El hombre de cabello oscuro, alto, piel morena y ojos marrones miró a Tristán de arriba hacia abajo y viceversa.
—Puedo hacerlo. —Abrazó nuevamente a Pandora y que ella se dejara descolocó a Tristán. —En cuanto me digas quién eres tú. —La sonrisa del hombre lo hizo mirar a Pandora, después de todo, no es su novio y ciertamente que ella se deje hacer por otro dice mucho.
Pandora miró a Vicky quien se puso al lado de Tristán y respirando profundamente, se apartó del chico ahora descolocándolo a él.
—Es Tristán, mi novio.
—Y mi papá. —Agregó Glenda, quién recibió una seria mirada de su madre y comprendió que no debía meterse en esa conversación.
—¿Cómo? —El tipo río. —¿Mi japonesa se ha abierto a otro hombre que no soy yo? —Tristán frunció el ceño, ¿Japonesa?
—Marcus, para. —Le pidió.
—¿Qué pare? Me fui hace siete años, me aseguraste que me esperarías.
—Bueno, las cosas no siempre salen como se tiene planeado. —Se metió Tristán. —Ella tiene una vida hecha y tú no estás en ella.
—¡Marcus! —Pandora chilló por el puñetazo que le lanzó a Tristán, pero él, con solo una mano le detuvo el puño y se lo apretó con tanta fuerza que Marcus se quejó.
—No es muy valiente tirarle un golpe a un hombre que lleva a una niña encima. —Lo miró a los ojos apretando más. —Aléjate de ella o no responderé.
—Aaarrggg. —Marcus gruñó cuando lo soltó. —Creí que eras distinta. —Miró a Pandora quien se sintió nerviosa. —Espero que traicionarme haya valido la pena. —Tras mirar a Vicky, se marchó.
—Tristán...
—No. —La cortó. —No haré esto frente a la niña. —Miró a Vicky. —Gloria quiere pasar la noche contigo, ¿Vienes? —Vicky agrandó la sonrisa tratando de alivianar el ambiente.
—Por supuesto, pueden adelantarse. —Tristán, aún con Glenda en brazos, inició a caminar dejándolos incrédulos por la fuerza que demostró.
—¿Estás celoso? —Tristán evitó mirar a la niña, su corazón martillea con fuerza en su pecho y como siempre las emociones en él son muy intensas y no sabe si estar feliz por como lo presentó Pandora, o estar furioso por saber que ella prometió esperar a alguien más y no se preocupó por mencionárselo. Ahora tienen en claro su negativa, ahora sabe por qué no quiso nada con él.
—No estoy celoso, yo jamás tengo celos. —Mintió con descaro. —Hoy te quedarás en casa con Gloria y papi, ¿Estás feliz? —Glenda, con ojos brillantes y su sonrisa chimuela, asintió olvidando completamente lo que había acabado de pasar.
—¿No le hablaste de esto a Tristán? —Pandora bajó la mirada. —Griega, ¿Cómo pudiste no mencionarle algo así? ¿Sabes lo que podría estar pensando en estos momentos?
—Creí que Marcus no vendría más. —Sintió ganas de llorar. —No lo creí necesario. —Vicky suspiró.
—Me siento muy agradecido por todo lo que Marcus nos ayudó. —Confesó. —Pero ambos sabemos que él y su manera de ser no era bueno, no te sientas culpable.
—¿Cómo no hacerlo? —Lo miró a los ojos. —Marcus nos ayudaba a conseguir comida, por él y su manera de ser muchas veces nos acostamos con el estómago lleno, él y su pandilla nos recibieron cuando escapamos de esa casa hogar. Si no hubiera sido por él, nosotros...
—Hubiéramos estado bien. —La cortó. —Él solo nos aceptó en su pandilla, tú eras quien ultrajabas los cajeros, tú eras la inteligente y no él. —Dejando salir el aire negó. —Marcus nos ayudó mucho y está bien que te sientas muy agradecida, pero los tiempos cambian y ahora en tu vida hay un hombre de bien. Ahora. —La miró a los ojos. —Si crees que Marcus tiene tu corazón, por supuesto yo te voy a apoyar, ¿De acuerdo? —Pandora negó, si él no se hubiera aparecido, la verdad que no lo hubiera recordado.
—Marcus se fue sin mirar atrás. —Miró al frente y al ver a Tristán y su hija comer helado y reír, también sonrió. —Y aunque no quería una relación con Tristán por miedo a todo lo que pueda pasar, ese hombre es el único que me ha hecho llegar aquí. —Se encogió de hombros. —Marcus no significa nada para mí. —Víctor se sintió extremadamente feliz.
—¡Gracias por escucharme! —Evitó llorar. —Tristán es todo lo que está bien y adoro que lo sepas. —Tras abrazarla, la tomó de la mano para unirse a Tristán y a su pulguita.
Tristán se puso en marcha una vez subió al auto, está molesto con la mujer a su lado y no poder decirle nada por la presencia de la niña, lo enoja más, pero quizás así es mejor. La ley del hielo puede ser gratificante muchas veces.
—Debo pasar a casa por el vestido.
—En mi casa tienes uno. —Contestó cortante sin querer guardar la sorpresa que Glenda y él le tenían para ella.
—¿Problemas en el paraíso, Tristán? —Rocket hizo su entrada tan inoportuno como siempre.
—No inicies, Rocket. —Gruñó Tristán.
—¿Cómo es que puedes discutir con una voz? —Quiso saber Víctor, quién aún no se acostumbra a aquello.
—No soy solo una voz. —Procedió a explicar Rocket. —Soy un programa de inteligencia artificial capaz de actuar, pensar y decir lo que yo quiera.
—O sea que, si quieres lanzar un misil nuclear, ¿Lo harías?
—Sí, pero Tristán quedaría en manos del gobierno del país al que le lance un misil. —Víctor alzó las cejas.
—¿Cómo es eso? —Miró a Tristán desde el puesto del pasajero.
—Crear a Rocket fue noticia mundial y cuando se dieron cuenta de lo que era capaz, me lo querían quitar. —Comenzó a explicar Tristán. —Pero yo no lo permití y mi padre tampoco, así que tuve que firmar varios acuerdos con varias organizaciones de varios países...
—Aunque cuando flor de la adversidad se enoje con él, puedo enviarlo a la cárcel una noche o dos como castigo por fastidiarla. —Pandora río al escuchar el gruñido de Tristán.
—Ah, se le olvidó decirte algo más. —Miró a Vicky. —Es traicionero, no confíes en él. —Las risas resonaron y la disputa entre Rocket y Tristán inició como una batalla de argumentos.
Editado: 08.07.2023