Cinco Elementos. La Prisión para Magos de Valtoria.

XI. La teoría de los 5 elementos. Parte 3.

—Para esto necesito… Materia. Polvo, tierra, cenizas… —dijo Wanqian llevándose una mano al mentón.

—¿De dónde se alimenta el elemento Tierra? ¿Alumno Wanqian? —preguntó Aron guiñando un ojo.

—¡Sí! ¡Del Fuego! —respondió el chico de ojos rasgados, al mismo tiempo en que Aron partía la varilla de madera a la mitad, y sin mayor esfuerzo la hacía arder volviéndola rápidamente polvo. Lucía llevó los ojos al techo y torció el cuello ante lo que consideraba fanfarronerías innecesarias, mientras que el maestro Li y Pulgar sonrieron satisfechos frente tal demostración de habilidad de Aron. Entonces Wanqian tomó el montón de polvo que había sido la varilla de madera, y lo acercó al lugar donde se encontraba sentado, dibujó entonces sobre este un símbolo Ji, que parecía un ideograma Fengniano similar a una letra S invertida y con ángulos en lugar de curvas usando su la punta de su dedo índice. Luego de concentrarse unos segundos manteniendo el aire en su cuerpo, exhaló y del pequeño cúmulo se levantó una pequeña forma cilíndrica, seguida de otra, para seguir con una esfera, para así formar una muy pequeña figura antropomórfica. Y tal como mostraba el ciclo elemental, la varilla de madera había generado fuego, y de las cenizas resultantes más polvillo del suelo, Wanqian había creado un pequeño muñeco de no más de 15 centímetros de alto, con el ideograma serpentino marcado en toda la zona del pecho y el vientre, que se mantenía de pie por sí mismo ante la vista de todos—. Entiende órdenes simples, y las realiza hasta que le ordene lo contrario, me quede sin energía o se aleje del diámetro que puedo cubrir. El tamaño depende de la cantidad de material del cual disponga, las órdenes son más imprecisas mientras más lejos se encuentre el muñeco de mí… —comentó Wanqian ofreciendo al pequeño muñeco la palma de su mano para así acercarlo a su boca y susurrarle algo en el lugar donde habrían de estar las orejas. El muñeco asintió y corrió hacia Pulgar, saltando ágilmente hacia la rodilla, el codo hasta posarse en el hombro del niño, que abrió los ojos hasta que sus párpados casi desaparecieron de su órbita ocular.

—¡Ooooh! —exclamó el niño interesado, acercando la mano al muñeco con intención de tomarlo, sin embargo el pequeño ser antropomorfo evadió saltando y posándose sobre su cabeza. Pulgar insistió, pero el muñequito volvió al hombro, y así el niño y el esbirro de Wanqian comenzaron algo similar a un juego de persecución.

—Cómo dije, siguen órdenes simples. En este caso ese pequeño actúa bajo la premisa de “Jugar con Pulgar”… y como segunda instrucción “No dejarse tocar”. Aunque esta segunda instrucción es la que acostumbro a usar cada vez que los invoco... por razones obvias. —Wanqian, habiendo vivido ya algunos años en las calles de Feng luego de haberse separado forzosa y abruptamente de su familia, había desarrollado esta habilidad para conseguir comida o monedas sin ser detectado.

—Hmm. Así que le ordenaste a uno de estos pequeños robar las llaves a algún guardia. ¿“Roba la llave sin ser visto y déjala en x lugar” fue la instrucción? O algo similar a eso —dijo Aron llevándose un dedo al mentón.

—Alcancé a crear dos muñecos con el polvo que logramos reunir en la celda. La ocasión ideal se dio cuando vino Winston y su tropa. Estaban tan pendientes de nosotros que los muñecos pasarían desapercibidos...

—Algo que Lucía predijo con su habitual ingenio —completó Aron sonriéndole a la chica, que solo arqueó una ceja en respuesta.

—¡Wanqian! ¡Trae más PequeJines! —dijo Pulgar, quién se encontraba parado sobre una de sus manos, acariciando con la otra en el cuello al muñequito que había logrado atrapar entre sus pies. “¿Qué es este niño?” preguntó Wanqian para sus adentros, antes de soltarle una risita juguetona.

—Peque… Jines. Nunca pensé en darles nombre —dijo pensativo—. Pero ¡Está bien! ¿Con cuántos PequeJines crees que puedes? ¿Pulgar? —preguntó desafiante el joven Fengniano, mientras intentaba amontonar la mayor cantidad de polvo posible del suelo de la celda. Mientras los chicos se divertían, Aron y el maestro Li Wei se miraron y asintieron levemente con la cabeza. Quizá él mismo no lo sabía, y Lucía muy posiblemente lo había intuido al conocerle, pero el anciano de Feng y su discípulo tenían la certeza; este chico —Wanqian— era un prodigio.

Por un momento todos se detuvieron a contemplar a los chicos jugando, Wanqian reía mientras Pulgar intentaba mantener a raya a los muñequitos de tierra —ahora tres— que además colaboraban entre ellos, la agilidad de Pulgar y sus movimientos exagerados eran como siempre impresionantes, pero, lo que detuvo el tiempo en las mentes de Lucía, Aron y Li Wei no tenía que ver con las habilidades o el talento de los más jóvenes… Los tres, desde su perspectiva y distintas formas de racionalizar sus emociones, de alguna u otra forma añoraron el inexistente recuerdo de Wanqian y Pulgar jugando como los niños que eran, en algún lugar tranquilo, libre y soleado. Ambos con un brillante futuro por delante, lejos de la violencia, la reclusión, los experimentos y la persecución constante… ¿No merecían estos chicos una niñez feliz? Lucía lanzó entonces una mirada filosa a Aron y Li Wei, casi como si supiera que para los otros dos, la escena de los chicos jugando resultaba tan sobrecogedora como para ella. La chica apretó el puño y los dientes. Su convicción era clara y solo se reforzaba con cada día que pasaba en la prisión, ella se encargaría de cambiar el país y darle un espacio a niños como Wanqian y Pulgar, incluso si se le iba la vida en ello. Aron bajó la mirada por un par de segundos antes de retomar su sonrisa y —con la mitad de la varilla que le quedaba— se dirigió a seguir con su explicación de las cinco fases en la pared. El maestro Li Wei, le pidió a Wanqian que desactivara a los PequeJines y usando las agujas que aún conservaba de Lucía, punzó la pierna del joven fengniano, asegurándole que el breve tratamiento aceleraría sustancialmente la mejoría de su lesión, desbloqueando el Qi y la Sangre que no circulaban correctamente culpa de esta última. Wanqian observó entonces, con agujas ubicadas en puntos específicos de su pierna —y su brazo, lo cual no comprendió pero decidió no preguntar— a Aron trazar una línea desde el elemento Tierra hasta el elemento Metal, que quedaba ubicado en la parte inferior derecha de la esfera. “Sí, yo soy de naturaleza Metal Yin, brillante como una joya y afilada como una daga lista para cortarle la garganta a un dictador corrupto”, comentó Lucía entre medio, con el rostro serio, a lo que Aron simplemente sonrió sin que sus ojos o el resto de su cara acompañase el gesto. Wanqian no llegó a enterarse como el ánimo había cambiado mientras él se divertía jugando con Pulgar. Aron terminó entonces el ciclo de generación lanzando una línea de Metal hacia Agua, el que se ubicaba en la parte inferior izquierda, cerrando el ciclo dando vida nuevamente al elemento Madera.




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