Se sentó frente al escritorio.
—¿Cómo te has sentido, Nick? —preguntó el doctor.
—Normal.
—¡¿Normal, Nick?! —exclamó su madre, alarmada—. Pero si te llevas todo por delante. A ver, cuéntale el doctor de la caída con la bicicleta. Por poco y te matas.
—¡Estoy bien, ma, no me ves! Sigo completico.
—Nick, no le hables a tu madre así —replicó su padre.
—Bueno —intervino el doctor—. Tarde o temprano sabíamos que esto iba a pasar. Quizá sea hora de que uses...
—Ni lo piense. ¡No voy a usar esa porquería!
—Nick, es solo por prevención —dijo su padre—. Queremos que estés bien.
—¿Bien? —espetó Nick, levantándose—. Si quieren que esté bien. ¡Pues quítenme esta maldita enfermedad!