Ciencia, Amor y Otras Genéticas

Capítulo 38

Tristán como siempre despertó antes que su pandita, verla a su lado dormida y completamente desnuda lo llenó de tanta paz que sonrió, sin duda volvió a tocar el corazón de esa mujer tan desconfiada.

Ha intentado hacerla desistir a recuperar la memoria, pero ella está empecinada a que quiere hacerlo y no puede negarse a ello, el día llegó y ella tendrá todos sus recuerdos, incluyendo los dolorosos.

Dejando de pensar tanto en las cosas, acarició el vientre plano de su mujer, ha pasado un mes y el embarazo la tiene dormilona, irritada, con náuseas y ganas de acabar con él por embarazarla nuevamente. Su preocupación es como ella reaccionará cuando se entere de que perdieron un hijo en el instante que los secuestraron.

Necesitado de verla despertar, inició a besar su cuello, descendió por su hombro hasta llegar a sus sensibles pechos. Pandora suspiró complacida por todos los mimos que estaba recibiendo, pero aquella mordida la obligó a abrir los ojos.

―Cielo. ―Susurró volviendo a cerrar los ojos. ―Déjame dormir, quiero dormir. ―Tristán no pudo evitar sonreír, esa escena le ha recordado algo que ya vivieron.

―Debemos ir al colegio de la niña. ―Besó sus labios. ―¿O quieres que vaya yo solo? ―Pandora negó sin abrir los ojos, desea ir a hablar con el director para que vuelva a aceptar a su niña, pero también tiene mucho sueño.

―Podemos ir un poquito más tarde. ―Le sugirió. ―La niña no tiene que dar clases, así que podemos ir un poquito más tarde. ―Poniéndose de lado lo abrazó. ―Quiero quedarme aquí contigo. ―Tristán sonrió.

―Amor, el director nos dio la cita para las nueve de la mañana, ya son las siete. ―Pandora gruñó molesta. ―No te enojes, es el precio de ser padres. ―Esas simples palabras le brindó una felicidad única a Pandora. Finalmente, había encontrado al padre de su hija y aunque ya lo sabía, no puede evitar emocionarse, después de todo no lo recuerda.

―Vale, me despierto. ―Se estiró para desperezarse. ―Ahora muero de hambre. ―Bostezó en cuanto se sentó. ―Siento que no he dormido nada. ―Tristán bajó de la cama.

―¿Será porque la señorita no quiso dormir y lo único que exigía era tenerme sobre ella? ―Divertido por el sonrojo en sus mejillas, la tomó en brazos. ―Vamos a la ducha antes de que Glenda y Rocket intenten hacer el desayuno nuevamente. ―Pandora carcajeó, para no lastimar los sentimientos de su hija se comieron el panqueque quemado que les hizo.

Los medios se han calmado y han dejado de intentar saber más de lo que Tristán y Pandora pasaron, todos parecieron olvidar lo que hizo la A.H.I. y es lo mejor que ha podido pasar. Ahora todos siguen con su vida y tratan de olvidar ese amargo trago que les dio la vida.

Pandora, como era de esperarse, se enteró de todo tras exigirle a Tristán que le contara antes de recuperar la memoria para tomar las cosas con más calma. Ahora quiere ver a Ulises y presenciar por ella misma lo mal que lo está pasando, Tristán se niega a eso, es inhumano lo que le están haciendo y teme que le afecte, pero ella quiere verlo y nada la detendrá.

―Buenos días. ―Rocket los saludó al verlos entrar al comedor. ―El desayuno está listo, cortesía de Glenda, Vicky y su servidor. ―Tristán enarcó una ceja.

―¿Y tú en que habrás ayudado? ―Rocket se ofendió al instante.

―Midiendo el tiempo de cocción y asegurándome de que las medidas fueran las adecuadas. ―Pandora miró con advertencia a Tristán.

―Muy bien hecho, Rocket. ―Lo felicitó. ―Ahora ve a decirle a los chefs que muero de hambre. ―Tristán negó.

―¿Por qué lo tratas como a un niño? ―Pandora besó sus labios.

―Porque es mi niño. ―Se encogió de hombros.

―Buenos días, familia. ―Vaden se sentó con un gesto de dolor.

―Saliste de fiesta nuevamente. ―Tristán endureció el gesto. ―¿Cuándo vas a parar esa vida loca?

―Vamos a ver. ―Vaden lo miró. ―No porque tú hayas decidido tener una vida familiar, también yo decida lo mismo. ―Ladeó la sonrisa. ―Me va mejor ser el tío buena onda que se lleva a su sobrina a pasear en sus cumpleaños y que le enseña cosas que sus padres se niegan a enseñarle.

―¡Tío! ―Glenda corrió y lo abrazó. ―¿Saldremos hoy al cine? Ya se ha estrenado la peli que estábamos esperando. ―Vaden le guiñó.

―Por supuesto que iremos cariño, pero ahora traeme un café negro y amargo como el humor de tu padre. ―Glenda riéndose se marchó nuevamente a la cocina.

―¿Qué te hace pensar que te dejaré salir con mi hija? ―Vaden alzó las cejas y después soltó una carcajada a pesar del dolor de cabeza.

―Es mi sobrina, me la llevo cuando quiera. ―Rodó los ojos.

―Ay Vaden cuando te enamores. ―Pandora le dio una mordida a la banana. ―Ya te veré todo posesivo y celoso. ―Vaden sonrió.

―Sí, te quedarás esperando eso toda tu vida. ―Le aseguró sin prestarle atención. ―¿Irán a hablar con el director? Yo creo que sí la aceptará, después de todo es una niña y debe aprender mucho.

―Espero que así sea. ―Resopló Tristán. ―Quiero que mi hija tenga una vida normal y más deseo que ellos se den cuenta de una buena vez que haber nacido de nosotros no le quita que debe aprender de la vida. ―Pandora acarició su brazo. Ella intentó presentar la tesis para que se le entregara su diploma y lo único que le dijeron es que no lo necesitaba, eso le dolió mucho.

―Buenos días, familia. ―Vicky junto a la ayudante que recién contrataron, entraron con el desayuno de todos. ―Espero que les guste mucho. ―Lo colocó en la mesa. ―Hola parrandero. ―Besó la cabeza de Vaden. ―Stella me dio unos detalles que Jesús bendito. ―Vaden gruñó.

―Es un bocazas, ¿También te dijo que se fue con dos chicas? ―La conversación se vio interrumpida cuando Glenda entró. ―Gracias miel, has salvado la vida de tu tío. ―La niña, satisfecha por haberlo ayudado, se sentó en medio de sus padres.

―Papi, ¿A qué hora nos vamos? ―Glenda lo miró. ―Ya quiero escoger lo que hace falta. ―Pandora alzó las cejas, esos dos se tienen un misterio.




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