Pasando por los vacios pasillos del instituto vuelven a mí los acontecimientos de la batalla con Norilex, los heridos, los muertos… el miedo de los involucrados. Detengo mi caminar, mi vista fija en el suelo y los pensamientos continuos nublan mi proyección en la realidad hasta que soy devuelta por Joselin llamando mi atención con su suave voz, al mirarla mis labios formulan una pregunta.
—La historia tiene continuación ¿Cierto? — no dejo de mirarla y ella asiente sin decir nada y voltearse para continuar con su caminata hacia fuera del recinto principal.
Una vez fuera lejos del caos de la entrada nos dirigimos hacia el jardín trasero camino a la biblioteca, allí han reunido a todos los visitantes y mamá corre en dirección en la que vengo para encontrarme con un fuerte abrazo, luego parece un scanner en busca de metales solo que ella buscaba detalladamente alguna herida o algo que me doliera a lo que tomo su mano para tranquilizarla. Ella suspira y destina su miramiento a Joselin, esta se muestra nerviosa sin esbozar ni una sola palabra, mi madre sin decir nada aun enfoca su atención en mi rostro, en sus ojos vislumbro el reflejo de mi ser nadando en una profunda tristeza y preocupación, la abrazo de vuelta dejando que mi calor la reconforte, a lo que ella suspira de alivio, tranquilidad y paz que pronto se disipa por la aparición del gobernante de mi territorio.
— ¿Esperas que te abrace de la misma manera? — en su voz repica un tono desagradablemente irritante.
—No gracias, tu abrazo solo me mandaría de vuelta a la enfermería— respondí.
—Mocosa… tú— antes de que termine la oración mi madre le interrumpe.
—Ni se te ocurra decirle algo hiriente a mi hija, estarás cavando tu propia tumba; ya que, si el líder de Antirda no te mata primero lo haré yo— los dos muestran en sus ojos intensas llamas de irritación pero el intercambio de miradas es interrumpido por la mujer del paraguas que vi en aquel día lluvioso.
—Eso sería muy interesante de ver— dice la mujer. —Lamento interrumpirles pero es que sus palabras llamaron mi atención y el hecho de que cave tu tumba es una tentativa muy interesante, deberías aceptarlo, al fin y al cabo sin dolientes que velen por ti quedaras a merced de los cuervos y sin velas en tu entierro.
La tensión iba en aumento cada vez más, la mujer no deja de recriminar a mi gobernante y este encolerizado intenta responder a su crítica pero no lo dejo hablar, por lo que me acerco a la mujer.
—Disculpe ¿Quién es usted? — pregunto sin perderle de vista.
—Es la primera vez que nos vemos. Soy la gobernante de Ocania, espero que mi hijo no te haya puesto las cosas difíciles, es una persona con una personalidad un poco fuerte y un carácter poco tolerable— dice en un tono suave.
— ¡Ah! Para nada señora— señalo de inmediato. — En realidad estoy muy agradecida con él por creer y confiar en mí. Al principio tuvimos tropiezos pero me doy cuenta que solo se preocupa a su manera por proteger a sus allegados.
—No sé si es bueno que hables bien de alguien a sus espaldas o debería preocuparme que hables bien y sin preocupaciones delante de mi madre— dice Erick con una expresión poco amigable.
—Vamos, vamos Erick, tía vino hasta aquí para verte y de paso ver a tus amigos ¿No te parece eso bueno? — destaca Kevin.
— ¿Desde cuándo mi madre es tu tía? Ya quisieras tu que eso pasara— su rostro se ve más de enojado. —Y déjame informarte que yo no tengo amigos— Kevin se ríe sujetando uno de sus hombros para luego aferrarse a su espalda y comenzar a despeinarlo, Erick intenta zafarse pero Kevin lo evita. — ¡Kevin! Ya no eres un niño compórtate ¡bájate ahora mismo o te quemaré! — Kevin se baja no sin antes darle un gran manotazo en la espalda ocasionando con ello que Erick pierda la poca tolerancia que le quedaba y tome a Kevin por un brazo haciéndole una llave para inmovilizarlo y comienza a decirle sus derechos como oficial que pondrá tras las rejas a un criminal.
—Espera, espera, espera augh… ¡Erick! Ay eso duele ¡Tía! — dice Kevin mientras golpea el suelo rindiéndose.
Por alguna razón la escena ocasiona que comencemos a reír, para cuando la gobernante de Ocania dirá una palabra Erick ya ha soltado a Kevin trayendo consigo que la tensión baje y reine un poco de calma. La gobernante de Ocania se dirige hacia su hijo.
La mujer se acerca a él clavando sus pupilas en aquellas gemas almibaradas, a cada facción de su rostro, sus pecas, sus pestañas, esos pequeños raspones, los cortes, las vendas que se asoman por su camisa entre abierta, hacen que en su corazón se sientan pequeñas punzadas, al ver esto reflejado en el rostro de su madre le habla para calmarla.
—No es nada, no debes preocuparte ya estoy bien— dice Erick mostrando un gesto amable.
—Sí, puedo verlo y me alegro por ello.
Marinep quien se había perdido en las locuras y calidez de hace un momento fue sacada de su ensimismo por Esteban, este no dejaba sin vigilancia a Joselin. Los demás líderes volvieron a su guardia con ella en un intento de hacerla sentir presionada, el espacio en un instante a otro cambia de ruidosa a sepulcral dejando entreoír a los llantos de las personas que perdieron a un ser querido en el ataque y las risas de los más afortunados como ellos que aun siguen viviendo. Sintiendo la presión del asunto Joselin comienza de nuevo hablar.