Ciencia, Amor y Otras Genéticas

Capítulo 13

La sonrisa de Glenda se agrandó, Tristán le gusta y si no puede encontrar a su padre, se asegurará de que su madre se quede con él.

En cambio, él no supo si decirle la verdad a Pandora o callar, tras mirar a la niña por unos segundos, decidió no hablar. No puede decirle a Pandora, eso significaría perder la confianza de la niña y por lo que ve no es buena cuando alguien no le agrada.

—Empacaré la comida para marcharnos. ―Tristán se acercó a la mesa y terminó lo que Pandora había iniciado cuando Glenda decidió tomar las llaves del bolso de su madre. ¡Por Dios! Si Pandora se da cuenta, lo va a matar por callar, pero ¿Acaso no puede aprovechar la oportunidad que esa pequeña traviesa le está dando?

Ulises se deshizo de Vaden, no fue difícil para él hacerlo, Vaden se alegró cuando lo perdió de vista. Furioso por la información que se le había ocultado, entró al despacho de Bastián.

―¿En qué te puedo ayudar? ―El hombre miró al muchacho frente a él. ―¿Has discutido nuevamente con mi hijo? ―Ulises endureció más su gesto, está harto de que no lo trate con el respeto que se merece.

―Escucha bien, Bastián, mi padre murió y por ende yo debo hacerme cargo de su parte y me debes el debido respeto. ―Bastián se puso serio y lo observó detenidamente.

―No seas soberbio, muchacho, aquí el respeto se gana, no se hereda. ―Eso molestó mucho más a Ulises, ¿Cómo se atreve?

―¿Por qué no me dijiste que Pandora tiene una hija? Esa sería la respuesta a todo. ―Bastián lo miró con severidad.

―La niña está fuera de todo esto, no cometas un error, Ulises, o lo lamentarás. ―Ulises río con desprecio.

―¿Acaso estás cuidando a la novia de tu hijo? ―Enarcó la ceja cuando una idea cruzó su mente. ―¿Acaso estás protegiendo a tu nieta? ―Bastián permaneció serio con el corazón latiendo fuerte.

―He dicho que la niña no tiene nada que ver, déjala en paz y mantente fuera de todo esto, no estropees el experimento. ―Ulises se sentó frente al escritorio y miró a Bastián con altanería.

―No lo olvides, Bastián... esto no es cuestión de proteger. ―Lo miró a los ojos. ―Espero que tu hijo haga un buen trabajo, o de lo contrario tendré que intervenir yo. ―Se puso en pie y estiró su saco. ―Quiero que me envíes el expediente de Pandora y de su hija, los voy a estudiar. ―Sin más, dio media vuelta y salió del despacho. Bastián golpeó con fuerza el escritorio, ese muchacho es un imprudente y lo puede arruinar todo.

Tomando el teléfono, marcó el número del departamento de registros y cerró los ojos una vez se lo puso al oído. Esa investigación le ha costado mucho y si algo sale mal, lo perderá todo incluyendo a su hijo.

―Entreguen el expediente a Brighton. ―Ordenó con voz pesada.

―¿El que usted preparó? ―Bastián dio un largo suspiro, si los de la A.H.I. (Inteligencia Artificial y Humana) se enteran de que está ocultando información, no vivirá para contarlo.

―Sí. ―Contestó con decisión, él es quien ha dado más por ese experimento y no piensa retroceder. ―No olvides informarme cuando los devuelva, quiero que revises página a página. No podemos arriesgarnos.

―De acuerdo señor. ―Bastián cerró la llamada y echó la cabeza hacia atrás hasta posarla en el cabezal del sofá, no pasó demasiado tiempo cuando el teléfono sonó.

―¿Sí? ―Contestó imponente.

―Señor, el joven Tristán está saliendo del edificio con el sujeto de prueba y la niña. ―Bastián gruñó.

―Su nombre es Pandora, llámala por su nombre. ― Ordenó molesto.  ―Y no olvides que mi hijo también lo es. ―Le recordó. ―No los sigan, déjenlos en paz.

―Sí, señor. ―Bastián colgó la llamada y dirigió la mirada a la foto de su esposa.

―Sé que me odias, pero si estuvieras viva, me odiaras más. ―Soltó un respiro después de acariciar el marco.

Glenda no cabía de la felicidad, ¿Cuándo se imaginó ella viajar en un auto que no fuera un autobús o un taxi?

―¡Waoooo! ―Abrió la boca y ensanchó sus ojitos al ver el Audi A3 Sportback. ―Mami, es enorme y muy bonito, ¡Además es de mi color favorito! ―Miró con ilusiones el auto de color azul marino.

―Así que el azul marino es tu color favorito. ―Glenda por un momento olvidó la euforia y miró a su madre con gesto serio, ella siempre le dice que no permita que los demás la conozcan. Tristán también miró a Pandora quien parecía otra persona, ¿Acaso se molesta porque la niña muestra felicidad? ―Vamos, debes subir. ―Abrió la puerta del pasajero y la ayudó a entrar, Pandora que se había acercado, vio justo la silla que Vaden había sacado del edificio.

―No lo puedo creer. ―Gruñó molesta. ―¿Enviaste a buscar una silla para coches y no pudiste enviarme a buscar a mí para encargarme de mi hija? ―Le reclamó furiosa.

―Cielo, ¿Puedes abrochar el cinturón? ―Glenda asintió. ―Bien, mira. ―Sacó el disco duro donde tenía el programa de Rocket y se lo mostró. ―Esto lo colocas justo al lado del estéreo y Rocket se conectará. ―Se lo entregó y rápidamente cerró la puerta para que no escuchara la discusión que posiblemente se armaría. ―¿Puedes por lo menos tranquilizarte? ―Le pidió con el ceño fruncido al verla roja de la ira.

―¿Tranquilizarme? ―Bufó. ―Ahora todos saben que tengo una hija y Brighton dio tema de conversación, ¿Has visto sus ojos? ¡Son parecidos a los tuyos y cualquiera podría creer que es cierto!

―¿Lo es? ¿Acaso te acostaste con un hombre siete años atrás y no recuerdas nada? ―Pandora se paralizó al escuchar sus palabras. ―Dime, Pandora, ¿Eres de esas que se emborrachan hasta perder la conciencia de lo que hacen? ―Él sabía que eso era imposible, sabe que ella no es así, pero necesita hacerle entender que no debe temer.

―¿Podemos irnos? ―Quiso acabar con el tema y eso asombró a Tristán, ¿Puede ser posible? Pero ¿Cuántas posibilidades puede haber? No, es una locura, se lo negó a sí mismo.

―Lo que quiero decirte es que no tienes que preocuparte, que digan o piensen lo que quieran. Solo tú sabes tu verdad y es cuestionable si tú lo permites. ―Pandora se sintió impotente, ni ella misma sabe quién es el padre de Glenda, ¿Cuál verdad es la que sabe?




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