Científicos, Hechiceros y Astronautas.

Científico – Galileo y los Secretos de la Telequinesis en Italia 5.

Al igual que con todas las demás personas de la región el cuerpo de Alonzo estaba más acostumbrado a las bajas temperaturas, aunque hicieran 10 grados una campera sería suficiente.  De todas formas eso no evitaba que pudiera sentir las frías ventiscas de la noche, pero había algo inusual, una parte de su cuerpo se encontraba en una temperatura diferente.

     Sumado a eso empezó a escuchar como lo llamaban por su nombre y su cuerpo se sacudía ligeramente como si todo su entorno temblara, fue entonces que terminó por despertarse y lo primero que ocurrió fue que un eructo se escapó de su boca. Los efectos de todo el alcohol que había ingerido se habían disipado un poco de su sistema, pero no lo suficiente.

     Su mirada apuntaba al oscuro cielo estrellado con una gran y resplandeciente luna, entonces volvió a sentir algo fuera de lugar. Se dio cuenta que su mano estaba mucho más caliente que el resto de su cuerpo y apoyada sobre algo suave, cerró sus dedos con poca fuerza para intentar corroborar de que se trataba y escuchó una risa. Algo que lo alertó y despertó más.

     Giró su cabeza para la derecha y se dio cuenta, el rostro de aquel extraño y extravagante chico de pelo rojo estaba muy cerca del suyo –Hasta que despertaste, estabas en un sueño profundo.

     Alonzo sacudió el rostro y su cerebro analizó la situación, no se encontraba parado por su cuenta, todas las copas que bebió no se lo permitían. Su brazo derecho pasaba por detrás del cuello de aquel muchacho que lo ayudaba a mantenerse de pie y su mano estaba caliente porque tocaba el pectoral del otro chico desnudo, a pesar del viento que corría su cuerpo estaba caliente.

     – ¡¿Cómo sabes dónde vivo?! –se sobresaltó sacando su brazo y alejándose un poco de él, pudo mantenerse de pie a duras penas, aun así temblaba y amenazaba con caerse como una torre de cartas en una pradera de verano.

     –Me fije en tu billetera –contestó sin ningún problema ese raro muchacho que no tenía problema con andar desnudo en la calle de noche –Me diste una moneda para comprar esas galletas de chocolate, entonces te ayude a regresar a casa –un concepto llegó a su mente de repente –Karma creo que se llama, no estoy seguro si es el concepto correcto para esta situación.

     Realmente ese tipo era muy extraño, actuaba muy raro y de una forma que a Alonzo le parecía inverosímil. Su mirada volvió a analizar su cuerpo completo, deteniéndose quizás demasiado tiempo en su entrepierna y trasero – ¿Por qué?

     –Ya te dije, me ayudaste así que ¿te devolví el favor?

     –No ¿Por qué andas desnudo? Estamos en medio de la ciudad ¿estas enfermo? ¿O todos en ese laboratorio andan desnudos?

     El joven de cabello rojo bajó la cabeza para darle un vistazo a su cuerpo, ya lo había analizado lo suficiente antes –La ropa me parece algo incomoda.

     Esa respuesta no complació al chico lleno de pecas en las mejillas, frunció el ceño molesto – ¿En serio solo por eso? No puedes –otro eructo se escapó de entre sus labios y se puso a pensar < ¿Por qué me molesta tanto? Ni si quiera soy yo el que está desnudo> volvió a dirigirle la mirada y a este parecía no haberle importado que le recriminara eso.

     –Te traje a tu casa así que creo que mi tarea ya está hecha –al volver a escuchar eso Alonzo le dio el peso que no le dio hace un momento. Sus ojos se centraron al frente y en efecto estaba fuera de su casa, una residencia que podría albergar a más personas de las que en realidad vivían allí. Tenía un estilo arquitectónico antiguo pero a su vez modernizado y un pequeño jardín delantero.

     Sin darse cuenta quien lo ayudó empezó a marcharse, giró 60 grados con la intención de caminar hasta perderse por las calles tan inesperadamente como apareció. Pero Alonzo no se lo permitió, le agarró del brazo deteniéndolo –Espera –el joven misterioso frunció el ceño un poco molesto – ¿Por qué no te importa lo que digan los demás? ¿Y tus padres o tutores?

     –No comprendo bien que hablas, yo simplemente aparecí así y no busque ropa porque tuve el sentimiento que era incomoda y molesta.

     – ¿Apareciste? –el panadero de cabello rulado y alborotado no quiso soltarlo porque tenía el presentimiento que lo dejaría escapar – ¿Ahora vas a volver a ese turbio laboratorio?

     Aquella persona tenía raros datos en su cabeza, no sabía porque el individuo al que ayudó le hablaba sobre el laboratorio, no sabía qué relación tenía con ese lugar aunque lo conocía. Su cerebro accedió a la información al respecto, se trataba del Instituto de Investigación Colaborativa de la Metrópolis Auroa en Italia –Puede ser que vaya ahí o puede ser que no. No lo sé realmente, solo iba a moverme sin rumbo a ver que encontraba.

     Alonzo se sonrojó de repente, él quería llegar a ser como esa persona que podía hacer lo que quisiera sin importarle realmente nada, sin estar atado a nada –Ese lugar esta como a una hora de viaje a pie, y es muy tarde por la noche –lo que estaba a punto de hacer estaba mal, muy mal y sus padres no se lo permitirían; tal vez por eso fue que lo hizo –Si quieres puedes quedarte a dormir en mi casa, y te vas mañana temprano, será más seguro.

     – ¿Seguro? –el joven misterioso cambio su atención a la casa <La tela de la ropa es molesta en el cuerpo ¿pero la tela de una cama será cómoda?> no podía explicarse como pero su cerebro tenía datos que relacionaban las camas con comodidad y placer – ¿Y podría dormir en una cama?

     –Ehm ¿sí?

     –Entonces me parece bien –con un fuerte movimiento, con una fuerza mucho mayor a la que Alonzo esperaba, el joven misterioso se soltó fácilmente de su agarre y giró su cuerpo otra vez a la casa.

     El panadero cayó en cuenta de lo que acababa de hacer y se puso más nervioso y rojo todavía –Escucha, mis padres no permitirían esto así que por favor haz el menor ruido que puedas cuando entremos –su nuevo invitado asintió con la cabeza <Me van a matar, me van a matar> pensaba buscando las llaves en sus bolsillos para entrar.




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