Ciencia, Amor y Otras Genéticas

Capítulo 8

El corazón de Tristán no dejó de latir con fuerza, la enojó, hizo justo lo que su amigo le aconsejó y funcionó, pero, ¿A qué costo?

Inquieto, la observó sentada a una distancia bastante lejos de donde él permanecía junto al auto averiado. ¿Cómo se le acercará ahora? Se nota que se está muriendo de frío y en la forma en la que le contestó hace unos minutos, dejó en claro que prefiere morir congela a recibir su ayuda. No podía dejar de pensar en soluciones.

—Pandora. —Habló alto para que lo escuchara, siempre lo ignora. —Te estás congelando y la ayuda al parecer va a tardar más de lo debido, por favor, ven a meterte al auto. —Pandora lo ignoró, su trasero duele horrores, sus dedos casi no los siente y el frío la matará, pero no pretende escucharlo. —Vas a enfermar, ¿Por qué solo no vienes? Yo me iré lejos para que no tengas que verme.

—Yo jamás me enfermo. —Gruñó tras decirle otro secreto de ella, ya está cansada de escucharlo. —Déjame en paz, Tristán Bannister, no quiero tu ayuda, no quiero escucharte y vete al caño. ¡Hipócrita! —Tristán mordió la parte interna de su mejilla con fuerza, es una ofensiva. Por lo menos ha conocido otra parte de ella, ¿No? Pensó como consuelo a su comportamiento.

—No me digas hipócrita, únicamente deseo disculparme por como me comporté.

—Eso te hace un hipócrita. —Ladró más enojada. —Siempre me tratas de esa manera y después quieres disculparte y hacer como si nada hubiera pasado. Esta vez no será igual, así que no lo intentes. —Dos faros iniciaron a verse en medio de la oscuridad. Ambos sintieron alegría, finalmente resolverán el problema y podrán marcharse.

—¿Señor Bannister? —Preguntó uno de los hombres aún montado en la grúa.

—Bueno, creo que somos los únicos varados en medio de la nada. —Le pareció tonta la pregunta.

—Hemos traído el repuesto de su neumático, así podrá marcharse pronto. —El hombre bajó junto a su compañero y tomaron lo necesario para reparar el daño.

—Debería traer a su esposa, esta área es muy conocida por las serpientes venenosas. —Aconsejó el otro tipo.

Tristán no esperó ni un segundo y se apresuró a ir con Pandora, ella es una venenosa, pero ha estado sentada ahí por más de hora y media y no puede tentar a la suerte. Ella, al verlo acercarse, endureció más su gesto, no tolera ni siquiera mirarlo.

—Pronto nos iremos, pero por favor, levántate de ahí. —Le pidió con amabilidad, pero era demasiado tarde para que ella creyera en eso.

—No puede ordenarme siempre que quiere, deseo estar sentada aquí y me pondré en pie únicamente cuando el auto esté totalmente reparado. —Tristán gruñó.

—Pandora, el área es conocida por las serpientes venenosas, los hombres me lo acaban de decir. Párate de esa roca. —Intentó moverla, pero el quejido de Pandora le hizo soltarla.

—Dame un momento. —Pidió en un susurro, no debió quedarse sentada por tanto tiempo.

—Sé que fui un patán, pero debes ponerte en pie y regresar a dónde está el coche. —Ella cerró los ojos cuando intentó ponerse en pie nuevamente. Tristán frunció el ceño cuando la vio tan quieta en el lugar. —Pandora, por favor, esto es serio. —Con más determinación, la tomó de los brazos y la puso en pie. Las manos de Pandora se aferraron a sus brazos y aquel gemido lo descolocó.

—No, no me muevas. —Casi gritó por el pequeño tirón a su brazo. —Déjame aquí un momento.

—¿Estás loca? ¡Me han dicho que hay muchas serpientes! —La miró con incredulidad.

—Lo sé, lo sé. —Lo miró a los ojos, las luces del auto apuntando directamente a ellos les deja una vista clara entre los dos y la sorpresa de Tristán por verla sonrojarse fue evidente.

—¿Qué te sucede? —La curiosidad incrementó en él cuando un nuevo jadeo salió de la boca de Pandora.

—Por favor, no vuelvas a moverme. —Rogó aferrándose con más fuerza. —Se... —Cerró los ojos, se siente avergonzada. —Se me durmió la... la... —No dijo más, ¿Cómo se le había dormido la entrepierna? ¿Por qué siente tan rico al moverse?

—¿Quieres que te tome en brazos?

—¡No! —Chilló rápidamente, si la toma en brazos sus piernas se apretarán y el cosquilleo será más intenso. —No quiero que me toques. —Ladró mirándolo a los ojos, lo que menos quiere es que sé de cuenta de cuanta calor le está dando ese hormigueo en su zona.

—¿Se te durmió el trasero? —No pudo contener la risa. —¿O fue algo más? —Ladeó la cabeza, la manera en la que presiona sus brazos es como si estuviera sintiendo placer. Él sabe exactamente como las mujeres se aferran a los hombres cuando el placer les está ganado la batalla.

—Cállate la boca. —Se molestó por su sonrisa. —¡Suéltame! —Se separó de él y todo su cuerpo se tensó al tragarse un gemido.

A pasos lentos y tratando de no mostrar su incomodidad por el hormigueo que siente cada vez que da un paso, se acercó al auto. Tristán ladeó su sonrisa al verla caminar de esa manera, no sabía que esa zona se les podía dormir a las mujeres y aparte de eso sintieran placer con solo caminar.

Veinte minutos después, ambos siguieron su viaje sin hablar, solamente con la música de Kiss al fondo. Tristán se sintió satisfecho al saber que esa música le gustaba, podía verlo en sus movimientos de cuerpo al compás de la canción.

Al llegar al hotel en la ciudad de David, Tristán se acercó a recepción, con una sonrisa, sonrojó a la recepcionista que trató de disimular cuando Pandora se colocó al lado de su jefe.

—Me dice su nombre, por favor. —Pidió la mujer después de saludar.

—Soy Tristán Bannister. —Respondió él sin borrar la sonrisa. —Hay dos habitaciones a mi nombre. —La chica tecleó unos segundos en la computadora y al ver el resultado de búsqueda, frunció el ceño.

—Lo siento, señor Bannister, a su nombre solo hay una habitación. —Pandora alzó las cejas.

—¿Y al nombre de Pandora Radcliff? —La chica le dedicó una rápida mirada y se apresuró a buscarla en el sistema.

—Lo siento, señorita, no hay ninguna habitación reservada con ese nombre. —Tristán y Pandora cruzaron miradas confundidos, la recepcionista de la corporación les aseguró a ambos que eran dos habitaciones.




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