Científicos, Hechiceros y Astronautas.

Hechiceros – Academia Consagrada 5.

En las orillas del pueblo, a un costado de la Laguna de los Horcones se encontraba una plataforma de baldosas lisas y blancas. El lugar tenía una elevación de dos metros por encima del suelo, así que había escaleras para los que quisieran subir, además se trataba de un cuadrado perfecto de 30 metros por 30 metros. A 10 metros de distancia de la plataforma se colocaron troncos de madera para formar una barrera improvisada y por detrás varias tribunas de madera y metal.

     Los Duelos de Arcanos no es algo que ocurra muy seguido, por ese motivo los habitantes de Vallereia se emocionaban especialmente al poder presenciar uno después de varios meses. De un lado de la plataforma se encontraba Brahms Sunsed y del otro Simón Delocaso, en el centro de todo estaba una atractiva mujer joven y voluptuosa, la hija de quien dirige el pueblo –Ya todos conocen las reglas –hablaba lo más fuerte que su garganta le permitía para que todos la escucharan–. Matar está prohibido, y solo hay tres formas de ganar: sacar al rival de la plataforma, dejarlo inconsciente o hacer que se rinda. –La joven pasó la mirada por ambos–. Quiero un juego limpio caballeros, empezaran cuando se toque la campana. –Y sin perder un segundo ella se apresuró en salir de la zona de combate.

     En las tribunas más bajas se encontraban Federico y Mónica, una tribuna por encima estaban sentados los de tercer año –Al menos no tienen Grimorios, no creo que sea una pelea tan cruda –comentaba la chica claramente preocupada.

     –Espero… –agregó el hijo Bellarmy. Este era el primer Duelo de Arcanos que veía en persona. La sangre le ardía particularmente, y no debido a su fuego interno, sino que sentía que todo esto era su culpa. Se llevó las manos al estómago ya que su cuerpo amenazaba con vomitar <Ni siquiera puedo aprovechar este tiempo para terminar la tarea> se resignó. No quería dudar de su amigo, pero estaba seguro de que si la cosa se ponía mal para él entonces vomitaría todo.

     Lo único bueno que él podía encontrar en esta situación, algo para intentar calmarse, era el hecho de que Simón tiene el mismo fuego que él, por lo que podría aprender sus aplicaciones ya que no se lo enseñaron todavía en clases. Y aunque ese chico fuera un insoportable parecía manejar muy bien su Pyroescencia.

     Cuando la campana fue golpeada con un mazo las vibraciones del sonido se expandieron rápidamente por el aire, el ambiente se llenó de anticipación mientras los espectadores observaban con aliento contenido, los ojos de todos fijos en los dos contendientes.

     Brahms Sunsed, él no quería hacer esto pero era la única forma para que los sucios rumores de su padre y suyos no lo persiguieran incluso en la academia. Para su suerte esos mismos insultos que quería apagar también funcionaban como combustible para sus llamas, los músculos de sus brazos se tensaron cuando cerró ambas manos en puños radiantes de un fuego carmesí. Su familia es bien conocida por los Duelos de Arcanos y eso su contrincante parecía saberlo, quizás era la razón por la que vaciló y aceptó más por la presión que otra cosa.

     Simón Delocaso, el ojo experto podría notar su preocupación resguardada dentro del pecho. Solo que a simple vista su actitud era más calmada y tranquila, sus Ojos del Cielo habían pasado de una tonalidad azul por la mañana a una naranja del día. Tomó una bocanada de aire y… –Todavía estas a tiempo si quieres acabar con esta payasada ¿sabes? Te lo dejaré pasar.

     –Uy, aun en esta situación te das el gusto de ser arrogante –su odio parecía quedar tan claro que al escucharlo hablar las llamas aumentaban su intensidad y le consumían los brazos–. Por favor, por favor no vayas a rendirte. –Así era la forma en que controlaba los sucios rumores sobre él, sobre su padre. Los callaba a golpes, y había tenido que silenciarlos tantas veces que sin duda se lo podría considerar un experto ya.

     Por un momento la arena quedó en silencio, expectante, y fue entonces que Brahms se agachó. Cada una de sus manos tocó ambas piernas y el fuego de tonalidades rojizas se expandió hacia ellas como si fuera madera seca. Acto seguido la confrontación dio inicio, el chico con Raíces del Ocaso corrió hacia adelante con una velocidad paranormal; su figura estaba envuelta en llamas que crepitaban y ardían dejando por detrás una estela de chispas grises.

     Simón ahogó un susto, naturalmente su contrincante al ser un peleador cuerpo a cuerpo acortaría la distancia. Sus manos también se encendieron en flameantes llamas blanquecinas que utilizó para tocar su ropa, la tela rápidamente se consumió en fuego pero sin quemarse hasta volverse negra.

     Con una mirada que podría cortar el agua Brahms liberó sus puños brillantes como bolas de fuego rojas, antes de que sus ataques impactaran Simón dio un salto y gracias a su ropa envuelta en fuego sintió como si estuviera en la luna. La gravedad le prestaba menos atención y no solo saltó tomando mucha distancia del suelo sino que también podría mantenerse allí.

     Sin embargo, hubo algo que no tomó en cuenta. La furia descarrillada de su oponente, aumentaba más su llama, potenciaba más su voluntad y por ende sus músculos. El chico de Raíces del Ocaso era mucho más rápido de lo que los Ojos del Cielo pudieron prever y Brahms lo tomó de los pies antes de que lograra escaparse.

     El hijo Delocaso amortiguó otro pequeño grito en su garganta, el fuego del Ocaso no quema a los seres vivos pero aun así Simón sentía como si ese fuera el caso. Fuera de sí Brahms reveló una sonrisa placentera, similar al fuego que consume un bosque cuando logra atrapar al conejo indefenso que intentaba huir. En ambos casos eran consumidos por las llamas.

     Sin muchas dificultades el hijo Sunsend tiró su brazo para abajo y por ende Simón cayó al suelo, su espalda chocó contra las baldosas blancas haciéndole crujir todo el cuerpo y soltando un grito que no pudo contener. El agarre del oponente era tan fuerte que sentía que le cortaba la circulación y con su otra mano le metió un golpe en el estómago con tanta fuerza que restos del desayuno se escaparon de la boca de Simón.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.