Una semana larga y bastante entretenida ha tenido Pandora. Trabajar con un patán como jefe es estresante, pero educativo.
Tristán cada día se lo pone más difícil y su fachada de chica fría está por caerse, el tío es realmente un tonto, pero luego está Vaden, un hombre divertido, amable y caballeroso que la protege de los insultos y desdenes de su jefe.
Con cansancio abrió los ojos y parpadeó varias veces para desvanecer la arenilla de sus ojos. El trabajo la está consumiendo más que cuando estudiaba.
Tras soltar un gran suspiro, se sentó en la cama y miró sus pies, ida de este mundo. ¿Debe ir a la corporación? ¿Con qué saldrá Tristán esta vez? ¿Tendrá la respuesta exacta para defenderse de él? Son preguntas que se hace todos los días, pero que con ingenio las sobrelleva.
—¡Mami! —Glenda entró corriendo a la habitación de su madre y se abalanzó contra ella. Pandora atrapó a su niña y besó su cabeza, es toda la energía que necesita para seguir adelante. —Buenos días. —La miró a los ojos. —¿Estás muy cansada? —Pandora agrandó la sonrisa.
—No, estoy muy llena de energía, ¿Acaso no lo ves? —Levantándose con la niña en brazos, se dirigió al baño. —¿Dónde está papi?
—En nuestra habitación, está organizando mis cosas. —Alzó la mirada cuando su madre la colocó en el piso. —Mami, ¿Puedes llevarme a tu trabajo? —Pandora dejó de lavar su cara y la miró. —Yo quiero ver los robots, quiero aprender a hacerlos. Quiero ser como tú. —Llena de amor por ese terroncito de azúcar que alegra sus días, se arrodilló frente a ella.
—Mi amor, no puedo llevarte a mi trabajo. —Colocó un mechón de pelo tras la pequeña oreja de la niña. —Prometo que cuando tengamos alguna feria te llevaré, pero hasta entonces...
—Debo estudiar y sacar buenas calificaciones. —Terminó la niña, su madre besó su frente y se enderezó. —Mami. —Pandora terminó de colocar la pasta en el cepillo y volvió a mirarla. Esos ojitos brillantes y llenos de curiosidad la tensó. —¿Algún día conoceré a mi padre? Quiero decir... ¿A quién me procreó? —El corazón de Pandora dejó de marchar. No se acostumbra a esa pregunta, nunca lo hace.
—Vaya... ¿Alguien quiere cambiar a papi? —Vicky entró al baño uniéndose a sus chicas. —Ven aquí, cariño mío. —La tomó en brazos. —Ya hemos hablado de esto, ¿Lo recuerdas? —La niña asintió con desánimo. —Bien, dejemos a mamá prepararse para luego seguir contigo. —Besó la cabeza de su piojita y tras guiñarle el ojo a su amiga, salió del baño.
Pandora se miró al espejo por unos segundos, sumida en sus pensamientos, recordando la mirada de su niña siempre que le pregunta por su padre.
Espabilando, dejó ir todas las preocupaciones y se apresuró a cepillar sus dientes para bañarse. No se puede permitir llegar tarde o el patán de su jefe tendrá como fastidiarla todo el día.
Desayunada, con su hija lista y su mejor amigo acompañándola a la parada, los miró con amor y les dedicó una gran sonrisa.
—Mi terroncito de azúcar, pórtate bien en el colegio, ¿De acuerdo? —Tomando las mejillas de su niña, besó su nariz. —Gordo, hoy nos toca trabajar. Asegúrate de que Priscila esté disponible, descansa, por favor... así me ayudas en la barra. —Vicky sonrió, su amiga jamás se relaja.
—Vale, haré todo lo que diga, señora organizadora. —Pandora besó la mejilla de su amigo y montó al autobús.
Tristán miró el robot en el que ha estado trabajando desde ya hace meses y sin ser consiente, las discusiones con esa pequeña antipática azotaron su cabeza y por inercia sonrió.
—¿Debo alegrarme por esa sonrisa? —Vaden se sentó junto a su amigo. —Te he visto muy risueño estos días. —Tristán soltó un profundo suspiro y se centró en su amigo.
—¿Hay algo más emocionante que hacer rabiar a una antipática viperina? —Vaden soltó la carcajada. —Simplemente, estoy pensando en cómo fastidiarla hoy. —Negando por la crueldad de su amigo, le tendió el café.
—¿No sientes como si ya la conociéramos? —Vaden frunció el ceño. —Desde que la vi llegar aquí, intento recordarlo, pero mi memoria falla. —Tristán recordó la reacción de su cuerpo y los latidos de su corazón siempre que la tiene cerca, pero aun así negó.
—No lo creo, y de conocerla no la hubiera olvidado. —Se encogió de hombros. —Ya sabes, para no cruzarme con ese pequeño saco de veneno y así no lidiar con ella.
—Pero desafortunadamente, para usted, me tiene en su camino. —Pandora interrumpió antes de que los dos hombres carcajearan. —Y así como yo tengo que lidiar con usted, usted debe hacerlo conmigo. —Se tragó su mal sentir, no entiende el odio que le tiene, pero ya la está lastimando demasiado. —Créame señor Bannister, estoy aquí únicamente porque deseo graduarme de la universidad y aprender lo más que pueda en este tiempo que esté aquí. Si usted me respeta y se limita a enseñarme, juro que no deberá soportarme ni tener que lidiar conmigo. Señor Newman. —Saludó al hombre y se adentró al laboratorio para estar lejos de ellos y así mantener su fachada de chica dura sin correr riesgos. No puede creer que Vaden también se burle de ella a sus espaldas, por eso precisamente nunca confía de nadie.
—Amigo... —Vaden miró a Tristán y este asintió.
—Lo sé... lo sé... —Profundizó su ceño ya fruncido. —Juro que no sé lo que me pasa con ella. Es tan insufrible y tan lista con esa boca que me enloquece y no puedo evitar ser un imbécil. —Vaden se paró de su puesto.
—¿No será porque alguien te está interesando más de la cuenta? —Le dio un sorbo a su café. —¿O será solo el hecho de que ella sí sabe cómo bajarte de la alta nube que es tu ego? —Con una sonrisa guasona, se marchó del laboratorio, no pretende estar en ese incómodo ambiente lleno de tensión sexual. Por lo menos no sin sus demás compañeros.
Tristán se acercó al compartimiento dónde Pandora trabaja en algunos circuitos para el robot. Ligeramente nervioso, la observó desde una distancia prudente, sobresaltarla podría costarle lo que ha progresado hasta ahora y entonces él será hombre muerto.
Editado: 08.07.2023