Científicos, Hechiceros y Astronautas.

Hechiceros – Maldición de la vida eterna 2.

Alejado del centro urbano de la ciudad es donde más se podían encontrar las distintas fábricas, ya sean de madera, de electricidad, de materiales de construcción, etc. Pero eso también significaba que con el pasar del tiempo algunas fueron abandonadas y todavía no se las reactivó.

     Por las distintas maquinas dentro del edificio uno podía darse la idea de cuál era su función, se trataba de una fábrica de colchones que fue abandonada hace mucho. El polvo de las maquinas que tenían años sin ser usadas empezó a temblar de forma paranormal, sin previo aviso todas las partículas de polvo se agruparon en una esfera de tres metros de diámetro y en un segundo explotó para caer todo al suelo.

     Entre la nube de polvo generada logró escucharse una tos que resonó con eco entre el techo de chapa de la instalación abandonada, una mano femenina se hizo para un costado en medio del aire para correr la nube de polvo.

     Era difícil ver en la profunda oscuridad del lugar, pero si uno esforzaba la vista podría distinguir dos figuras humanas, ambas femeninas, aunque una era casi el doble de alta que la otra. Se trataba de una mentora y su discípula miembros del Occultatum, una organización clandestina que traficaba con objetos mágicos.

     – ¿No podíamos caer en un lugar menos sucio y oscuro? –se quejó la joven todavía tosiendo y moviendo su mano para alejar el polvo en el aire.

     –Oye, no te quejes. No pensé que tendría que usarlo todavía.  Pero no teníamos otra opción –la mujer adulta se paró cerca de un gran portón metálico que daba a la salida, ella llevó sus manos a la cintura y giro su cabeza para hablar a su discípula –Vamos a tener que ir de viaje a Drascord para que pueda conseguir otro, pero bueno., al menos tenemos el amuleto incompleto. Dámelo.

     La cara de la joven con una flauta palideció y su alma pareció abandonar su cuerpo –Intente decirte cuando estábamos atrapadas en la burbuja –ella separó su mirada y chocaba sus dos dedos índices como si eso fuera a disminuir el castigo inminente –Lo que pasa es que, cuando ese Gran Maestro atacó el amuleto se…se…se me cayó.

     Por fuera la mujer adulta parecía estar congelada, aunque al ver a través de sus ojos en la noche uno podía notar como su alma ardía con furia. No obstante, no se había vuelto una mentora solo porque si, se trataba de una mujer inteligente que sobreponía el razonamiento a las emociones –Y yo que ya quería largarme de esta sucia ciudad, pero bueno. Tendremos que regresar, buscaremos en una zona alrededor de donde se te cayó. Esperemos que alguien no se lo haya llevado y alejado demasiado.

     La joven chica aun temblaba del miedo, ella pensó que dar sugerencias u opciones de cómo proceder ayudaría a contrarrestar su error – ¿Por qué no utilizamos otro objeto mágico para rastrearlo?

     –El ritual no fue terminado con éxito, así que por ahora ese amuleto es solo un collar caro, rastrearlo de esa forma no será posible.

     La mentora continúo caminando –Apresúrate, ojalá que nadie lo tome. Ya cuando lo recuperemos y dejemos está sucia ciudad te cortare algunos de esos dedos de mantequilla que tienes.

     Esa joven sabía que su maestra no se caracterizaba precisamente por ser divertida o hacer bromas, aun así, la discípula soltó una temblorosa carcajada – ¿Eso era un chiste, verdad? –su mentora no respondió y siguió caminando, por lo que ella se apresuró en seguirla –¿Verdad?

-----O-----

La llave giro en el interior de la cerradura y un chillido acompañó el movimiento de la puerta de madera cuando un hombre de cuarenta y tantos años la abrió, del interior de la casa una joven se apresuró a la entrada –Sé que vas a decir que soy una exagerada, pero como te tardaste me preocupe un poco.

     La chica de aproximadamente 20 años recibió a su padre con un abrazo en su cuello y tomó las bolsas con pan que el cargaba –Ay hija, cuantas veces te he dicho…

     –Sí, ya se papá –ambos se separaron y ella llevó las bolsas de plástico a la cocina.

     La casa no era muy grande y tampoco tenía muchas cosas, pero tenía dos pisos, los planos se verían como un cuadrado dividido en cuatro partes y aun así casi ni había luces prendidas, la oscuridad de la noche se potenciaba por la falta de luz de la casa. El único lugar donde las luces estaban prendidas era la cocina donde Cicerón entró a dejar las compras a la par que su padre la seguía por detrás.

     Al entrar en la cocina el hombre observó en la mesada una tarjeta de invitación hecha de cartón, eso le recordó algo – ¿Ya preparaste tu vestido para la boda de mañana? –quiso saber el cuadragenario.

     –Sé que ropa llevare, pero todavía no decido si iré –Cicerón cruzó los brazos de solo pensar en ese evento.

     Su padre se acercó preocupado –Pero es tu madre, todavía no habías nacido para nuestra boda, pero ahora que ella se volverá a casar no deberías perderte la oportunidad de ir –el hombre actuaba de forma demasiado comprensible para su situación, normalmente cuando un matrimonio se separa cada padre quiere poner a sus hijos en contra del otro. Pero este hombre incluso parecía estar feliz de que su ex esposa se volviera a casar, quizás ese conformismo suyo fue una de las razones que contribuyo a su divorcio.

     Aun así, Cicerón estaba tan enojada por los dos –No estoy segura, casi nunca veo a mamá y de la nada me invita a su boda. Seguro que su nuevo novio debe haberla convencido.

     El cuadragenario levantó su mano y la apoyó en el hombro de su hija, en respuesta esta se dio media vuelta para ver a su padre – No seas mala y ve –casi parecía como si su padre fuera a llorar si ella se negaba –Y podrás presumirle esto –del interior de su bolsillo el hombre sacó una cadena de oro de la cual colgaba un amuleto brillante, con la figura de una mándala con forma de flor y muchas gemas preciosas incrustadas.




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