Científicos, Hechiceros y Astronautas.

Hechiceros – Academia Consagrada 3.

Un humano en su singularidad,

Forjó una rama, con habilidad.

Tratos tejidos con ingenio en su red,

Grimorios de hechizos, en su camino atraídos.

A los Arcanos convocó con maestría,

Usuarios inspirados en su sabiduría.

Aquel humano especial, líder y guía,

Uniendo destinos en esta sinfonía.

 

Fragmento del Kronika Biblios.

Por el Navytragwyd Mnemónico Levivel.

 

 

Ya era el quinto día desde que habían comenzado las clases y a pesar de ser viernes Federico no podía disfrutarlo, los martes y jueves tiene clases de educación física por la tarde y los músculos de su cuerpo todavía le dolían por los ejercicios de ayer. Sus padres se habían concentrado en darle una buena educación personal, aunque descuidaron bastante el lado físico, y ahora le estaba pasando factura.

     Era la segunda clase que tenía por la mañana, la última antes del almuerzo. Se trataba de Fundamentos Thelemicos, una de las pocas asignaturas que no habría en una secundaria de Cenizos; pero Federico se había dejado engañar por el nombre y era mucho más aburrida de lo que imaginó. Aunque en parte eso también se debía a sus problemas personales con el fuego interno.

     La primera clase la tuvo el miércoles y no vieron prácticamente nada ya que fue solo una de presentación, cada estudiante se presentó y contó algunas cosas sobre sí. Brahms contó cómo su familia fue de viaje a la ciudad de Arcanos oculta en la Barrera Esmeralda debajo de Londres mientras que el hijo de los Bellarmy se limitó a decir poco.

     Observó por la ventana y esta vez los de alumnos de tercer año no se encontraban practicando afuera, debido a eso tuvo que obligarse a prestar atención. Llevó su mirada hasta el pizarrón y vio el dibujo que la maestra hizo con la tiza: una persona en cuyo interior tenía una flama dibujada, por detrás de la llama se encontraban líneas unidas que recordaban a una tela de araña.

     –El Thelema… –explicó la mujer con un tono severo, Federico pensaba que era una maestra que se enojaba fácilmente. Había tenido algunas tutoras así de “estrictas” en el pasado y más o menos sabia como manejarlas, y si se iban de la raya les jugaba una que otra broma– …es la sustancia invisible que todo ser vivo posee en su interior. Ya sean bacterias, plantas, arboles, animales y nosotros; es el combustible no solo de la vida sino también del universo mismo. –Mientras explicaba la decrepita mujer iba de un lado del pizarrón al otro. Al terminar de hablar soltó en un tono más severo–. Abran sus libros en la página diez.

     Todos obedecieron –Nuestro planeta es un Mundo Elegido, específicamente por el Aspecto del Ocaso. Debido a esto es que nos Bendijo con una cantidad extra de Thelema. Y además de eso modificó los Pilares del planeta, un grupo aleatorio de personas de nuestra especie que nacieran aquí tendrían modificaciones en sus almas.

     Gran parte de lo que la mujer decía se encontraba en el libro, solo que este último poseía más ilustraciones y algunos detalles extra pero no muy relevantes, eran el tipo de cosas que uno ignoraría cuando tuviera que hacer un resumen para estudiar. Excepto por una palabra, una que se encontraba en un color naranja y que la maestra mencionó justo luego de que Federico la viera –Pyroescencia, no quiero que se olviden esa palabra –agregó en tono molesto–. Son las modificaciones en el alma que nos permiten manifestar nuestro fuego. Todos los Arcanos podemos encender nuestro fuego, quiero que lo hagan.

     Incitados por el todo agresivo de la orden todos los alumnos se apresuraron a hacerlo, colocaron su mano hábil sobre el pupitre y abrieron la palma para generar su fuego interno. Alzando vagamente la mirada por encima la maestra los observó a todos, todas las llamas soltaban chispas grises y tenían la misma apariencia etérea y fantasmal; pero variaban en colores: verde, blanco, rojo, azul y rosa.

     De los 15 alumnos al menos cinco tenían problemas para siquiera encender el fuego y de los otros 10 más de la mitad no pudo mantener su fuego encendido por varios minutos seguidos. Para pesar de Federico, él con suerte pudo hacer aparecer unas chispas de fuego blanco en su mano, era como el fuego de un cerrillo al cual la más mínima perturbación podría apagarlo.

     Ni siquiera el hecho de que hubiera otros compañeros con la misma dificultad amortiguó el malestar interior que sentía el hijo de los Bellarmy, quizás debido a que el chico de Raíces del Ocaso sentado a su lado no parecía tener ningún problema en mantener su fuego encendido por mucho tiempo. Al mirar las lenguas de fuego que se levantaban en lo alto de su palma daba la impresión de que su fuego se teñía de tonos rojos por haber entrado en contacto por la sangre.

     Con algo de desdén la maestra continuó –Bueno, más de los que esperaba tienen dificultades. Pero no se preocupen… –Se movió de adelante a atrás en el salón, cuando pasó cerca de Federico este pudo sentir como si se ahogara con el ceño fruncido de la maestra y eso terminara de apagar su débil llama– …esta clase es también para que puedan aprender a mantenerlo y controlarlo.

     El estudiante empezó a agarrarle odio a esa maestra, y todas sus palabras le parecían irritantes –Quiero que vayan a la página siguiente. –Y Federico obedeció de mala gana–. Como pudieron haber notado entre sus compañeros, había distintos tonos en el color de cada fuego. Esto no es solo porque los Aspectos así lo quisieron, para que se vea más bonito. –La mujer levantó un dedo que temblaba como el fuego de una hoguera ante una fuerte ventisca–. Cada color es producto de una ligera variación en la configuración del alma ¿sabe que quiere decir eso joven Sombcaso? –La vista de la maestra fulminó a una chica al final del salón.




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