanta música, ni tanto alcohol. ¿Cuántos vasos iba? Quién sabe—. Y por tu culpa también, que me confundiste con ella, nada que ver.

Hacía calor, mucho calor.

—Yo no las confundí. Solo no sabía que eran dos personas diferentes. Ahora que conozco a ambas creo que podía distinguirlas en un segundo —dijo sonriendo. Tenía una sonrisa agradable, de esas que transmiten un "Todo estará bien". Así de poderosa era.

—¡Mira! —grité y pegué mi nariz a la de él para que aprecie mis ojos—. Mis ojos con más oscuros que los de Victoria, claro que somos diferentes.

Me puso ambas manos en los hombros y me empujó suavemente para atrás. Él no había bebido, ni un solo vaso, ni siquiera las gomitas de oso. Aunque nadie más que Victoria y Finn alcanzaron a probarlos. Ellos se agotaron todos.

—Estás borracha —sentenció—. Vamos a traerte un vaso de agua. De paso buscamos a tu amigo y a Tory, es hora de irnos.

—No me quiero ir —me tomó por el brazo izquierdo para que lo siguiera—. Oye, recién me quitaron el yeso. Duele.

Volteó a mirarme preocupado y me soltó.

—Búscalos, yo iré al baño.

Asintió y lo fui haciéndose más pequeño conforme se alejaba. Preguntando logré llegar al baño. Una puerta en una esquina de la terraza. Rodeada de vasos con sobras de alcohol y otros desperdicios. Felizmente estaba vacío. Le puse pestillo a la puerta y vi mi reflejo en el espejo.

"Val, estás bien. No estás borracha. Ni un poquitititito. ¿Va? 'Tamos bien. Mejor que nunca... Rema, rema, rema tu bote. ¡Qué hermosa soy, Dios!".

Modelé frente al espejo. Sonreí. Hice como si diera besos al aire. Sí, hermosa.

"Soy Vaila Lennin y eso preciosaaaaaa. Remo, remo, remo mi bote. Ja, ja, ja, ja. Wow, me río como loca". Unos toques en la puerta me alertaron de la presencia de alguien más. Me apresuré y mi lado sobrio me hizo poner la cara debajo del caño mientras dejaba caer el agua fría sobre mi rostro.

Vaya, eso fue... fresco. Muy fresco. Y una gran forma de que el efecto del alcohol sea menor.

—Me orino, por favor, abre.

Sequé las gotas de agua de mi frente con mi blusa y salí del baño. Quien esperaba era Finn. En las bancas, afuera del baño, estaba Hunter abrazando a Victoria. Ya más despierta, recordé lo que sucedió minutos atrás, cuando la que estaba con Hunter era yo y apenas mi nariz rozó la suya, me apartó. Supuse que la preferencia era más que obvia y ding, ding, ding, yo no era la ganadora.

—Ven a ayudarme, Val —pidió mi amigo desde el interior del restroom. Perdón, el alcohol volvía mi mente bilingüe. Me acerqué para verlo, él estaba al lado del retrete—. Me da miedo.

—¿Qué?

—¿Voy a mear vodka con ositos o será la pis normal?

—Eres un tonto. Nunca más dejaré que me convenzas de ir a una fiesta —Abrí el caño y le lancé agua para ver si funcionaba como en mí y lo despertaba un poco.

—Val, esto es serio. No quiero una guerra de agua. Además, estás muy mojada, mira tu ropa.

—Solo haz tu pis normal rápido. Debemos irnos.

Cerré la puerta desde afuera y lo esperé con los brazos cruzados. Hunter y Victoria seguían juntos. Muy juntos. Ya no era un abrazo. Solo estaban sentados lado a lado. Parecía que a ella no le había afectado el licor, es decir, no se veía como yo o como Finn. Bueno, Finn no tenía punto de comparación, estaba muy segura de que el pobre en esos momentos vomitaba. Quince años y bebiendo, todo mal.

|||||

La mañana siguiente las cosas mejoraron. Mi cabeza dolía un poco, sí. El agua fría había sido una de las mejores ideas que se me pudo ocurrir. Desperté en un lugar que no era mi habitación, sin embargo, ya conocía el lugar. Estaba en uno de los muebles de la sala de Finn. Eso explicaba el insoportable dolor en mi cuello. Como si diez elefantes me hubieran caminado por encima.

—Por fin alguien despierta —Era la voz de Hunter. Al parecer, los cuatro llegamos aquí a dormir. Él estaba con la misma ropa de la noche anterior, solo se veía algo arrugada—. Finn, incluso estando borracho y medio inconsciente, insistió en darte el mejor sofá. ¿Son mejores amigos?

Inspeccioné la zona para ver si en verdad yo tenía el mejor sofá. Yo estaba echada en el largo. Mi hermana roncaba sobre dos pequeños muebles que habían sido juntados para que entre a la perfección. Ni idea donde había dormido Hunter si ya no había más sofás en la sala.

—Bueno, creo que volvemos a lo de no hablar. ¿Cierto?

Lo ignoré y cubrí todo mi cuerpo con la manta que tenía al lado. Lo último que necesitaba era discutir con un chico. No era malo, pero era tonto. No me molestaba que prefiriera a Victoria, el problema era que lo hacía tan obvio. O quizá yo estaba exagerando. En la fiesta pude fluir mejor y tener una conversación decente con Hunter, antes de tomar de más, claro. Quizá debía relajarme un poco. Quizá.

Nos quedamos en silencio. Doblé la manta y me senté. Él ocupó el sitio libre a mi lado. Su cabello lacio era un lío y sus labios tenían grietas. También resaltaba unas ojeras por debajo de sus ojos. De hecho, se veía triste.

—Perdón, Hunter —solté sin más. Una parte de mí se arrepentía—. He sido un poco... Mmm, ¿Ruda? ¿Indiferente? Siempre estoy así, creo. El punto es que no quiero que pienses que me caes mal, porque no es el caso. Solo que no confío tan rápido. Me cuesta tratarte como un amigo y ya.

Alzó la mano y la extendió: —¿Estamos bien?

—Estamos bien —repetí y estreché su mano. Compartimos una breve sonrisa y lo solté—. Iré al baño.

El departamento era de un piso. El baño no estaba muy lejos y las paredes no eran muy gruesas. Una conversación en la sala se alcanzaba a escuchar a la perfección desde el lavabo. Por ello, cuando estuve a punto de salir, ya aseada, no pude evitar oír a Finn y a Hunter.




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