Científicos, Hechiceros y Astronautas.

Científico – Galileo y los Secretos de la Telequinesis en Italia 2.

Una suave brisa invernal acariciaba al auto eléctrico en movimiento, la ventana un poco bajada permitía ingresar un aire impregnado de un aroma a chimeneas encendidas y dulces fragancias provenientes de las trattorias locales. Las estrechas calles empedradas brillaban con la tenue luz de las farolas antiguas, iluminando el camino con destellos ambarinos.

     Las fachadas de los edificios históricos eran vestigios del pasado que Gioacchino adoraba observar, pensaba en todas las cosas que esos muros de piedra habrían visto, cuanto albergaban en su interior.

     Las sombras de las casas se proyectaban sobre las aceras creando juegos de luces y sombras que conferían al pueblo un aire de misterio, quizás en parte por eso todos los falsos rumores de cosas sobrenaturales que ocurrían eran tan creíbles. Todo estaba relacionado con la misma imagen del pueblo de Selcetta, un lugar antiguo que se iba modernizando de a poco; un efecto que se aceleró cuando la Metrópolis Auroa eligió el lugar para instalarse.

     –Ni que fuera la primera vez –contestó el joven recuperando un poco de su buen humor, siempre le gustaba apreciar la ciudad –Además es bastante seguro el proceso, solo había que perfeccionarlo –comentó al final.

     Sin duda podía ser muy malo ser llamado “conejillo de indias” aunque era la pura verdad, los experimentos que se realizaban eran probados por Gioacchino. Solo que él no veía eso como algo malo, confiaba profundamente en los científicos del laboratorio y no harían algo que pudiera lastimarlo o atentar contra su vida. Aun así, de todas formas, siempre una pizca de duda permanecía en lo profundo de su ser artificial.

     Al final de cuentas el joven pelirrojo con ojos marrones de 20 años no era más que un clon, un ser humano artificial creado en un tubo de ensayo usando como base el ADN de alguien más ¿tan malo sería en realidad su perdida? Fácilmente podía ser reemplazado, tenía decenas de hermanos idénticos y su mera existencia era mal vista. Una ofensa al Trato Internacional de las Naciones Unidas, tanto como si un experimento saliera bien o saliera mal y él muriera los científicos tendrían resultado, era un ganar o ganar.

     No, pero eso no podía ser verdad. Eran solo pensamientos intrusivos de Gioacchino ¿o no? La única que sabía su verdadero origen y naturaleza era la investigadora principal y directora del lugar, Ana Fernández Wheeler.

     Aquel comentario llamó la atención de la inteligencia artificial –Veo que alguien estuvo leyendo los registros.

     –Claro, naturalmente me informaría al respecto sobre en qué voy a participar –y para demostrarle que no era mentira empezó a explicarle. El auto se comió un bache por lo que dieron un pequeño salto –Originalmente el proyecto de teletransportación fue hecho en el Laboratorio N23 dentro de la Metrópolis, solo que luego hubo un incidente con el grupo de Nebula Trails de ese lugar.

     –Grupo Orión según mis datos.

     –Claro, ellos asesinaron a todos los involucrados. El laboratorio sigue en funcionamiento pero el proyecto fue trasladado aquí ya que la Metrópolis quería presumir en las noticias lo buenos y abiertos que estaban a colaborar con el mundo –hizo una pequeña pausa y se dio cuenta de lo que dijo –Ouh, yo no quiero decir que el Dr. Marcos Rossi sea malo, es un genio en el área solo que…

     Fue interrumpido por Alfa.Hiva –Si entiendo, no te preocupes.

     –Bueno eso. Principalmente solo querían perfeccionar el diseño y probar una nueva fuente de energía alternativa con la que trabaja la Dra. Ana.

     Mientras más avanzaba el auto eléctrico por las calles las luces iban disminuyendo hasta que solo quedaron las de los faroles del vehículo, su recorrido los iba alejando de la urbanización para terminar en medio de una pradera de pasto verde decorada por pequeñas colinas y que parecía extenderse al infinito. El camino dejaba de ser de piedra para pasar a ser tierra, había varios árboles plantados a los costados y algunas cercas de madera sin terminar.

     La aspiradora robot los llevó por la Vía di Trigoria y antes de que llegaran a una estancia donde se domestican perros y se da alojamiento a turistas doblaron a un camino de tierra, la Vía del Casale della Caccia, recorrido lleno de árboles y campos por el que tendrían que seguir para llegar a su destino. El viaje podía durar 10 minutos en auto aunque a pie se extendería a unos 40 minutos.

     De noche el camino podría provocarle miedo a cualquiera, y con motivos suficientes, pero para Gioacchino que estaba acostumbrado a vivir ahí ese no era el caso. De hecho, normalmente él sería la fuente del miedo de los lugareños debido a los rumores que se contaban.

     El auto eléctrico pasó por dos casas privadas que eran las únicas residencias en toda la zona y cinco minutos después habían llegado a su destino, el Instituto de Investigación Colaborativa Di Ser Piero Da Vinci. Su vehículo se detuvo un momento porque enormes rejas electrificadas y con cámaras de seguridad y sensores de movimiento bloqueaban el acceso por la ruta, para su suerte Alfa.Hiva era la inteligencia artificial de las instalaciones y podía controlarlas así que mandó una señal para que las rejas automáticas se movieran y el auto pudiera entrar.

     Estacionaron frente al edificio principal, el complejo fue construido con 4 edificios: 3 de 2 pisos y el central y más grande con 4 pisos de altos. Diseñado a base de cemento pintado de color crema, metal y vidrio la estructura replicaba un poco del paisaje urbano que podría encontrarse dentro de la Metrópolis Auroa.

     Los extensos campos verdes y arboles a la redonda le daban un aire muy ecológico aunque si hubiera sido construido más cerca del pueblo desentonaría con el estilo antiguo moderno que tenía.

     Al llegar lo primero que hizo Gioacchino fue desenchufar el cable USB, abrió la puerta y bajo con la bolsa de tela llena de compras en una mano. Rodeó el auto para abrir la otra puerta y bajar a su compañera –Sera mejor que tú te reúnas con la Dra. Ana, yo me encargare de las compras –le comentó el robot aspiradora mientras subían las escaleras.




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