Cinco meses para decirte adiós

*7*

—Oye, ¿qué te parece si hacemos el proyecto sobre los animales de la calle? —preguntó Lore, mientras caminaban por el centro—. Podríamos conseguirle un hogar.

—Okey, como sea.

—Huy, Sídney, pero que ánimo.

—Es que...

—Ni me digas. Andas pensando en Nick.

—¿Qué? Claro que no.

—Ay, ya deja de hacerte la tonta. Que bien que te gusta. Ni disimulas.

Un auto se detuvo muy cerca de ellas.

Sídney lo reconoció: era el de su padre.

Bajó en compañía de una mujer a la que besó en los labios.

—Sídney, ¿qué pasa? —preguntó Lore, cuando su amiga se quedó inmóvil.

El padre de Sídney la miró.

—Cariño, escúchame. Te lo iba a decir.

Unas lágrimas resbalaron por las mejillas de Sídney.

Y despues se echó a correr sin rumo fijo.

Se detuvo en la plaza y se sentó en un muro hecho de piedra, mientras lloraba.

—Oye. —Nick y su bicicleta estaban frente a ella.

—¿Qué haces aquí? ¿Vienes a burlarte de mí?

—¿Por qué lloras? —preguntó él.

—No es tu problema.

—Ya. Bueno, adiós, entonces.

—¡No, Nick, espera! —El dio la vuelta y volvió a detenerse en frente de ella—. Acabo de ver a mi padre con otra mujer.

—Vaya. ¿Engaña a tu madre?

—Eh... No precisamente —respondió—. Mamá nos dejó hace algunos años. Se fue con su nueva pareja y se olvidó de nosotros.

— Tu padre tiene derecho a rehacer su vida, ¿no?

—Sí, pero —suspiró—. Es que tú no entiendes.

—Vamos no llores. —Nick le apretó la nariz, cariñosamente—. Mira que te ves aún más fea de lo que ya eres.

—Tú no cambias, ¿eh?

—Pues así soy —agregó, y la miró, suavecito y cálido, como la tarde que caía sobre ellos. 




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