Cinco Elementos. La Prisión para Magos de Valtoria.

XXV. La calma antes de la tormenta.

La empresa de Fermín Silveira tuvo un éxito notable en poco tiempo. Aprovechando su conexión con los Ferranza, logró traer desde Serenia al primer Guardián de La Fe instalado específicamente en Valtoria, asimismo logró que se destinara uno a cada otra de las ciudades más importantes de Nova Orda. Beatriz y Gastón Silveira abrazaron rápidamente la comunión con Sanctum, y —más Beatriz que Gastón— se volvieron fervientes feligreses de la Hermandad de la Gracia Divina. Más aún, una unidad completa de La Espada de La Fe —El brazo armado de la santa Hermandad de la Fe— fue enviado a Nova Orda para asistir a la UMA en su noble tarea de cazar y perseguir a magos y terroristas, los cuáles desde la doctrina eran las fuerzas oscuras que en algún momento el Profeta Guerrero Emérico había alejado según las escrituras, salvando a la humanidad. El aparentemente lisiado mental Reonard, hijo menor de Fermín, quién había sido acólito de la hermandad durante toda su infancia, se entrenaba para entrar en la sagrada Orden de La espada de la Fe.

El matrimonio Ferranza, por su parte, dejó pasar respetuosamente el intento de conversión religiosa. A Arturo Ferranza le parecía una molestia más, que por suerte podía evitar. Y María Isabel, en su deteriorado estado de salud, no tenía ánimo ni humor para lo que en secreto ella misma llamaba “payasadas”. En el caso de Camilo, Fermín intentó convencerlo, usando su carisma natural, sin embargo el chico evadió constantemente esgrimiendo que “lo pensaría”. En cuánto a Melina, el primer intento bastó. A la joven Ferranza le causaba algo de repulsión toda esta aparición –para ella corrupta- de doctrinas y personajes, lo que evidenció en la única conversación que tuvo con Victor Hugo, el Guardián de la Fe destinado a Valtoria y gran amigo de Fermín. La chica, con mirada asesina se negó rotundamente a aceptar a Sanctum o a cualquier tipo de Hermandad Divina, y advirtió que no intentaran de ninguna manera inculcarle algo similar a la pequeña Fernanda.

Así, los miembros nucleares de la familia Ferranza, más preocupados por sus asuntos personales, y sobre todo por la salud de María Isabel, rechazaron cada uno a su manera convertirse a la creciente hermandad. Melina pasaba sus días entre algún paseo con Gastón —el que se encargó de hacerle saber cuánto respetaba su decisión de no convertirse a la hermandad—, sus clásicas prácticas de tiro al blanco, cada vez más inmersa en los bosques y acoplada con el verde y la naturaleza, entretenidas y reconfortantes charlas con Bertrand Montclaire —quién se terminó por transformar en su gran confidente y amigo—, y, por último, lo más desgastante pero más importante, asegurarse de que María Isabel recibiese a los mejores médicos y enfermeros, y tuviese además un acceso inmediato a todo material o medicina que se requiriese, tomando en gran parte el control directivo que hasta hace poco tiempo había intentado acaparar su tía Beatriz, la que evidentemente no estaba contenta con esto, sin embargo, nadie que hiciese un análisis objetivo podía negar la capacidad de dirigir y liderar de Melina, así como su inteligencia y eficacia a la hora de manejar recursos materiales y un equipo humano.

La eficiencia y preocupación de Melina le quitó un peso al cargadísimo Arturo Ferranza, quién entre los negocios familiares, las juntas de protocolo, las reuniones con los altos mandos y la salud de su mujer, apenas tenía tiempo para dormir, lo que se notaba en su aspecto, sobre todo en su rostro y su postura corporal, que pasaba de su estoica distinción a una de disconformidad constante y mal humor, curiosamente adoptando un lenguaje corporal muy similar al de su hijo, Camilo.

Este último, por su parte, con una visión cada vez más conflictuada del mundo en general, continuaba con sus andanzas por la urbe de Valtoria. Ya acostumbrado al perfil bajo, podía recorrer con bastante tranquilidad la ciudad solo, acoplado a la vestimenta con la ayuda de Nathaniel. En sus acercamientos paulatinos a la zona donde colindaban los barrios populares con la brecha, había visto la miseria material de los trabajadores y peor aún, de los que ni siquiera podían trabajar, condenados a escapar constantemente, a vivir de las sobras o a robar para comer. A través de algunos contactos de Nate —quién siempre le había tendido una mano, rompiendo su regla de no meterse en conflictos— ayudaba económicamente a ciertos grupos marginales, lo que le parecía cada vez un aporte menos importante dentro de un sistema que por naturaleza desfavorecía a algunos y favorecía a otros… A otros como él. Así, la frecuencia en la que intervino ayudando a escapar a supuestos magos mientras eran perseguidos, o a pequeños ladrones de las manos de la UMA o la policía regular respectivamente, aumentó exponencialmente, generando un personaje que se terminó conociendo popularmente como “Fantasma”. Un vándalo de cara cubierta, que atentaba contra el orden de Valtoria y desafiaba a Leopoldo.

Aunque lo cierto era que las versiones diferían, pues, dependiendo del punto de vista “Fantasma” era una cosa u otra, y muchos crímenes que nada tenían que ver con Camilo se le atribuían a este personaje. Fantasma era, finalmente, un conjunto de personas que en la mayoría de los casos no se conocían una a otra.

Curiosamente, Camilo se encontró con voluntarios de la recién llegada Hermandad prestando “ayuda espiritual”, en lugares de alta precariedad, lo que le impactó teniendo en cuenta la política tradicional del régimen de Leopoldo con los extranjeros y sus costumbres.

Por otro lado, Nathaniel y Emily se casaron, y el pequeño Howard —que Nate nunca vio como algo que no fuese un hijo, a pesar de no compartir su sangre— se preparaba para en no mucho tiempo iniciar su educación formal. Resultaba irónico, para el mayor de los hijos Ferranza, ser cómplice de faltas, obstrucciones, y hasta protagonista de delitos con la cara tapada en lo más céntrico de Valtoria, y al mismo tiempo tener como mayor vínculo a la oficial Katya Eisenhart. Con Nate preocupado por su familia y la compañía creciendo más y más, Katya era actualmente la amistad más importante de Camilo.




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