Cinco Elementos. La Prisión para Magos de Valtoria.

XVII. La Competencia de Tiro con Arco. Parte 2.

“…Disfruta” había dicho su padre, sin embargo, también desde el comienzo de sus entrenamientos había sido enfático en que no llamase demasiado la atención. Decidió entonces tomar el arco más simple, causarle un pequeño “accidente” de un pisotón —que esperó nadie notase— y disparar con los ojos cerrados. Concluyó que así disfrutaría sin fallar los tiros deliberadamente, además no fallaría en su palabra para con su tío, puesto que confiaba en que aun con el doble de dificultades autoimpuestas ganaría sin mucha dificultad.

 

XVII.

El primero en ser llamado a lanzar fue el joven Montclaire, al que Melina recordaba de alguna junta social a la que le había llevado Gastón para presentarla en sociedad. Era un chico regordete, de unos veinte años, que no se molestaba en disimular su falta de entusiasmo con el campeonato. “Otra víctima de los adultos midiéndose en borracheras”, pensó Melina sintiendo lástima por el representante Montclaire. Este, sin embargo, contra todo pronóstico desató los aplausos de la grada luego de que su tiro alcanzara casi el centro exacto de la primera diana. Melina alcanzó a notar que el primer blanco objetivo contaba con tres zonas coloreadas.

La más externa —de color azul— se subdividía a su vez en dos círculos entregaba 2 y 3 puntos según qué subdivisión alcanzara la flecha, la zona intermedia —de color rojo— también subdividida en dos por otro círculo entre medio entregaba 4 y 5 puntos, la zona central —de color dorado— seguía el patrón, entregando 6 o 7 puntos dependiendo de si el arquero acertaba en la subdivisión más central o más externa y por último el centro, un punto negro más pequeño que daba 10 puntos.

El joven Montclaire había obtenido 7 de los 10 en su intervención, lo cual no parecía haberle cambiado los ánimos en lo más mínimo, luego de lanzar saludó a los jueces y a la grada con el mismo entusiasmo con el que se había presentado a competir, y se dirigió a la segunda diana.

El siguiente en pasar fue otro de los nobles, de apellido ThorneVale que puntuó 5. Le siguió Ravenscroft con 4.

De los hombres de Winston, solo destacó uno de apellido Sullivan, quién alcanzó los 7. Este, luego de golpearse el pecho hizo un firme saludo militar hacia Krom, repitiendo el gesto hacia Winston quién se carcajeaba de forma exagerada y aplaudía con sus manos enormes.

Melina escuchó su nombre, y nada más acercarse a la zona de tiro escuchó los gritos y aplausos de la grada, decidió que para partir sin llamar la atención pero no decepcionar obtendría 6 puntos en la primera ronda. Lo que le resultó sorprendente incluso para sus propios estándares fue la facilidad con la que alcanzó la zona de los 6 con los ojos cerrados, el arco roto y con un tiempo de preparación del lanzamiento ínfimo. Luego de su lanzamiento saludó con gracia al público haciendo el saludo de las señoritas, tomándose de su largo vestido —ligeramente modificado para mayor comodidad— y ejecutando una elegante reverencia. Acomodando su sombrero de ala ancha caminó con fineza hacia la zona del siguiente desafío. A penas alcanzaba a llegar cuando escuchó la enorme ovación de la grada, al mirar vio a Katya Eisenhart, quien majestuosa, con su largo cabello rubio al aire, recibía sus 10 puntos luego de haber realizado un tiro perfecto.

La joven aprendiz del general Krom saludó con sobriedad a la grada y a su superior, y con severa calma se dirigió a donde le esperaban los demás competidores. Melina sonrió al pensar en lo molesto que se encontraría el sargento Winston con una mujer en el primer puesto y aplaudió a su contendiente que se acomodaba para esperar la segunda ronda.

—¿Se está usted conteniendo? —Si bien el volumen de la voz era bajo, intentando mantener la privacidad de la charla, la mirada de hierro y el tono filoso de Katya causaron tensión en Melina. La aprendiz del General Krom tenía ojos hábiles y había visto a través de las intenciones de la chica Ferranza... Intenciones que al parecer no le agradaban en lo absoluto.

—Uhm… ¿No es así más emocionante? ¿Oficial Eisenhart? —La joven Melina respondió algo nerviosa esperando convencer a la mujer de hierro.

—Es usted como su padre. He oído que el señor Ferranza podría estar a la altura de mi maestro, si no fuese por aquella costumbre de mantener el perfil más bajo posible. —Melina se sorprendió al oír de Katya la palabra Maestro. Según entendía se asociaba a Fengnianos, y por consiguiente a magos y terroristas. La joven de uniforme militar pareció leerle la mente—. El General Krom —corrigió luego de un ligero titubeo.

—Usted no se preocupe, Oficial. De ahora en adelante iré en serio —dijo Melina haciendo una pequeña reverencia a modo de disculpa.

Mientras las chicas conversaban, el desganado participante Montclaire había tomado su turno y nuevamente había quedado a muy poco de hacer el tiro perfecto. Su flecha, incrustada en la zona dorada, muy cerca del punto central, le concedía 16 puntos, dejándolo con un total de 23. Esto volviéndo a significarle el aplauso de la grada, muestra de apoyo que volvía a cambiar en nada su expresión de hastío. El representante de Winston; Sulivan, se quedó cerca, llevándose 14 para sumar 21 entre ambas rondas.

Todos los demás participantes, aun sin hacer tiros vergonzosos, quedaron bastante por detrás.

Cuando Melina avanzó hacia la ubicación de tiro, escucho a lo lejos a un ebrio Gastón animándola de forma bastante poco decorosa, cuando miró a la grada pudo observar a sus amigos riéndose a penas de pie, y a Winston ojeándoles con desprecio. Arturo se limitó a asentir con la cabeza con una sonrisa sobria observando a su hija. Entonces, sin esforzarse demasiado, la joven arquera soltó una flecha que impactó de lleno en el punto negro al centro de la diana, lo que provocó una ovación de entre la cual se podían escuchar los gritos de Gastón extasiado.

La representante Ferranza —que parecía más bien la representante Silveira— consiguió los 20 puntos, sumando 26.




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