Mientras manejaba de vuelta a la floristería, Nick pensó en ella.
En su olor a piña.
En su boca rosa brillante.
Y en su sonrisa acaramelada.
No debió aceptar hacer aquella entrega. Sabía perfectamente que esa era su dirección. La misma de su médico. Pero aun así lo hizo.
Al parecer era bastante masoquista.
Lo bueno era que ahora ella sí lo iba a odiar
No tendría nada de qué preocuparse, ¿verdad?
Por más que intentara acercársele, ella jamás le prestaría atención.