Cinco Elementos. La Prisión para Magos de Valtoria.

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Hace tres generaciones, la lluviosa nación de Nimbria, situada en el centro-norte del continente, cambió su nombre a Nova Orda, tras finalizar un largo y sangriento conflicto bélico. Eridia, su vecino al oeste, había sido su principal adversario, con el apoyo de los "magos" de Feng, una misteriosa nación trasatlántica del lejano este, de costumbres y vestimentas extravagantes para los lugareños.

El general Leopoldo I, héroe de guerra en el frente, se convirtió en el líder de facto de la nación durante la contienda. Sin embargo, su ambición no se detuvo allí. Con el ejército de su lado, y la ayuda de algunas familias nobles, Leopoldo se rebeló contra el gobierno original de Nimbria y tomó el poder absoluto, cambiando el nombre y el rumbo de la nación. Instauró un régimen militar que prohibió cualquier acercamiento a la hasta en ese momento inexplorada "magia", persiguió ferozmente a aquellos que intentasen entenderla o practicarla, acusándoles de pro Fengnianos, pro Eridia y traidores a la nueva patria.

Aprovechando el nacionalismo que siempre surge con la guerra, logró instalar con facilidad la idea de la magia -y todo lo proveniente de Feng- como algo aberrante y monstruoso. A pesar de que por una razón u otra, cada cierto tiempo y en cierto lugar aparecía algún curioso o desafortunado al que se le podían atribuir características "mágicas", siendo imposible acabar con la aberración totalmente, el miedo y el rechazo instaurados en los habitantes de la naciente Nova Orda fueron suficientes para que la sociedad apoyara su régimen.

La ascensión de Leopoldo I al poder fue meteórica, pasando de ser un simple caudillo a gobernar toda la nación. Su implacable gobierno no dejó espacio para la oposición, y pronto se convirtió en un gobernante vitalicio, respetado y temido por todos los ciudadanos. Como suele ocurrir en estos casos, Nova Orda se convirtió en una sociedad cerrada y opresiva, donde la libertad y los derechos individuales eran sacrificados en nombre del orden y la estabilidad.

Setenta y cinco años más tarde, bajo el mandato de Leopoldo III, Nova Orda ha experimentado una relativa estabilidad económica, en parte gracias a la liberalización del comercio. Los barcos mercantes que antes estaban restringidos a los puertos nacionales ahora pueden viajar libremente por los mares, y los negocios han florecido a lo largo de las costas y los ríos del país.

No obstante, la mano dura del régimen sigue siendo evidente en muchos aspectos de la vida en Nova Orda. La oposición política es inexistente, y la disidencia es sofocada rápidamente por la policía secreta del régimen. Lo que se entiende como magia sigue siendo considerado terrorismo, y cualquier persona sospechosa de poseer habilidades de este tipo es investigada, y en caso de comprobarse la condición de la sospecha, arrestada y enviada a prisiones para su "reeducación". Asimismo los neonatos -al menos los concebidos en hospitales oficiales- son sometidos a pruebas desarrolladas exclusivamente para detectar posibles magos, los cuales son inmediatamente trasladados por el gobierno a centros de "rehabilitación", puesto que estas habilidades serían la semilla de la amenaza extranjera y la traición a la patria. Por supuesto, tanto los centros de re-educación como la rehabilitación eran solamente la versión oficial para el gran público. Ningún habitante podría afirmar conocer a algún rehabilitado o niño re-insertado luego de su estadía en uno de estos centros que no eran sino cárceles.

En la actualidad, Leopoldo III es visto como un líder firme e implacable, más por la propaganda y sus políticas antes que por sus contadas apariciones públicas. Aunque ha permitido cierta liberalización económica, no ha habido ninguna reforma política significativa durante su mandato.

Por supuesto, cualquier persona con los característicos rasgos Fengnianos, sigue siendo mal vista por el general de la población, y puede ser detenida por agentes de seguridad estatal en cualquier minuto. La excepción a esta regla se da casi en su totalidad en casos de comercio, por aquellos que por trabajo u oculto interés, tienen que tratar con uno que otro Fengniano en las costas. No es extraño verlos bajar de embarcaciones para -de forma legal o no- entregar sus productos previamente encargados, o asentarse algunos días a ofrecer mercancías.

A pesar de los desafíos que enfrenta la población de Nova Orda, muchos ciudadanos han aprendido a vivir dentro de los límites que manda el gobierno.

Para algunos, la estabilidad y la seguridad que ofrece Leopoldo son más importantes que las libertades políticas y, más aún, que el caos que significaría lidiar con magos sueltos por la ciudad

Pero para otros, la opresión del régimen y la prohibición de la magia -que muchas veces aparece sin avisar- son una fuente constante de resentimiento y rebelión en potencia, principalmente en las zonas menos acomodadas donde sobrevivir sin morir de hambre o frío en la calle un mes más sigue siendo muchas veces una odisea.

La siguiente historia se ubica en este contexto espacio temporal, a las afueras de Valtoria, capital de Nova Orda, en una de las tantas prisiones de magos establecidas en esta nación.




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